lunes, 1 de febrero de 2021

El gusto de Nicole por llevar pañales 9

Nicole estaba tan feliz con su nueva vida a solas, sin sus familiares que entorpecieran sus momentos para usar pañales, los que cuando le llegaban eran con las grandes ganas del mundo, ahora ya vivía tranquila, podía ponerse un pañal cuando sintiera los ánimos para hacerlo. Claro que eso no le impedía los momentos para tener compañía, ya había hecho dos amigas por parte de su sede de trabajo, con las que salía a beber alcohol por los fines de semana. Ellas respondían a los nombres de Miry y Denise. Fue en una de esas salidas, con sus dos amigas, en que Nicole se estaba divirtiendo mucho, se reía de los chistes que sus amigas hacían, los que eran muy referenciales al sexo lleno de fetiches, los que de repente le hacían pensar en sus pañales. Se encontraba un poco ebria, le gustaban mucho las cervezas, disfrutaba de beberlas frías y comer muchas botanas que servían en la mesa. Para esa noche Denise, tenía como invitado a su primo, y cuando el primo de Denise llegó, éste llevaba un invitado más, un amigo. Las tres mujeres en la mesa se sorprendieron. Nicole casi se ahoga al conectar la mirada con el otro, pero lo supo disimular bien. Bajó la mirada ante semejante imponencia del hombre que acompañaba al primo de su amiga. Nicole se movió con sus dos amigas para permitir que los dos caballeros tomaran asiento en la mesa, quedando de frente las tres con ellos dos. Nicole conectó la mirada por unos largos segundos con el acompañante del primo de Denise. A simple vista le encantó. ─Me llamo John─. Dijo el caballero a Nicole. La mujer le dijo su nombre, saludándole con la mano. John y su acompañante invitaron dos rondas más de cervezas a las tres chicas en la mesa, contando sus vivencias y haciéndolas reír mucho. Nicole ya tenía mucho alcohol encima, todo eso le otorgaba la confianza para mantenerse tranquila y sobre todo, absorta en lo que decía el gran hombre frente suyo, el que despedía aromas a alcohol y también a tabaco. Eso le encantaba mucho a Nicole. ─¿Y qué me cuentas de tu vida?─. Preguntó John a Nicole, deseoso de escuchar mucho de esa bella chica que tenía delante de él a quien le brillaban los ojos. Nicole bajó un poco la mirada, pensando en qué cosas iniciar a contarle a ese hombre mayor, pues John le dijo que tenía 32 años, y ella apenas tenía 25, pero 7 años no era tanto. Así que al reconocer mucho que John era uno de esos hombres que tanto se había imaginado en sus sueños y en sus momentos de niñita con pañales, se dejó llevar por el encanto. Por lo que le comenzó a relatar los mejores sucesos de su vida, pasando por alto lo de los pañales. No tenía que sacarlo a la luz por ahora. John escuchaba atento, le gustaba mucho la voz de Nicole, afirmaba que algo había de raro y misterioso con ella, incluso podía reconocer que a pesar de estar ebria, conservaba sus actitudes de una niñita. Pasadas las horas, dieron las 3 de la madrugada. Nicole y sus dos amigas tuvieron que irse. John se ofreció a llevarlas a casa, para que a la hermosa chica que conoció no le pasara nada. Se fueron del bar en el auto de John, llevaron a Denise y a Miry a sus departamentos, por último se fueron al de Nicole. Al llegar, Nicole invitó a pasar a su nuevo amigo a su vivienda, la que estaba bien arreglada, cómoda para ella misma. Ingresaron, John sintió los aromas de un lugar femenino, vio las decoraciones de algunos peluches en la sala de su joven amiga y todo en buen estado. Nicole caminó por su lugar cuidando no caerse, sentía que por momentos el suelo se le inclinaba o que sus pies se le volvían como de goma por los grandes litros de cerveza que bebió en el bar. Tenía ganas de ir al baño para liberarse de las ganas de orinar, pero quería hacerlo en un pañal cuando se fuera John. Así que apretó para que no molestaran las ganas por un momento más. John se sentó en el sillón, estirando sus pies. Nicole se sentó a su lado, para escuchar, ya que los dos tenían muchas ganas de seguir platicando. Justo ahí John comenzó a continuar relatando lo que no pudo terminar cuando estuvieron en el bar, por la música y las intervenciones de las dos amigas de Nicole. Contó las vivencias con sus amistades en la juventud, los problemas en los que se metió por ser un poco confiado y cómo fue que se convirtió en un hombre aplicado. También Nicole le iba contando más a profundidad los detalles de su vida, por esos segundos de emociones felices entre los dos, la chica quería liberarse y comenzar a insinuar lo del tema de los pañales, quería de una forma u otra, el tema se tornara un poco caliente para que se liberara el tema de su pasión, pero no sabía cómo hacerlo. De tantas risas y risas que tenían, ambos sentían la necesidad de seguir entre aromas a tabaco y alcohol, a lo que Nicole dijo: ─¿Oye no quieres seguir bebiendo? Para que no te preocupes puedes quedarte a dormir y relajarte al amanecer─. John sonrió, sabía que Nicole era una de esas chicas que cuando decían algo era que realmente lo querían. Así que le dijo: ─Claro. Sigamos, y gracias por la hospitalidad. Pero, ¿tienes botella o cerveza?─. ─No, pero podemos pedirla a domicilio con los bares que están abiertos─. Dijo Nicole. John vio que la chica sacó su celular y comenzó a teclear llamando directamente a un bar. Esperó por unos diez minutos que la orden estuviera lista, siendo una botella y una caja de cigarrillos. Mientras todo llegaba, continuaron conversando. Una hora después… Nicole estaba tranquila en su sala, continuando con John. Para relajarse mucho, se habían retirado los zapatos y calcetas, sintiendo el fresco del suelo. Pronto tocaron el timbre y Nicole fue a atender. Pagó la orden y se fue de nuevo con John para seguir bebiendo. A esas alturas de la madrugada se les había bajado un poco el alcohol que bebieron en el bar, pero con la botella, al grado de ir poco a poco con ella, se les fue nivelando más y más. Nicole sentía que podía quedarse en confianza de John, no sentía preocupaciones por haberlo conocido en ese mismo día, si antes se había desnudado ante la cámara para un extraño en el internet usando sus pañales, ahora de grande bien sentía los ánimos para hacer cualquier cosa si la ocasión se prestaba. Mientras Nicole bebía su copa, John le preguntó: ─¿Y tienes algún gusto raro?─. Nicole casi se ahoga de nuevo al escuchar eso, en breves segundos el calor de su cuerpo aumentó y la mirada hacia su amigo mayor se hizo más intensa. Si lo que quería era mencionar su gusto por los pañales tenía que aprovechar esa pregunta, y le dijo: ─¿Cómo que gustos?─. John dijo: ─No lo sé, lo que tú quieras, no diré nada─. ─Tú primero─. Retó Nicole, sonriente, acomodándose frente a John con las piernas flexionadas, sosteniendo su copa con medio líquido. ─Bueno, pues a mí me gusta mucho ser como dominante, es decir, como autoritario, que si alguien requiere disciplina, me gusta entrar en juego para aparentar ser algo como─. Nicole sintió que su corazón bombeaba sangre a toda velocidad, el alcohol estaba hasta en su alma, esa era la mención correcta que estaba esperando en su vida por parte de un hombre de la talla de John, así que ya no pudo resistir más. Decidió que le diría su gusto más íntimo, con el que creció desde niñita; al fin y al cabo, si John no le correspondía con eso, podría ignorarlo y seguir con su vida en la búsqueda de alguien más. La chica afirmó que no tenía que perder nada, reiteró en segundos que si ya se había mostrado ante la cámara para un extraño, podía hacer lo mismo pero en real. Y le dijo a John sin tartamudeos: ─No te sorprendas mucho, a mí me gusta usar pañales. Me gusta ser una niñita que los usa, como de unos cinco años. Así como tú dices que te gusta ser, yo soy como esa niñita que a veces necesita disciplina─. John bebió una gran porción de su copa, resistiendo el calor que le bajaba por su garganta. Se le hizo muy raro el tema de los pañales, jamás en su vida lo había escuchado, no tenía idea de qué era eso, pero en su interior sabía que todo el mundo guardaba secretos; incluso pudo llegar a relacionar su modo de ser en la intimidad de alguien duro y recto para alguien de menor edad. Así que le dijo a su bella compañía: ─¿Enserio? Me sorprende mucho. No tenía idea que esos gustos existieran. Cuéntame más─. Nicole vibró de alegría, quería echársele encima a su amigo para besarlo y hasta sentarse en sus piernas, pero quería ir paso a paso si era posible en esas situaciones de realidad, de estar ahí con otra persona recién conocida. Así que moviendo un poco sus piernas por sentirse excitada, fue relatándole a John sus inicios con los pañales, de cuando de niña se masturbaba en la cama y cómo fue que los empezó a comprar a escondidas. Le contó cuando se hizo popó ante sus padres y que le descubrieron dos pañales de los que escondía en su cuarto. John como todo caballero escuchaba en silencio, sonreía ante Nicole, le servía más líquido para hacer que se animara a seguir despierta. ─Me sorprende todo eso. A ver que otro día jugamos a eso que te gusta─. Dijo John. Nicole no pudo más, así que simplemente se recostó en el largo del sillón, estirando sus piernas, y metió su mano derecha bajo sus pantalones y su calzón, aunque el botón estuviera un poco apretado. Metió sus dedos por su vagina llena de humedad, la que en sí parecía como su boca, despidiendo unos hilachos de saliva. John se excitó justo ahí, la bella chica que conoció se estaba masturbando para él. Y le dijo con tono coqueto: ─Oh… linda… ¿estas caliente?─. Nicole siguió masturbándose, metiendo sus dedos de la mano derecha, tocando su clítoris. El calor en su cuerpo le evitaba poder decir que sí, pero tomó aliento y ánimos para interrumpirse, y le dijo: ─Sí estoy bien caliente… mira… me estoy tocando mi vagina, me meto los dedos… quisiera que me pusieras mi pañal… quiero que me pongas mi pañal─. Nicole terminó de decir eso, y las ganas de orinar que tenía se le liberaron un poco; por su vagina emergieron unos chorritos de pipí, los que le ayudaron a sentir más rico mientras se frotaba entre las piernas. Con escuchar eso, John sintió que su pene se le puso erecto, como una zanahoria. Se puso de pie, permitiendo que la chica viera que estaba llenándose de calor. ─Claro, yo te pongo tu pañal. ¿Dónde están?─. ─En mi cuarto… abre una de las gavetas y saca el paquete y todas las cosas de bebé que veas─. Dijo Nicole, sin tartamudeos. Permitió que John fuera caminando hacia su cuarto, pues no quería intervenir su estimulación. Solo se quedó frotándose, abriendo el botón del pantalón para que su mano ingresara con facilidad. John se apresuró para no hacer esperar a su hermosa chica, en su interior sentía dudas de cómo poner un pañal, jamás en su vida había puesto uno, ni siquiera a un bebé, pero podía hacer el intento. Rápido ingresó al cuarto de Nicole, viendo todo en orden, algunas cosas estaban desarregladas, como sus zapatos y algunas prendas sucias, pero vio la cómoda y sacó lo que le indicó. Vio el paquete de pañales para adultos y los accesorios. Regresó a pasos rápidos a la sala. John vio que el pantalón de Nicole estaba manchado de humedad, sabía que la chica se estaba haciendo pipí por la gran mancha en la tela del pantalón, por lo que se apresuró a hacerlo. ─Abre todo el pañal y pones las cuatro cintas bajo mi cintura, lo subes y pegas bien ajustado─. Dijo Nicole, con su tono bajito, cerrando los ojos, sin dejar de masturbarse, sintiendo que las cosquillas llegaban a todo su cuerpo iniciando en su vagina. John hizo eso, abrió el pañal a todo su tamaño y luego le despojó el pantalón a la chica, viendo el calzón color rosa de Nicole, el que tenía una figurita de Hello Kitti en la parte donde se frotaba, húmedo por el pipí que se le salía de urgencia y los hilachos de su lubricación; se lo despojó lentamente. Nicole no tuvo pena en que el hombre al que admiró por horas en el bar le viera toda su vagina, se detuvo de meter sus dedos para permitir que le pusiera el pañal. Levantó un poco su cintura, abrió las piernas un poco y ayudó a John para que el pañal quedara bien simétrico. Cuando estuvo con el pañal puesto, Nicole se quedó masturbándose por una media hora, John le observaba. ─Déjame ver tu pene, quiero que te masturbes conmigo─. Dijo Nicole a John. El joven hombre no tuvo problemas con eso, su pene estaba más duro que un pepino, luchaba por romper la tela del pantalón. Así que sin dilaciones, se quitó el pantalón, el calzón color negro, dejando ver su pene bien cuidado, con unos pocos bellos largos, por donde en el glande escurría una cascada finita de líquido pre seminal. Nicole se quedó viéndole el pene a John, deseando hasta chuparlo como una rica paleta de fresa. Pero por ahora quería incrementar su propio calor, si hacía algo más con él, tenia muchas ideas para vivir esos tipos de gustos. Se quedó recostada haciendo movimientos sensuales, gimiendo y respirando hondo. Antes de llegar a su orgasmo, Nicole liberó todas sus ganas de orinar en el pañal, dejándolo totalmente empapado, casi escurriendo. No sacó la mano de entre sus piernas, solo hacía presión en su vagina, sintiendo riquísimo el fluir de su pipí amarilla por sus pompas y en su ano. Así, Nicole siguió frotando más y más, queriendo meterse hasta toda su mano, le excitaba que un hombre le viera lo que estaba haciendo. Cuando abrió los ojos, ─Mmm…. Mmm… Mmm… !! Gimió… luego conectó la mirada con John y entonces, explotó en su orgasmo, no pudo contener sus seis gemidos y casi gritos de placer ─Aaah… Aaah… !!! Con esos sonidos por la chica, John no pudo evitar venirse. Por su pene brotaron las grandes gotas de semen blanco, los que cayeron ante sus pies, casi cerca del sillón donde estaba la joven mujer disminuyendo su placer y llena de alcohol en la sangre. Nicole sintió que todo un cúmulo de su fluido femenino emergió por su vagina, como si hubiese expulsado un chorrito de pipí, pero ese mismo le hizo tener calambres súper intensos, como si un rayo le hubiese caído. No abrió los ojos, solo seguía moviéndose sensual, frotando lento, lento, hasta que poco a poco se fue poniendo fría, pero sin arrepentirse y planificando que si se hacía de nuevo algo así con John, sería mejor. Poco después, John se fue a limpiar su pene al baño de Nicole, mientras ella se quedó en su sillón con su pantalón puesto. La joven mujer ya no quería ni irse a su cuarto, por el alcohol todo le venía pesado. Solo le dijo a John que se quedara para cuando saliera el sol y se fuera después de hacerse algo de desayuno. Para cuando los dos se quedaron recostados en los sillones, apagaron las luces de la sala, pero no tuvo caso, ya que la luz del nuevo día hizo que no hubiese oscuridad en el departamento de Nicole, solo una iluminación tenue. Horas después… Nicole despertó donde se quedó, viendo que John estaba en su mismo lugar, con su ropa puesta, pero sin zapatos. Nada de lo que usaron se había retirado, todo seguía ahí en el suelo, el pañal orinado y el calzón orinado seguían a plena vista. ─Despertaste, linda─. Dijo John. Nicole no quiso ponerse a analizar si estuvo bien o mal, enseguida le vinieron los breves recuerdos de lo que pasó. Le dolía mucho la cabeza, aún sentía el pesar y podía afirmar que se arrepentía de haber bebido tanto. ─Disculpa lo que pasó, no te volveré a molestar así. No les vayas a decir a mis amigas de esto─. Dijo Nicole a John. ─No te preocupes. No te apures. Si quieres te ayudo a reponerte y si gustas, te invito algo para… ─No… no es necesario… tomemos un poco de café aquí y sin mencionar nada. Por favor─. Dijo Nicole, con su voz de mujer. John le afirmó. Los dos se vistieron e hicieron lo que Nicole propuso. Antes de todo Nicole arregló su sala, tiró el pañal y su calzón a la basura, no quería ni pensar si lo lavaría para usarlo en los días siguientes. Bebieron una gran cantidad de café, sin hablar mucho. Al paso de una hora más, John se fue del departamento de Nicole, teniendo ganas de irse al cine a relajarse, aunque el hombre afirmaba que quería seguir durmiendo… lo haría en su vivienda. Nicole se quedó por todo ese día pensando en lo que pasó. Por un lado le encantó estar con John, era el hombre que tanto había pensado en sus momentos con pañales, pero le daba inseguridad lo que llegó a mostrarle… Con el paso de los días, Nicole se mantenía siempre en línea con John por el celular sin animarse a hablar...

LA VISITA DEL SR SPENCER 2

  El sonido del timbre resonó por la gran casa suburbana, y se pudo escuchar el ruido de pequeños pies descalzos mientras el niño más cercan...