lunes, 1 de febrero de 2021

El gusto de Nicole por llevar pañales 9

Nicole estaba tan feliz con su nueva vida a solas, sin sus familiares que entorpecieran sus momentos para usar pañales, los que cuando le llegaban eran con las grandes ganas del mundo, ahora ya vivía tranquila, podía ponerse un pañal cuando sintiera los ánimos para hacerlo. Claro que eso no le impedía los momentos para tener compañía, ya había hecho dos amigas por parte de su sede de trabajo, con las que salía a beber alcohol por los fines de semana. Ellas respondían a los nombres de Miry y Denise. Fue en una de esas salidas, con sus dos amigas, en que Nicole se estaba divirtiendo mucho, se reía de los chistes que sus amigas hacían, los que eran muy referenciales al sexo lleno de fetiches, los que de repente le hacían pensar en sus pañales. Se encontraba un poco ebria, le gustaban mucho las cervezas, disfrutaba de beberlas frías y comer muchas botanas que servían en la mesa. Para esa noche Denise, tenía como invitado a su primo, y cuando el primo de Denise llegó, éste llevaba un invitado más, un amigo. Las tres mujeres en la mesa se sorprendieron. Nicole casi se ahoga al conectar la mirada con el otro, pero lo supo disimular bien. Bajó la mirada ante semejante imponencia del hombre que acompañaba al primo de su amiga. Nicole se movió con sus dos amigas para permitir que los dos caballeros tomaran asiento en la mesa, quedando de frente las tres con ellos dos. Nicole conectó la mirada por unos largos segundos con el acompañante del primo de Denise. A simple vista le encantó. ─Me llamo John─. Dijo el caballero a Nicole. La mujer le dijo su nombre, saludándole con la mano. John y su acompañante invitaron dos rondas más de cervezas a las tres chicas en la mesa, contando sus vivencias y haciéndolas reír mucho. Nicole ya tenía mucho alcohol encima, todo eso le otorgaba la confianza para mantenerse tranquila y sobre todo, absorta en lo que decía el gran hombre frente suyo, el que despedía aromas a alcohol y también a tabaco. Eso le encantaba mucho a Nicole. ─¿Y qué me cuentas de tu vida?─. Preguntó John a Nicole, deseoso de escuchar mucho de esa bella chica que tenía delante de él a quien le brillaban los ojos. Nicole bajó un poco la mirada, pensando en qué cosas iniciar a contarle a ese hombre mayor, pues John le dijo que tenía 32 años, y ella apenas tenía 25, pero 7 años no era tanto. Así que al reconocer mucho que John era uno de esos hombres que tanto se había imaginado en sus sueños y en sus momentos de niñita con pañales, se dejó llevar por el encanto. Por lo que le comenzó a relatar los mejores sucesos de su vida, pasando por alto lo de los pañales. No tenía que sacarlo a la luz por ahora. John escuchaba atento, le gustaba mucho la voz de Nicole, afirmaba que algo había de raro y misterioso con ella, incluso podía reconocer que a pesar de estar ebria, conservaba sus actitudes de una niñita. Pasadas las horas, dieron las 3 de la madrugada. Nicole y sus dos amigas tuvieron que irse. John se ofreció a llevarlas a casa, para que a la hermosa chica que conoció no le pasara nada. Se fueron del bar en el auto de John, llevaron a Denise y a Miry a sus departamentos, por último se fueron al de Nicole. Al llegar, Nicole invitó a pasar a su nuevo amigo a su vivienda, la que estaba bien arreglada, cómoda para ella misma. Ingresaron, John sintió los aromas de un lugar femenino, vio las decoraciones de algunos peluches en la sala de su joven amiga y todo en buen estado. Nicole caminó por su lugar cuidando no caerse, sentía que por momentos el suelo se le inclinaba o que sus pies se le volvían como de goma por los grandes litros de cerveza que bebió en el bar. Tenía ganas de ir al baño para liberarse de las ganas de orinar, pero quería hacerlo en un pañal cuando se fuera John. Así que apretó para que no molestaran las ganas por un momento más. John se sentó en el sillón, estirando sus pies. Nicole se sentó a su lado, para escuchar, ya que los dos tenían muchas ganas de seguir platicando. Justo ahí John comenzó a continuar relatando lo que no pudo terminar cuando estuvieron en el bar, por la música y las intervenciones de las dos amigas de Nicole. Contó las vivencias con sus amistades en la juventud, los problemas en los que se metió por ser un poco confiado y cómo fue que se convirtió en un hombre aplicado. También Nicole le iba contando más a profundidad los detalles de su vida, por esos segundos de emociones felices entre los dos, la chica quería liberarse y comenzar a insinuar lo del tema de los pañales, quería de una forma u otra, el tema se tornara un poco caliente para que se liberara el tema de su pasión, pero no sabía cómo hacerlo. De tantas risas y risas que tenían, ambos sentían la necesidad de seguir entre aromas a tabaco y alcohol, a lo que Nicole dijo: ─¿Oye no quieres seguir bebiendo? Para que no te preocupes puedes quedarte a dormir y relajarte al amanecer─. John sonrió, sabía que Nicole era una de esas chicas que cuando decían algo era que realmente lo querían. Así que le dijo: ─Claro. Sigamos, y gracias por la hospitalidad. Pero, ¿tienes botella o cerveza?─. ─No, pero podemos pedirla a domicilio con los bares que están abiertos─. Dijo Nicole. John vio que la chica sacó su celular y comenzó a teclear llamando directamente a un bar. Esperó por unos diez minutos que la orden estuviera lista, siendo una botella y una caja de cigarrillos. Mientras todo llegaba, continuaron conversando. Una hora después… Nicole estaba tranquila en su sala, continuando con John. Para relajarse mucho, se habían retirado los zapatos y calcetas, sintiendo el fresco del suelo. Pronto tocaron el timbre y Nicole fue a atender. Pagó la orden y se fue de nuevo con John para seguir bebiendo. A esas alturas de la madrugada se les había bajado un poco el alcohol que bebieron en el bar, pero con la botella, al grado de ir poco a poco con ella, se les fue nivelando más y más. Nicole sentía que podía quedarse en confianza de John, no sentía preocupaciones por haberlo conocido en ese mismo día, si antes se había desnudado ante la cámara para un extraño en el internet usando sus pañales, ahora de grande bien sentía los ánimos para hacer cualquier cosa si la ocasión se prestaba. Mientras Nicole bebía su copa, John le preguntó: ─¿Y tienes algún gusto raro?─. Nicole casi se ahoga de nuevo al escuchar eso, en breves segundos el calor de su cuerpo aumentó y la mirada hacia su amigo mayor se hizo más intensa. Si lo que quería era mencionar su gusto por los pañales tenía que aprovechar esa pregunta, y le dijo: ─¿Cómo que gustos?─. John dijo: ─No lo sé, lo que tú quieras, no diré nada─. ─Tú primero─. Retó Nicole, sonriente, acomodándose frente a John con las piernas flexionadas, sosteniendo su copa con medio líquido. ─Bueno, pues a mí me gusta mucho ser como dominante, es decir, como autoritario, que si alguien requiere disciplina, me gusta entrar en juego para aparentar ser algo como─. Nicole sintió que su corazón bombeaba sangre a toda velocidad, el alcohol estaba hasta en su alma, esa era la mención correcta que estaba esperando en su vida por parte de un hombre de la talla de John, así que ya no pudo resistir más. Decidió que le diría su gusto más íntimo, con el que creció desde niñita; al fin y al cabo, si John no le correspondía con eso, podría ignorarlo y seguir con su vida en la búsqueda de alguien más. La chica afirmó que no tenía que perder nada, reiteró en segundos que si ya se había mostrado ante la cámara para un extraño, podía hacer lo mismo pero en real. Y le dijo a John sin tartamudeos: ─No te sorprendas mucho, a mí me gusta usar pañales. Me gusta ser una niñita que los usa, como de unos cinco años. Así como tú dices que te gusta ser, yo soy como esa niñita que a veces necesita disciplina─. John bebió una gran porción de su copa, resistiendo el calor que le bajaba por su garganta. Se le hizo muy raro el tema de los pañales, jamás en su vida lo había escuchado, no tenía idea de qué era eso, pero en su interior sabía que todo el mundo guardaba secretos; incluso pudo llegar a relacionar su modo de ser en la intimidad de alguien duro y recto para alguien de menor edad. Así que le dijo a su bella compañía: ─¿Enserio? Me sorprende mucho. No tenía idea que esos gustos existieran. Cuéntame más─. Nicole vibró de alegría, quería echársele encima a su amigo para besarlo y hasta sentarse en sus piernas, pero quería ir paso a paso si era posible en esas situaciones de realidad, de estar ahí con otra persona recién conocida. Así que moviendo un poco sus piernas por sentirse excitada, fue relatándole a John sus inicios con los pañales, de cuando de niña se masturbaba en la cama y cómo fue que los empezó a comprar a escondidas. Le contó cuando se hizo popó ante sus padres y que le descubrieron dos pañales de los que escondía en su cuarto. John como todo caballero escuchaba en silencio, sonreía ante Nicole, le servía más líquido para hacer que se animara a seguir despierta. ─Me sorprende todo eso. A ver que otro día jugamos a eso que te gusta─. Dijo John. Nicole no pudo más, así que simplemente se recostó en el largo del sillón, estirando sus piernas, y metió su mano derecha bajo sus pantalones y su calzón, aunque el botón estuviera un poco apretado. Metió sus dedos por su vagina llena de humedad, la que en sí parecía como su boca, despidiendo unos hilachos de saliva. John se excitó justo ahí, la bella chica que conoció se estaba masturbando para él. Y le dijo con tono coqueto: ─Oh… linda… ¿estas caliente?─. Nicole siguió masturbándose, metiendo sus dedos de la mano derecha, tocando su clítoris. El calor en su cuerpo le evitaba poder decir que sí, pero tomó aliento y ánimos para interrumpirse, y le dijo: ─Sí estoy bien caliente… mira… me estoy tocando mi vagina, me meto los dedos… quisiera que me pusieras mi pañal… quiero que me pongas mi pañal─. Nicole terminó de decir eso, y las ganas de orinar que tenía se le liberaron un poco; por su vagina emergieron unos chorritos de pipí, los que le ayudaron a sentir más rico mientras se frotaba entre las piernas. Con escuchar eso, John sintió que su pene se le puso erecto, como una zanahoria. Se puso de pie, permitiendo que la chica viera que estaba llenándose de calor. ─Claro, yo te pongo tu pañal. ¿Dónde están?─. ─En mi cuarto… abre una de las gavetas y saca el paquete y todas las cosas de bebé que veas─. Dijo Nicole, sin tartamudeos. Permitió que John fuera caminando hacia su cuarto, pues no quería intervenir su estimulación. Solo se quedó frotándose, abriendo el botón del pantalón para que su mano ingresara con facilidad. John se apresuró para no hacer esperar a su hermosa chica, en su interior sentía dudas de cómo poner un pañal, jamás en su vida había puesto uno, ni siquiera a un bebé, pero podía hacer el intento. Rápido ingresó al cuarto de Nicole, viendo todo en orden, algunas cosas estaban desarregladas, como sus zapatos y algunas prendas sucias, pero vio la cómoda y sacó lo que le indicó. Vio el paquete de pañales para adultos y los accesorios. Regresó a pasos rápidos a la sala. John vio que el pantalón de Nicole estaba manchado de humedad, sabía que la chica se estaba haciendo pipí por la gran mancha en la tela del pantalón, por lo que se apresuró a hacerlo. ─Abre todo el pañal y pones las cuatro cintas bajo mi cintura, lo subes y pegas bien ajustado─. Dijo Nicole, con su tono bajito, cerrando los ojos, sin dejar de masturbarse, sintiendo que las cosquillas llegaban a todo su cuerpo iniciando en su vagina. John hizo eso, abrió el pañal a todo su tamaño y luego le despojó el pantalón a la chica, viendo el calzón color rosa de Nicole, el que tenía una figurita de Hello Kitti en la parte donde se frotaba, húmedo por el pipí que se le salía de urgencia y los hilachos de su lubricación; se lo despojó lentamente. Nicole no tuvo pena en que el hombre al que admiró por horas en el bar le viera toda su vagina, se detuvo de meter sus dedos para permitir que le pusiera el pañal. Levantó un poco su cintura, abrió las piernas un poco y ayudó a John para que el pañal quedara bien simétrico. Cuando estuvo con el pañal puesto, Nicole se quedó masturbándose por una media hora, John le observaba. ─Déjame ver tu pene, quiero que te masturbes conmigo─. Dijo Nicole a John. El joven hombre no tuvo problemas con eso, su pene estaba más duro que un pepino, luchaba por romper la tela del pantalón. Así que sin dilaciones, se quitó el pantalón, el calzón color negro, dejando ver su pene bien cuidado, con unos pocos bellos largos, por donde en el glande escurría una cascada finita de líquido pre seminal. Nicole se quedó viéndole el pene a John, deseando hasta chuparlo como una rica paleta de fresa. Pero por ahora quería incrementar su propio calor, si hacía algo más con él, tenia muchas ideas para vivir esos tipos de gustos. Se quedó recostada haciendo movimientos sensuales, gimiendo y respirando hondo. Antes de llegar a su orgasmo, Nicole liberó todas sus ganas de orinar en el pañal, dejándolo totalmente empapado, casi escurriendo. No sacó la mano de entre sus piernas, solo hacía presión en su vagina, sintiendo riquísimo el fluir de su pipí amarilla por sus pompas y en su ano. Así, Nicole siguió frotando más y más, queriendo meterse hasta toda su mano, le excitaba que un hombre le viera lo que estaba haciendo. Cuando abrió los ojos, ─Mmm…. Mmm… Mmm… !! Gimió… luego conectó la mirada con John y entonces, explotó en su orgasmo, no pudo contener sus seis gemidos y casi gritos de placer ─Aaah… Aaah… !!! Con esos sonidos por la chica, John no pudo evitar venirse. Por su pene brotaron las grandes gotas de semen blanco, los que cayeron ante sus pies, casi cerca del sillón donde estaba la joven mujer disminuyendo su placer y llena de alcohol en la sangre. Nicole sintió que todo un cúmulo de su fluido femenino emergió por su vagina, como si hubiese expulsado un chorrito de pipí, pero ese mismo le hizo tener calambres súper intensos, como si un rayo le hubiese caído. No abrió los ojos, solo seguía moviéndose sensual, frotando lento, lento, hasta que poco a poco se fue poniendo fría, pero sin arrepentirse y planificando que si se hacía de nuevo algo así con John, sería mejor. Poco después, John se fue a limpiar su pene al baño de Nicole, mientras ella se quedó en su sillón con su pantalón puesto. La joven mujer ya no quería ni irse a su cuarto, por el alcohol todo le venía pesado. Solo le dijo a John que se quedara para cuando saliera el sol y se fuera después de hacerse algo de desayuno. Para cuando los dos se quedaron recostados en los sillones, apagaron las luces de la sala, pero no tuvo caso, ya que la luz del nuevo día hizo que no hubiese oscuridad en el departamento de Nicole, solo una iluminación tenue. Horas después… Nicole despertó donde se quedó, viendo que John estaba en su mismo lugar, con su ropa puesta, pero sin zapatos. Nada de lo que usaron se había retirado, todo seguía ahí en el suelo, el pañal orinado y el calzón orinado seguían a plena vista. ─Despertaste, linda─. Dijo John. Nicole no quiso ponerse a analizar si estuvo bien o mal, enseguida le vinieron los breves recuerdos de lo que pasó. Le dolía mucho la cabeza, aún sentía el pesar y podía afirmar que se arrepentía de haber bebido tanto. ─Disculpa lo que pasó, no te volveré a molestar así. No les vayas a decir a mis amigas de esto─. Dijo Nicole a John. ─No te preocupes. No te apures. Si quieres te ayudo a reponerte y si gustas, te invito algo para… ─No… no es necesario… tomemos un poco de café aquí y sin mencionar nada. Por favor─. Dijo Nicole, con su voz de mujer. John le afirmó. Los dos se vistieron e hicieron lo que Nicole propuso. Antes de todo Nicole arregló su sala, tiró el pañal y su calzón a la basura, no quería ni pensar si lo lavaría para usarlo en los días siguientes. Bebieron una gran cantidad de café, sin hablar mucho. Al paso de una hora más, John se fue del departamento de Nicole, teniendo ganas de irse al cine a relajarse, aunque el hombre afirmaba que quería seguir durmiendo… lo haría en su vivienda. Nicole se quedó por todo ese día pensando en lo que pasó. Por un lado le encantó estar con John, era el hombre que tanto había pensado en sus momentos con pañales, pero le daba inseguridad lo que llegó a mostrarle… Con el paso de los días, Nicole se mantenía siempre en línea con John por el celular sin animarse a hablar...

El gusto de Nicole por llevar pañales 8

Años después…
 Y así como Nicole se acaba los pocos pañales que compraba en un momento pleno que para ella eran segundos, así se le fueron los años. De los doce años, pasó a tener veinticinco años, en los que se convirtió en toda una hermosa joven mujer. Había finalizado sus estudios en mercadotecnia, al igual que conseguido un buen trabajo en una empresa lejos de su ciudad, la que le contrató; por ese motivo, la hermosa Nicole se tuvo que mudar y dejar a sus padres, quienes se pusieron alegres porque su hija estaba tomando caminos de vida propios y porque los dejaba, pero ya tenía las decisiones propias y Nicole estaba decidida a irse, no solo por su trabajo, sino porque quería retomar un viejo y abandonado gusto. Pasó que un día, Nicole se tuvo que ver vista en la decisión de decirle adiós a los pañales porque su madre encontró sus posesiones en su cuarto. La mujer que cuidaba a su hijita le preguntó mucho sobre esos dos pañales en el closet, pero a la chica le costó mucho dar una respuesta coherente, su mente no le dio respuestas para negar y decir cosas banales, por lo que se tuvo que ver forjada a revelar su pasión por los pañales en cierto grado. Ese detalle enfureció a sus dos padres. Los dos adultos le recriminaron a su hija sus infantiles pensamientos y la hicieron parecer una chica tonta. Ese hecho hizo que Nicole pensara mal hacia los pañales, pero en el fondo se le quedaron arraigados. Después, la bella Nicole, creció y creció hasta tener 25 años… En una bonita mañana, Nicole salió de su casa para abordar todo a su propio auto, diciéndole adiós a su cuarto, el que poco a poco con su crecimiento fue dejando su apariencia de una niña hogareña, y tomó uno sencillo, femenino en todos los aspectos y bien cuidado en el orden. El lugar quedó casi vacío pues Nicole prefirió llevarse la mayoría de sus posesiones. Sus padres le dieron un gran abrazo y la vieron irse. Nicole viajó con música en su auto por cuatro horas, hasta que llegó a la ciudad donde estaba la sede de su empresa y su nuevo departamento para ella sola. En tiempos anteriores Nicole ya había ido a remodelar su vivienda, por lo que una rica cama, una sala, y provisionales elementos hogareños le esperaban en su orden. Ella abrió normal, feliz, emocionada por llegar a vivir completamente sola. Le dio un vistazo a todo su lugar, sintiéndose en duda de qué hacer primero, pero por ese día de llegada, la mejor bienvenida, era descansar las horas de manejo. Varios días después…. Nicole ya se había adaptado a su nueva ciudad. Todo en su trabajo fluía bien y como azares del destino, como si este mismo fuese un capricho que la mantenía en su lugar, un día sábado, cuando la bella Nicole se encontraba en un restaurante desayunando, llegó una familia, una pareja con tres niños de siete años. Vio que los padres se sentaron en la mesa de al lado y justo cuando quería ignorarlos, se dio cuenta que la niña del par de hermanos, estaba usando un pañal bajo su mallón color menta, el cual era visible aunque la niña trajese una blusa un poco larga que le cubría sus pompas. Nicole sabía cómo detectar un pañal, era como un sexto sentido, una habilidad tan buena que no muchos podían gozar. Eso le hizo sentirse como aquella vez en su vida como chica joven, cuando se hizo popó encima delante de sus padres, cuando le dieron una cachetada bien fuerte hasta casi hacerla llorar, al igual que sentirse mal por tener gusto por las cosas con mal olor. Eso pasó por sentir una envidia hacia otra pequeña que usaba pañales por razones raras. Nicole siguió comiendo y dejó de ver ese panorama, viendo su alimento como una mujer ofendida. Ella había ordenado un rico desayuno estilo americano, en el que estaban en su plato unos huevos revueltos, plátanos fritos con mucha crema y queso, tortillas, pan y un bulto de frijoles. Había más gente en el restaurante familiar, todos comían y mientras lo hacían, la bella joven Nicole masticaba sus porciones pensando en las sensaciones de los pañales. Eso le gustaba y a la vez no, pues afirmaba que era como volverse loca, era como querer algo en el instante y no poder poseerlo, ser un fantasma y traspasar los objetos que deseaba tocar. Momentos después, Nicole terminó de comer, pagó su cuenta y se fue hacia su auto. Al ir en el camino conduciendo, llegó hasta su calle que la llevaba a casa. El tránsito era lento, pues era una calle destinada al paso público y las personas acostumbraban a usarlo para ir a diversos sitios. Mientras Nicole iba avanzando en la fila, vio que unas personas llevaban a sus bebés tomados de las manos, enseñándoles a caminar, con ver eso, vio el pañal que usaban los bebés, intentó distraerse y pensó en sus pendientes laborales. Otro poco en la fila, Nicole vio que pasó una señora con un chico de unos seis años, pero éste bonito niño tenía unas pompas algo grandes y llevaba la ropa bien elegante. Nicole pensó que usaba pañales, pero luego volvió a distraerse para no profundizar, puso su radio y así avanzó seis minutos más. Luego, a Nicole le tocó el color rojo del semáforo para dar vuelta a su calle, y se detuvo. Mientras aguardaba, pasó una chica que le recordó a sí misma cuando se compraba sus objetos absorbentes a escondidas, pues la niña que caminaba en la acera llevaba a un bebé de unos tres años, que ya caminaba y no usaba pañales, pero la hermana cargaba de la mano derecha un paquete blanco y colorido. A Nicole le gustó la apariencia física de la niña que llevaba a su hermanito caminando de la mano, pues sintió que era ella misma. Pero los pañales en la mano de aquella pequeña nena le hicieron sentirse llena de la misma envidia, en ese instante la chica joven se sintió igual de caliente como antes, movía sus piernas en señal de desesperación y justo en ese momento, antes de cambiar el semáforo, decidió irse al supermercado para comprarse unos suministros para ella misma. ¡Tenía que ponerse en pañales de nuevo! Nicole condujo rápido hasta llegar. Ingresó con pasos rápidos y se dirigió al área de bebés. Echó un paquete de toallitas húmedas, una botella de talco, una crema para rozaduras y se fue al área de pañales para adultos, que estaba más a la vuelta de los bebés. Como ya tenía el dinero suficiente para comprarse los que quisiera, entonces decidió llevar tres paquetes de pañales para adultos. Se fue a pagar y retornó a casa. Nicole apenas abrió y cerró. En su sillón, se desnudó completamente, dejando su pantalón, su blusa, su sostén, dejando ver sus sensuales pechos, bien erizados; por último, bajó su calzón, dejando ver a todo su departamento su cuerpo fino, el de una diosa a punto de ponerse sus amados objetos de placer, sus pompas y su vagina sin ningún bello. Nicole quiso permanecer para toda su vida como una niña grande. Con ese deseo, los pañales serían la cereza del pastel. Nicole se acostó en el sillón, observando los pañales para adultos, detallando que eran iguales a los de bebés, más grandes, sin aromas pero cómodos. La emoción hizo relajarse a su cuerpo, por lo que se comenzó a echar mucho talco en su vagina, frotando lentamente, dándose masajes, haciendo llegar a unas cuantas cosquillas que rápido le recorrieron el cuerpo de diosa. Seguido, levantó sus piernas y puso crema en sus pompas, metiendo bien sus dedos para cubrir su precioso ano. Puso el pañal bajo sus pompas y cerró, cubriéndose su fuente de miel y placer. No dudó en irse a ver a su espejo, admirándose de nuevo, ahí estaba, con pañal, a sus 25 años de edad, usando algo para incontinencia pero a ella le valía, usaría tantos pañales como fuese posible. Bien por ese día, Nicole hizo sus quehaceres en su casa, para cubrirse el pañal y poder salir a comprar unas cosas sin que le vieran, se puso un vestido de mezclilla y unos tenis deportivos, algo ligero para andar caminando esperando bajara el deseo. Poco después, el producto de su cena en el día anterior, una rica torta con carne y verduras, junto con el desayuno hicieron su intento de salir. Nicole entró a su casa para poder gozarlo a gusto, ya era el medio día y había salido a caminar un poco para conocer aún mejor el nuevo barrio. Apenas cerró la puerta, y ante su vivienda se hizo popó en el pañal, dejando salir toda la bola calientita que le hizo oler mal. Ya no tenía pretextos para no hacerlo, no estaban sus padres, no tenía más familiares que llegaran repentinamente a arruinarlo, era una mujer hermosa y libre con su pasión. Cuando terminó de ensuciarse, su pasión ya la tenían caliente en todo sentido. Nicole no necesitaba pensar mucho para decidir hacer algo con la suciedad apretada en sus pompas. Caminó hacia su sillón y se sentó, llevando la carga sucia hacia el frente de su vagina. Emocionada por la vida libre, no dudó en masturbarse para sí misma. Metió su mano derecha con sus largos dedos, sintiendo la masa batida en todo el algodón amarillo del pañal. Tocó su propio clítoris, sintiendo los calambres más intensos por la maravilla de tener una vida a solas. Frotó como una lámpara toda su vagina, metiendo los grumos hasta el fondo, provocándose un rico orgasmo de mujer soltera. Sacó su mano sucia del pañal, observando su suciedad, sonriendo, afirmando ser una niña adulta tan sucia. Y se fue a bañar.

El gusto de Nicole por llevar pañales 7

El crecimiento y el desarrollo de Nicole se estaban dando al igual que una papaya en su maduración. Ella misma veía con gran felicidad que su cuerpo evolucionaba. Cuando se daba una ducha en casa después de la escuela, podía apreciar que sus piernas poco a poco se poblaban de bellos en mínima cantidad, del mismo color a los de su cabeza, y estos mismos igual ya estaban presentes en lo que era su joven vagina: su fina y delicada fuente de placer. Eso le emocionaba mucho porque significaba que pronto podría estar con alguien del sexo opuesto e ir probando experiencias que le hicieran sentir mucho más. En cuanto a lo que había hecho con sus padres, lo de hacerse popó en su calzón frente a ellos para que le compraran pañales, en su casa se había olvidado; por fortuna ellos dos no hicieron preguntas, solo superaron su molestia con ella poco a poco, hasta que los tres volvieron a interactuar como siempre, con mucha alegría y sonrisas. La chica de los doce años que ya iba en camino a los trece años poco a poco iba teniendo más y más ideas al respecto de los pañales, ya no eran actividades sencillas en las que se los ponía en el baño a solas y los usaba mojándolos o haciéndose popó, sino que en su joven mentalidad ya estaba buscando el objeto con el que probar la estimulación para sentir más cosquillas en el interior de su vagina. Esas ideas le daban porque en su escuela por una vez a la semana, llegaban unas personas a hablar sobre la sexualidad y eso a ella le encantaba, porque cada tema que tocaban los podía ir rectificando con sus propias experiencias, estaba totalmente de acuerdo con las sensaciones de las mujeres al frotarse por en medio de las piernas, al igual con lo que era el introducirse algo sólido en la cavidad de su vulva. En un día normal en la vida de Nicole, ella se encontraba en la escuela. Todo su salón tenía la última hora libre, solo estaban esperando que sonara la campana para poder retirarse. Faltaba media hora para eso, por lo que todos conversaban con sus mejores grupos de amistades. De pronto, Nicole vio que dos de sus compañeras se sentaron en sus sillas vacías, las que estaban a su lado, y le comenzaron a decir a Nicole: ─¿Oye Nikki, tú que piensas sobre que las personas a veces se desnudan por cámara para otros?─. ─Si, es un tema que esta ahora de moda. Dicen que varias chicas de la escuela lo han hecho cuando se meten al baño─. La preciosa Nicole escuchó eso y se sorprendió, fue como escuchar que a muchas otras chicas les gustara usar pañales. Eso le dio una fortuna enorme, porque le indicó que aquellas que hacían eso, también tenían gustos raros que hacer a solas. A lo que son su tierna voz, les dijo: ─La verdad, no lo sé. Es primera vez que escucho algo como eso─. Su otra compañera le dijo: ─Si, son cosas que muchos chicos hacen─. Nicole vio que las dos chicas tomaron sus mochilas y salieron del salón para irse a dar una vuelta, mientras llegaba la hora del toque de salida. En ese momento, Nicole empezó a sentir esas ideas algo agradables, afirmó que eran de la talla de sus acciones con sus gustos tan extravagantes. Se mantuvo sentada en su silla, pensando en cómo sería si ella lo hiciera. Mientras se concentró en eso, los ruidos de sus compañeros se hicieron mudos, era como si estuviera en una cámara de silencio. Su mente se concentró en imaginarse a sí misma ante la cámara de su computadora para comenzar a desvestirse para un desconocido. En cuestión de ocho minutos que se concentró pensando en eso, se sintió excitada, sus respiros eran calientes y su piel se puso erizada, ella misma lo podía sentir y ver en la piel de sus brazos. Empezó a mover las piernas en su silla como queriendo ir al baño a hacer pipí, pero decidió calmarse para que los últimos tiempos en el colegio se hicieron rápidos. Y así fue. Luego tocaron la campana, los chicos en el salón de Nicole se echaron las mochilas al hombro y se fueron hacia la salida. Lo mismo hizo la hermosa chica. Nicole caminó como siempre hasta llegar a su casa, no sin antes pasar a comprar un pañal que necesitaría para esa sesión. Por esos momentos no se sintió caliente, pero las ganas de atreverse a hacer algo como eso le encendieron en cuanto escuchó que el candado en su puerta quedó puesto. Si eso era realmente una moda, definitivamente no tenía quedarse sin probarla. Ella misma pensó con su gran mente que si lo hacía no le pasaría nada, porque estaría actuando ante la cámara y si de vergüenza se trataba, ya había comprado muchos pañales en riesgo que la vieran y se había hecho popó en el cazón ante sus padres: todo sería seguro. Lo mejor de eso, era que con hacer eso en ese momento, no dudaba que se fuese a dar lo que más anhelaba en su vida: ver un pene, pues a esa edad, ya era la suficiente como para pensar sin problemas en eso. En las pláticas de sexualidad les enseñaban dildos y preservativos, pero ella siempre tenía dudas de cómo lucía un pene de verdad, y en ese día, estaba dispuesta a ver uno. Sin preocuparse por quitarse la falda y playera del uniforme, se fue en busca de su computadora, pues para desvestirse, ya lo haría delante de la cámara. Encendió su laptop rápidamente, y mientras cargaba todo, sacó de su mochila el pañal que como ella, estallaba en aromas a bebé. Se encerró en su cuarto, quedándose solo en calcetas. Se recostó en su cama boca abajo en busca de una persona con la cual hacer video llamada. Como no tenía experiencia, entonces se puso a buscar en internet sobre lo que era esa supuesta moda, encontrándose con foros y páginas donde se podían hacer citas con otros desconocidos. Así que no perdió el tiempo y se puso a entrar a un foro con usuario de visitante. La hermosa chica escribió en la página: Hola a todos, soy una chica de 12 años, casi 13, estoy en busca de un hombre de cualquier edad que quiera verme por cámara, en este momento estoy vestida con mi uniforme escolar pero quiero irme desvistiendo poco a poco, y que acepte verme usando mi pañal que me encanta usar. Espero que quien acepte se muestre en rostro, sobre todo que me deje ver su pene… Nicole pulsó en enviar. Su mensaje fue enviado a la sala donde llovían propuestas para pasar el momento bien rico. Nicole se puso nerviosa, pero eran nervios de ansias, en ese instante ella quería llegar al orgasmo y que alguien le hablara dulcemente, sobre todo, aprender a ser una niña grande tan inocente y sucia. Le alegraba el hecho que cuando se ponía caliente, le daban ganas de hacer popó, y en ese instante, ya estaban listas. Seguido, en menos de cinco segundos llegó un mensaje de un usuario que le decía: ¡Yo! Luego llegaron más que le decían: ¡Yo nena, yo te quiero ver usando tu pañal! Nicole se puso caliente con el segundo mensaje, pues fue el usuario que mencionó pañal, por lo que sin dudarlo, abrió la sala de chat y le envió mensajes, diciéndole sus datos de Skype para que la buscara. Lo que Nicole quería era no perder el tiempo, sus padres llegarían en tres horas y no estaba la ocasión para estar pensando mucho. Entonces, Nicole abrió su cuenta en Skype y se encontró con el usuario. La chica puso su computadora en la orilla de su cama, haciendo a un lado las almohadas. Esperó que se vincularan bien y luego, vio sonar la llamada con cámara… Nicole aceptó… ─Hola─. Dijo ella. Viendo luego que la cámara le mostró a una persona de unos cuarenta años, con barba. Afirmó que era un hombre casero pervertido, pero no le podía valer una popó quien le tocó para esa llamada, pues la popó era valiosa para ese instante, ella afirmó que le mostraría su cuerpo desnudo a ese hombre. ─Hola, nena, muéstrame─. Dijo el hombre, con su tono de voz ronca. Nicole sonrió, y entonces se retiró su falda escolar pasándola por sus brazos al igual que una playera, quedándose en su calzón color amarillo con puntitos color rosa, el que dejaba ver a princesas en su pelvis. ─¡¡Huy que hermosa eres niña… muéstrame más!!─. Dijo el hombre. Nicole quiso estar así un momento antes de quitarse las pocas prendas que le quedaban, y se quedó acostada en su cama, viendo a los ojos a la persona que le tocó en esa primera vez. Seguido, se sentó, comenzando a quitarse su corpiño, el cual hacía juego con su calzón femenino. Lo hizo lento, sintiendo los mismos respiros en cada fantasía, también eran los mismos que sintió en la escuela hacía rato. Al quitárselo, abrió sus brazos para que el hombre pudiera verle todo su pecho. ─Espero te gusten, pero soy bonita aún sin tenerlos grandes todavía─. Dijo Nicole, con tono inocente, pero sintiendo que sus palabras la calentaban más. ─¡¡Si nena, eres hermosa, divina, ponte en cuatro… deja ver tus pompas con tu calzón!!─. Le dijo el hombre. Nicole hizo eso mismo, entendiendo que debería estar de rodillas y apoyada con sus manos. Le dio la espalda al hombre, dejando ver sus pompas. Al estar así, tocó sus pechos, sintiendo que se le ponían duros. ─¡¡Quítate tú calzoncito y ponte tu pañal!!─. Dijo el hombre. Nicole se llenó de calor. Con solo un exhalo casi echó humo, y siguió para satisfacer al hombre. Se acostó ante la cámara, viendo el rostro de la persona, quien ya se estaba masturbando, no había dudado en hacerlo con el cuerpo de Nicole, y ella vio que el pene del hombre ya era visible a su ángulo. Eso le llenó de calor, deseaba estar con él como para que la penetrara con todo ese trozo, Nicole comprendió porqué los dildos que mostraban en su colegio eran idénticos a los de la vida real. Así que estiró su mano y tomó el pañal, comenzando a abrirlo. Ella mientras lo hacía, el hombre pudo ver que el calzón de Nicole ya estaba húmedo en su pelvis, supo que estaba lubricándose como para una penetración. Realmente lo deseaba, con frotarse todo su pene tieso sentía que lo tenía como un pepino. Nicole se quitó lentamente su calzón ante la cámara, mostrando sus pompas, su vagina y sus dos cavidades. ─¡¡Eres hermosa… ponte tu pañal y mastúrbate!!─. Volvió a decir el hombre. Nicole hizo caso. Se puso el pañal sin perder tiempo, cubriéndose la intimidad y entonces, con la forma en que se masturbaba, se metió la mano derecha en el interior del pañal y luego sus dedos, mostrando al hombre su estilo. ─¿Te gusta? Dime que sí… ¡Ya estoy caliente!─. Dijo Nicole, sin penas ni titubeos, sintiendo que su vagina lubricaba más y más conforme aceleraba los movimientos. ─¡¡Claro que sí me encanta… nena... sigue… libérate, yo aquí te miro!!─. Entonces Nicole se calentó demasiado, por lo que sin pensarlo más se quedó masturbándose por quince minutos ante el hombre, sintiendo los calambres salir de su vagina y llegar a todo su cuerpo. Su piel ya sudaba como si estuviera un derrame de agua en su ser, y vaya que sí lo estaba habiendo. Cuando Nicole sintió que en sus dedos ya tenía como miel, entonces quiso seguir con sus mismos gustos, pues sus ganas de hacer popó aumentaron. Entonces sacó su mano derecha y se puso en cuatro ante la cámara, y le dijo al hombre: ─Me voy a hacer popó en mi pañal─. ─¡Adelante!─. Le dijo el hombre. Nicole pujó como nunca, sintiendo las clásicas formas de ensuciarse en el pañal. Su popó se acumuló en sus pompas, emergiendo el olor. Cuando terminó, Nicole sintió todo embarrado en sus pompas, pero no quería tenerlo solamente ahí. Se acercó a la cámara y le mostró al hombre que se sentó en la cama, sintiendo que la bola de suciedad se le iba hacia las entrepiernas, claramente ya la tenía cubriéndole su vagina. ─¡¡Sigue… eres hermosa… mánchate si quieres… se ve que eres una niña sucia… sigue!!─. Le dijo el hombre con ánimos a Nicole. Ella se calentó más con escuchar que era una niña sucia. Eso le encantó. Era tan delicioso escuchar que le dijeran sucia. Así que para terminar y ahora sí venirse con todas sus fuerzas, se recostó en medio de su cama y sin dudarlo, metió su mano derecha nuevamente en el frente del pañal, sintiendo que hundía sus dedos en el lodo, pero era su popó tibia, en perfectas condiciones para eso. De igual forma que la primera vez, Nicole empujó un poco de popó hasta el fondo de su vagina, hasta donde le llegaban sus dedos. Los calambres siguieron fuertemente, dándole placer hasta la punta de sus cabellos. ─¡¡Oh estoy muy sucia de mi vagina!!─. Dijo Nicole al hombre. ─¡¡Sí, sigue… eres una niña sucia y te cogería toda!!─. Dijo el hombre. Nicole siguió frotándose con su mano derecha, tan fuerte, sin importarle los riesgos que le pusieran venir por introducirse esas sustancias corporales en su vagina. Hasta que ¡¡¡HUMMM!!! Nicole estalló en orgasmos contenidos… ya ni sabía para donde mover sus piernas, todo era tan rico y repetido que realmente quería que el pene del hombre fuera quien le diera todo ese placer. Antes que lo caliente se le fuera, con las piernas abiertas, se desabrochó las cintas del pañal, mostrándole la suciedad a su compañero de video llamada. ─¡¡Sucia… sucia, mira que vagina tan sucia…!!─. Al decir eso, el hombre también se vino. Nicole pudo ver que del pene del hombre emergió un fluido blanco en grandes gotas, igual escuchó sus gemidos como si fuera un toro embravecido. Los dos se mantuvieron frotándose hasta que las ganas se fueron disminuyendo. Nicole sintió que todo había acabado, tendría que irse a lavar rápido para evitarse molestias por la suciedad que en su cuarto olía fuerte. Poco a poco fue sintiendo que su temperatura bajaba y entonces, se despidieron. Al apagar la cámara y bajar la computadora, Nicole vio el desastre en su cama: habían manchas de popó en las sábanas y tenía que apresurarse a poner en lavado todo eso. Así que primeramente se fue a dar una ducha el baño lo más rápido posible, metiendo sus dedos en su vagina para sacar los grumos apretados de popó. Al final, se fue a retirar las sábanas a su cama. Las echó a la lavadora con mucho jabón y tiró el pañal en el contenedor de la colonia donde vivía… Con lo que era ya experta, todo quedó en casa totalmente limpio. Todo parecía que Nicole había limpiado bien. Cuando los padres de Nicole llegaron, vieron a su hijita haciendo sus tareas, alguien tan responsable en la vida, pero bien caliente y sucia en la cama…

El gusto de Nicole por llevar pañales 6

Pasaron largos días y varios meses en los que Nicole no pudo tocar el pañal que le sobró la última vez que se hizo encima y se metió los grumos de popó hasta el fondo de su vagina. Ella no estaba arrepentida por todo eso, se sentía la chica más afortunada de tener un gusto así. Incluso había perdido el pañal porque uno de esos días, su madre se había puesto a limpiar su cuarto con ella, tiraron las cosas viejas y dentro de las cajas tuvo que echar el último pañal para que no se diera cuenta. Desde esa vez, Nicole no pudo tener tiempo a solas en casa porque sus primas se volvieron sus mejores compañías y peor aún, la delincuencia estaba rondando sus calles y los guardias de su colonia habían recomendado que no se quedasen niños solos en casa. Así que casi siete meses después del último pañal que Nicole se puso, ella no los olvidó, la sensación que emergía de su vagina era totalmente buena como para dejarlos, por lo que solo se mantuvo pensándolos e imaginándose en tenerlos puestos. También no perdía la oportunidad de masturbarse de vez en cuando, sobre todo cuando iba al baño en casa y al terminar de hacer popó en el excusado, como era obvio que tenía que tardar haciéndolo, se recostaba en el retrete y abría un poco las piernas, introduciendo sus dedos de la mano derecha para que los calambres comenzaran a erizarle la piel, era algo tan rico. En esos momentos pensaba que podría hacerse encima usando uno de sus calzones de niña, pero la comodidad de los pañales le indicaban que debía esperarlos para gozar mejor. Igual admitía que la sensación de hacer popó y masturbarse, era placentero. En uno de esos días libres de Nicole, ella iba caminando por las calles de la ciudad donde vivía al lado de sus padres. Los tres iban por el centro y les gustaba ver las cosas que estaban de oferta y las tiendas donde podían comprarse algunas prendas nuevas. Su cuerpo a los doce años ya empezaba a tener forma: sus pompas se hacían grandes un poquito y adquirían bonita apreciación, sus piernas también y sus pechos ya iban en camino a ser como frutos deliciosos. Los que la veían caminar pensaban todo eso, el rastro de su perfume de niña era como feromonas para los chicos mayores, quienes no se perdían de fantasear con esos detalles. En ese momento la hermosa chica no pensaba en los pañales, sus pasos eran tan normales y sensuales. Sus padres hablaban de lo suyo y la chica iba observando que a lo lejos iba caminando lo que le activaría una extraña locura que no la dejaría en paz: Nicole vio que una niña de seis años estaba usando pañales. Ella lo pudo saber y reconocer como oficial porque la niña pequeña que iba delante suyo estaba usando como vestimenta unas mallas de tela que le transparentaban la piel de sus piernas, y no llevaba calzón de tela, solo el blanco pañal que parecía estar húmedo por tener algunas descargas. Nicole se puso roja al ver eso, era como si la estuvieran viendo desnuda a ella, sus pechos enseguida se pusieron macizos y la piel de todo su cuerpo igual se puso como de gallina; la sensación era rica, por lo que igual sentía que su pelvis empezaba a vibrar. Los padres de Nicole veían lo suyo y hablaban sus cosas personales mientras su hija iba adelante muriéndose de celos por una niña crecidita que usaba pañales. A Nicole no le importaba pensar si la niña pequeña usaba pañales por enfermedad, o por si tenía escapes, lo que tenía en su mente como dominación eran los celos, celos gigantescos que le hicieron morderse las uñas de sus manos y sentirse como una total loca paranoica. Justo así se preguntó: ¡¿Cómo rayos una asquerosa niña usa pañales a esa edad? Yo no use pañales a los seis, justo ahora me tengo que suicidar para tenerlos en mi vida solo por minutos… no es justo!! Al estar llena de toda esa envidia, justo afirmaba que sería capaz de perder el juicio mental y la paz social e ir a arrebatarle ese pañal a la niña, por lo que mejor se serenó, y puso un poco los pies en la tierra, era mejor usar pañales comprados por sus mismos padres. Seguido, llena de toda esa envidia y excitación, afirmó que los obtendría en ese mismo día. Con eso en la mente, Nicole era como las anteriores veces, esa relajación y excitación hacían que su vagina ya estuviera húmeda y suficientemente lubricada como para que a su edad, se pudiera meter toda una zanahoria hasta el fondo. La hermosa chica podía sentir que su calzón femenino estaba un poco húmedo, pero ante el mundo nadie podía ver ninguna gotita en su pantalón en la zona de la pelvis. Así que solo se fue con sus padres, caminando lento, y cuando dejó de ver a la niña pequeña, entonces decidió que en ese mismo día, sería como ella pensaba, si lo que iba a hacer tendría resultados. Dos horas después… Nicole y sus padres ingresaron a un restaurante para comer una rica comida china. Se sentaron y conversaron tranquilos. Nicole se sentía igualmente caliente, sus mejillas no dejaban de estar así y tampoco se podía quitar la imagen de la niña que usaba pañales en público sin problema alguno. Por lo que siendo lo más paciente, esa seguridad hacia que sus ganas de ir al baño fuesen aumentando; podía sentir la popó que se formó por lo que comió en la mañana poco a poco ir descendiendo, ella solo detenía la marcha... Hora y media después… Nicole y sus padres comieron sus platillos. Habían pedido un buffet y los tres estaban totalmente satisfechos. Pagaron la cuenta y se fueron caminando hacia la salida del restaurante. Mientras iban pasando por las otras mesas, la mente de Nicole estaba llena de chicos y chicas como ella que usaban pañales en todo momento. A los chicos que vio sentados con sus familias en el mismo restaurante se los había comido vivos en su mente, visionándolos desnudos, sin nada de ropa y en espera de ser puestos en sus pañales, así como le iban a hacer a ella en ese día. Eso le hizo palpitar más su vagina, como si tuviera al corazón entre las piernas. Seguido se fueron en ruta al auto. “¡Es el momento!” Pensó Nicole, porque iban en camino a casa y en la calle donde estaban, no había mucha gente, era el lugar perfecto para fingirlo a la perfección. Nicole estaba perdida en su mente, no había poder humano que la detuviera de hacer lo que iba a hacer, la excitación que sentía era suficiente como para que los calambres en su pelvis se produjeran con cada paso lleno de tanas imaginaciones y sucias escenas. Así que solo fingió ajustar las agujetas de sus zapatos, se detuvo un poco y esperó que sus padres se apartaran cinco pasos más, y cuando estuvo lista, entonces la chica se hizo ahí inclinada como si amarrara sus zapatos. Al sentir que la primera bolita de popó salía, eso le calentó y entonces la liberó toda. Igual los chorritos de pipí emergieron resbalando por su pantalón color rosa. Las manchas, olores le llegaron y la pusieron caliente. Su madre se dio la vuelta y le vio cerrando los ojos, haciendo presión con la cara y al ver la humedad en las piernas de su hija, comprendió que había tenido un accidente. ─¡Hija, te hiciste pipí!─. Reaccionó ella, acercándose. Los dos adultos se aproximaron a la chica de doce años que se quedó de pie con la cara perdida, como hipnotizada, quien solamente se abstenía de meterse la mano en medio de las piernas. ─¡Te hiciste popó!─. Reaccionó su padre. Con el olor en el aire, Nicole afirmó con un rostro fingido lleno de pena, no quería mirarlos a los ojos y entonces, su madre le dijo: ─¡¡Eres una niña cochina, ya estás grande, no seas asquerosa!!─. Seguido le dio una pequeña bofetada en la mejilla. Nicole aterrizó en la tierra, en el planeta tierra, extrañamente su nube mágica y maravillosa se le había hecho lluvia, la había bañado de realidad y entonces comprendió a sus padres quienes le veían furiosos. ─¡¡Súbete al auto, y llegando a casa te me bañas con agua fría, por sucia, no tienes juicio!!─. Repuso la madre de Nicole. Su padre no dijo nada, únicamente fue al lado de su hija viendo que no hubiese personas que vieran el hecho. Nicole caminó hacia el auto, dejando un rastro de pipí en el suelo y las huellas de sus zapatos. En sus pompas ya se apreciaba la mancha de la popó que colgaba de su calzón, faltaban movimientos más fuertes para que comenzara a escurrirse un poco. La madre de Nicole puso muchos papeles higiénicos que ella cargaba en su bolsa para que su chica se sentara, y Nicole se sentó en esos papeles, los que no sirvieron para que el asiento de atrás no se manchara. Los dos adultos se fueron a su casa con el olor de popó invadiendo el auto. Nicole ya ni pensaba en los pañales, solo afirmaba que comportarse así de caliente con esos temas tendría que ser en su intimidad. Al llegar a casa… Nicole salió con cuidado del auto. Sus pompa estaban totalmente batidas y su madre le dio camino para que ingresara primero hasta el baño. Nicole caminó rápido, para que nadie más la viera y en el baño, la chica se desvistió totalmente, hasta quedarse en el calzón femenino que le sostenía la apestosa bola café, que bien parecía cartón remojado con agua. Nicole se deslizó el calzón de tela por sus piernas, viendo que todo se salía y caía al lado de sus pies, a pesar de la pena que vivió con sus padres, le había gustado la emoción, pero eran cosas que quería afirmar en otros momentos. Seguido lavó bien sus piernas y su vagina, retirando las manchas. También fue así con sus pompas, tallándolas bien con la fibra y usando mucho jabón. Su calzón sucio lo desechó a la basura. Los padres de Nicole ayudaron en limpiar el asiento de atrás del auto, y así de molestos, le indicaron a su hija que estaba castigada con lavar su ropa ella misma por dos meses enteros. Nicole comprendió algo: después de haber hecho aquello, su amor y pasión hacia los pañales, serían cosa de ella misma, sus padres no tendrían que pasar eso de nuevo ni con el más mínimo detalle posible…

El gusto de Nicole por llevar pañales 5

Nicole sabía que sus pañales se habían acabado, y ya era tiempo de ir a comprar más. Solo que le faltaba una cosa, reunir mucho dinero para ya no llevar dos, sino todos los que pudiera. La desesperación que le daba por tenerlos se le hacía fuerte por distintas horas del día en que aprovechaba a ser una niña todavía, pues de igual manera, de algunos raros lugares del mundo, le llegaban pensamientos hacia ciertos chicos de la escuela que antes no miraba pero ahora sí, le era extraño, pero le gustaba pensar en qué cosas invertían su tiempo, “o se ponían pañales como ella a escondidas del mundo”, y eso, le hacía sentir cosquillas en su cuerpo. Por lo que en un momento del día, por la tarde, ya se hacía de noche, y Nicole y una su prima, terminaban de jugar con las muñecas. Acción que a Nicole ya la tenía brutalmente aburrida, pues sus pensamientos fuertes le debilitaban los comportamientos naturales a su edad, solo quería estar sumergida en la seguridad de los pañales. Su desesperación por sus anhelos le hacía estar semi roja de su rostro y con sus mejillas redonditas. Entonces fue que llegaron sus tíos, y se llevaron a su prima. La despedida fue de lo más normal. Al cerrar la puerta escuchando que se iban en el auto, sabiendo que por fortuna estaba sola una vez más, entonces se le llenó el corazón de esperanzas. Todo lo redujo a un “por fin”, y se fue corriendo hacia su cuarto para ver cuánto tenía de dinero. Al estar allí, entonces sacó su alcancía con la forma de una hermosa hada. Le sacó el corcho de madera en la base, poniendo las monedas en la cama para contarlas. Al hacerlo, entonces vio que no le alcanzaba para ni para otro paquete de dos. Para no quedarse sin las ganas, recordó esos lugares estratégicos de su casa donde sobraban monedas al barrer y todo, corriendo a la velocidad de la luz por ellas. Fue a la lavadora, sacó más; bajo los sillones, sí habían. Al final, ya tenía para comprarse otro paquete de dos, como el de la vez anterior. Se montó en su bicicleta y pedaleó lo más rápido posible hasta el supermercado. Estando allí, con la mirada súper veloz, cuidada que no se encontrase algún conocido de cualquier parte por los pasillos. Su corazón le latía a mil, pero ella describía bien que no era por nervios, sino que era algo más que les pasaba a las chicas cuando querían cosas con la vibración de su ser, solo que no recordaba la palabra. En el área de bebés, entonces ubicó los que compró la vez anterior y se llevó uno con dos unidades, y huyó al pago y al retornó a su casa. De nuevo en casa, encerrada con llave, ya no quiso subir hasta su cuarto, por lo que ahí mismo en la sala, dejó su bolso pequeño y el pequeño paquete sellado, comenzando. Se quitó los zapatos de botita rosa, quedándose con sus calcetas moradas. Admitía que bajarse el pantalón era sensual, emocionante, descubriendo que las cosquillas que le hacían vibraciones en todo su cuerpo venían de su pelvis. Puso el pantalón en el sillón, y no tardó en quedarse en su ligero corpiño rosa y en su calzón blanco. Quiso bajarse el calzón así de pie, pero quería verse como niña súper pequeña, entonces se acostó sobre la alfombra, llevando los materiales. Así que ahí si se quitó su calzón blanco, poniéndolo al lado de su cintura. Acostada con sus piernas desnudas, rompió con fuerza el paquete, sacando un pañal rosa. Lo abrió, poniéndolo bajo sus pompas. Lo subió hasta cubrirse su vagina, cerrándolo con las cintas. Esos ruiditos del plástico le hacía sentirse bien, no sabía por qué respiraba fuerte, pero le gustaba. Al ponerse de pie, se acomodó bien el pañal a su pelvis, palpándolo en sus pompas y su entrepierna, sintiéndose la niña más feliz del mundo. Seguido se llevó su ropa en la mano hasta su cuarto. Terminó sus pendientes con el pañal puesto a la vista, caminando de un lugar a otro en su casa. Eso le hizo sentir ganas de hacer pipí, por lo que sentándose en el sillón, separó sus piernas y permitió que todo fluyera. Toda su entrepierna se ponía húmeda de su pipí amarilla que inflaba la tela; le gustaba que se iba empapando todo el pañal hasta llegar a sus pompas. Liberar las ganas de orinar y estar viendo una imagen de la película de Moana de Disney en un calendario le gustaba infinitamente. Y de nuevo sin saber de dónde ni porqué tanto así, Nicole sintió que toda su piel se empezaba a poner erizada, como si con una pluma le rozaran las piernas y su ombligo. Sentirse así le hacía dar brinquitos en el sillón, provocando que el pañal en su cruce por sus entrepiernas se le pegara y despegara, aumentando esas cosquillas por su cuerpo. Así que descubrió que ahí estaba de nuevo esa sensación, y al exhalar aire caliente, entonces supo que ya podía tocar otra vez como siempre. Viendo las figuritas del pañal en la parte frontal, introdujo sus primeros tres dedos de la mano derecha, dándose una caricia en su vagina resbalosa por su pipí; cerró los ojos pues las cosquillas aumentaron. Se frotó varias veces con la mano resbalosa, como a una lámpara maravillosa, a la que el genio ya hubiese salido a su labor. Como el pañal hacía sus ruidos por el plástico, Nicole quiso entonces volver a frotarse hasta lo más lejos, y su dedo medio, lo introdujo lentamente con facilidad, pues todo estaba húmedo y calientito. ─¡¡Mmmm!!─. Fue su gemido que no quiso ocultar. Eso le hizo sentir que sus pequeños pechos que ya iban en camino a ser grandes, se ponían duros, tomando un poquito de forma. Así que puso su dedo medio tenso, metiéndolo como si quisiese alcanzar algo en su pelvis, ¡¡Y más calambres como chispas le llegaron al cerebro!! Obligándola a cerrar sus ojos, exhalando de pasión. Nicole se apoyaba en su mano izquierda casi recostada en el sillón, con la otra se masturbaba con gran intensidad, dando gemidos estruendosos, respirando los olores a pipí que venían del pañal resistente a no romperse. Y todo ese movimiento corporal, hizo que todo el funcionamiento en su cuerpo se activara. Nicole dejó de frotarse con los dedos hasta el fondo, disminuyendo la velocidad, pero eso no bajó el calor y su sudoración. Ella sentía otra sensación, la cual hizo que se emocionara más, y agradecida con su vida, un intenso ¡¡SÍ!! Con la mirada perdida sin saber a dónde ver, se hincó en el sillón, sujetándose fuerte, comenzó a dar pujidos, afirmando que sí lo quería. Quería sentirlo en ese instante, quería sentirse satisfecha, liberarse, desmayarse con eso, quería estar sucia, masturbarse siendo la niña más sucia, y así pujó fuertemente, haciéndose toda la popó en el pañal, un gran volumen que venía por el desayuno bien servido. La gran bola de popó le infló más sus pompas, borrando la línea de sus figuras, sintiendo ese calorcito apretado, el cual no le hizo arrepentirse, le hizo enorgullecerse. El palpitar en su vagina seguía, y para no perderlo, se sentó en el suelo recostada en el sillón, empujando toda la bola de suciedad hacia sus entrepiernas, sintiendo que se deslizaba por toda la figura del pañal amarillo. El olor a popó y pipí le obligaron a querer tocarse, así que metió sus dedos de nuevo, sonriendo en su mente y en su rostro, haciendo volver las cosquillas correr y correr en todo su cuerpo. Nicole se tocaba fuerte con sus dedos, se frotaba, sintiendo un palpitar que le causaba cosquillas y respiraciones agotadoras pero ricas. Era como tener el corazón entre las piernas. Siendo consciente del tiempo, vio el reloj en la pared, sabiendo que ya tenía poco tiempo para aliviarse y darse una ducha, entonces, sin sacarse la mano del pañal totalmente sucio, continuando con su frote en esa mezcla mal oliente, se fue hacia el baño, llevando una bolsa plástica. Pero antes, quiso terminar con el último orgasmo intenso. La chiquilla de doce años se recostó en el suelo y la pared de la regadera. Nicole se frotó como nunca, resistiendo las ganas de gemir, y evitando que se escapara la corriente de cosquillas. Aguantó así por seis segundos, frotando a mil por ciento con la mano a su vagina sucia, y luego explotó recostándose en el suelo, con un gran: ─¡¡Aaaaaa… Mmmmm!!─. Su vagina llena de popó palpitaba y palpitaba como un corazón, ella sentía fuertísimas cosquillas hasta la punta de sus cabellos que no le dejaban abrir los ojos. Después de eso, se sacó la mano llena de suciedad. Nicole se llevó siete minutos para recuperar la tranquilidad, ese fuerte orgasmo le hizo recobrar la consciencia sin remordimiento. Le había más que gustado. Lentamente se abrió el pañal, bajándolo, viendo que no había parte del algodón sin estar sucio. Al fin terminó de respirar como si hubiese corrido un maratón completo. Se levantó. Hizo bolita el pañal y se quitó las calcetas y el corpiño. Éstos los echó a la bolsa con que desecharía el pañal, pues ya los había batido mucho de su popó con tocarlos. Nicole se lavó toda su intimidad con mucha agua y jabón, en lo que duró más de media hora al completar su cuerpo. Al final, se vistió con otro calzón de florecitas y su corpiño rosa para terminar de agilizarse dentro de su casa, tirando el pañal cubierto de bolsas plásticas hasta el fondo de la bolsa de la basura.

El gusto de Nicole por llevar pañales 4

Por la mañana de un día lunes, Nicole se despertó para ir a la escuela, abriendo sus ojos lentamente, escuchando que su celular se activaba con la alarma de todos los días hábiles, apagándolo con un toque con su dedo, reposando un poco más antes de iniciar a prepararse. Habían pasado ya varios días después de haber usado un pañal a solas, pues no había tenido la oportunidad de volverse a poner uno, debido a que su madre siempre le llevaba a todas partes con la finalidad de que no quedase sola en casa, lo cual le hacía a sospechar a Nicole que talvez ella ya había descubierto su secreto, pero no era así. En esa mañana, Nicole se volvió a quedar dormida por dos minutos, en los que se sumergió en su sueño como siempre lo hacía, dejándose llevar por los caminos en los que su mente la hacía caminar, por lo que rápido, tuvo lo que por muchos días quiso tener como pensamiento: su mente la hizo verse a sí misma portando pañal, de la manera en que tuvo su momento aquél día. Eso le hizo sonreír con sus hermosos ojos cerrados sin saber que estaba soñando, pues todo se hizo real. Solo se dejó llevar más, viendo que en lugar de gozar como lo hizo, ella se preparaba para irse a la escuela en la manera de todos los días. Y se despertó… Nicole abrió sus ojos, sintiendo que sudaba un poco por la emoción del sueño, recordando perfectamente los ruiditos del pañal, sus fragancias, la forma de sus decoraciones, por lo que rápidamente le llegó a su mente la fuerte idea de llevar ese mismo día el pañal sobrante a la escuela bajo la falda. A lo que sonrió totalmente dispuesta. Enseguida se puso de pie, despegándose el pijama rosa con las figuras de Barbie del cuerpo, escuchando que su madre caminaba por la cocina preparándolo todo para el desayuno. Estiró su cuerpo entero, para no sentirse tan sólida. Seguido, fue al sanitario para darse un baño con el agua caliente. Allí, se desvistió, despojándose el pijama y su calzón color morado, poniéndolo sobre la tapa del excusado. Iniciando a darse una ducha con los jabones para niñas que habían en los recipientes. Al salir, llegó a su cama envuelta en su toalla, poniendo el seguro a la puerta para que su madre no entrara en ese momento en que se pondría el pañal como un nuevo elemento de su uniforme escolar. Abrió la caja con seguro donde ocultaba el artículo sobrante, poniéndolo sobre la cama, junto con la botella de talco blanco. Iniciando, se despojó la toalla, terminando de secarse. Seguido se acostó en la cama, viendo con la luz del cuarto lo hermoso que era el pañal, sus arrugas por sus dobleces, las tiras, sus fragancias, y eso le llenó de emoción y un poco de excitación, pero no quiso frotarse para no ahuyentarse las ganas de usarlo. Así que abrió sus piernas, rociando talco blanco en toda su vagina, al igual que en sus pompas, poniéndose toda la zona blanca, frotando con sus dedos, sacudiéndose después las manos. Abrió el pañal, poniéndolo bajo sus pompas, extendiendo sus piernas hacia la cama, tirando la parte frontal, abrochando las cintas lentamente, disfrutando del ruido idéntico a la cinta adhesiva común. Al ponerse de pie, enseguida se puso su nuevo calzón limpio, cubriendo bien el pañal, el cual no redujo mucho su grosor que le hacía tener sus piernas un poco separadas. Y al final, su falda color azul marino, con su playera manga corta color blanco. Se vio en el espejo, destacando que no se le notaba en nada lo que se puso, por de frente no había ningún detalle, ni por detrás al verse sus pompas, por lo que sonriendo, salió para desayunar. Pasados varios minutos más comiendo con su madre y su padre en la mesa, riéndose por los programas televisivos, la fueron a dejar a su escuela. En el lugar, Nicole se despidió de su madre, recibiendo su recipiente con comida para la hora del recreo, en donde iban sus dos tortas de jamón con queso y su jugo de manzana. Mientras iba caminando, Nicole miraba a sus otras compañeras de la escuela, las de otros grados, sabiendo que ninguna llevaba pañal bajo la falda como ella, al igual que ninguna podría salir al baño y orinarse como lo haría. Al ir caminando rumbo a su salón, no escuchaba que el pañal hiciera ruidos por el roce de sus piernas por cada paso, ni los olores que llevaba en sí, pues se había rociado mucho de sus fragancias femeninas para ocultarlo más. Se preguntaba si los chicos y las chicas pensaban que ella llevaba ese pañal puesto, pues algunos varones la quedaban observando con extrañas miradas, lo que más le indicaba que ella le gustaba a todos ellos. Y para evitar más sospechas o que la descubrieran, se fue caminando más rápido hacia su salón, subiendo las escaleras, saludándose con sus amigas más cercanas con quienes compartía el almuerzo en la hora del recreo, siendo igual que siempre para que no vieran algo nuevo en su conducta. Algo que ya esperaba sentir, era el cómo se sentía el pañal en su silla del pupitre, pues afirmaba que le impedía un poco para cerrar sus piernas y cubrirlas con la falda, lo cual le agradaba. Identificando que ese pañal era uno para bebés delgadito en su textura en las manos, pero puesto se expandía con un grosor nunca esperado. Las horas fueron pasando, las clases con la maestra se hacían diversas al cambiar de materias, divirtiéndose con todos los compañeros, haciendo lecturas turnadas y dando sus opiniones de los temas. Momentos después, a Nicole le llegaron las ganas de orinar en medio de la clase de Historia. Dejó de concentrarse en la lectura que iba siendo por filas cuando las ganas se hicieron fuertes. Afirmativamente pensó en mojar el pañal que se hallaba seco por casi las cuatro horas que lo llevaba puesto; para no llamar la atención, acomodándose en su silla, separó un poco sus piernas, y sin perder la lectura, liberó lentamente los chorritos de pipí, los cuales resbalaron por sus entrepiernas, empezando a acumularse en su pelvis, inflando el pañal blanco, el cual se tornaba amarillo sin que nadie lo viese. Orinarse ahí sentada teniendo a sus compañeros alrededor, le hizo sentir excitación, unas fuertes cosquillas que le recorrieron el cuerpo entero y que le erizaron la piel. Ninguno de sus compañeros pudo divisar eso, pues solo seguían la lectura del chico que leía en voz alta de pie en su lugar. Cuando llegó la hora de salir al recreo, todos lo hicieron. Bajaron a los patios con sus alimentos y bebidas, empezando a correr con sus amigos con las pelotas. Nicole se dirigió al baño de niñas para revisar el pañal, pues éste se había tornado mucho más grueso y por momentos en el salón sintió que liberaban olores a pipí. En un casillero, se levantó la falda y bajó el calzón para revisarlo. Palpó el pañal, viendo que toda la zona que le cruzaba las piernas se hallaba empapada, y el calzón se había mojado por las orillas. Así que se lo despegó, retirando las cintas, oliéndolo, analizando que le gustaba ese olor a pipí en el algodón, afirmando que en otro momento, tendría que probar hacerse popó… echó el pañal orinado hecho bolita al bote de basura. Con papel higiénico que había en el casillero, se limpió sus pompas y su vagina, secando su piel. Se subió el calzón de nuevo, sintiendo un poco frío por el contacto directo de la tela húmeda con la piel de su intimidad. Por último se puso la falda, saliendo de nuevo a los patios al encuentro con sus amigas.

El gusto de Nicole por llevar pañales 3

Habían pasado muchos días después de que la pequeña hermosa Nicole tuvo sus momentos en que se volvía como loquita pensando en artículos para bebés. En esos días que transcurrieron, no volvió a pensar en pañales por ningún momento, y cuando los divisaba por las calles al mirar a las madres con sus bebés o sus hijos pequeños, pensaba en cosas distintas para no recaer en eso como aquellos momentos. Por la tarde, a la hora de la salida de la escuela, Nicole iba con sus amigas disfrutando de terminar las pesadas tareas de matemáticas e historia, con libertad por todo el fin de semana para irse a pasear y poder planear con libertad la ida al cine al siguiente día que era sábado. Una de las amigas de Nicole llamada mindy le pidió que la acompañara a su casa para que pasara unas horas con ella, y disfrutaran de las películas que había comprado de princesas, comiendo golosinas con sabor a queso y pintaran las láminas que le compraron de la misma temática. Nicole aceptó gustosa, pasando a dejar sus pertenencias escolares a su casa, arrojando sus libros y mochila al sillón, corriendo a su cuarto para despojarse el uniforme escolar. Salió al encuentro con su amiga llevando un bonito mallón rosa, una blusa blanca de polo y zapatos morados, ajustándose sus cabellos con una liga. -te ves hermosa, mi amiguita-. Dijo mindy, sonriente, dándole lugar a Nicole. Su amiga agradeció, asegurándose su cinturón, y la madre de mindy partió al lugar donde pasarían primero. En el auto, las dos amigas iban mirando todo el lugar en silencio, hasta que Nicole vio que se detuvieron en un supermercado. -¿qué vamos a comprar?-. Preguntó Nicole. -mi mamá va a comprar los pañales de mi primita que está en mi casa, la estamos cuidando por las tardes, pues mi tía trabaja en esas horas-. Respondió mindy, bajando del auto. Nicole se sorprendió, bajando también, teniendo en su mente la visión de paquetes de pañales y lo que había hecho y pensado hace muchísimos días a solas. Dio por hecho que ya había sido superado, por lo que de manera normal se fue al lado de su mejor amiga, tomadas de la mano, ingresando al supermercado, sintiendo el clima del sitio, frío, viendo que habían zapatos, ropa, modelos, ofertas, variedad de utilería femenina por doquier. Antes de irse al lugar de destino, vieron algunos zapatos, soñando con comprarse el par en algún otro momento. Veinte minutos después, se fueron a la sección de bebés. Mientras iban caminando, Nicole fue viendo que mientras más se acercaban, iba contemplando las cunas, las mesas para cambiar, todos los equipos para el cuidado de niños pequeños en las guarderías, apreciando el sentimiento que le hacía querer tocarlo. Sabiendo que su amiga no diría nada, se acercó a una cuna y la vio por dentro, tocando su colchón, apreciando que era bastante suave. -¿te imaginas estar ahí dentro y dormir como bebé?-. Preguntó mindy, observando también. Nicole sonrió, poniéndose roja, como si su amiga le estuviera leyendo la mente y provocara preguntas relativas a propósito. Seguido llegaron a donde estaban los pañales, acomodados en pirámides, columnas y en espiral. Nicole se sentía diminuta ante esas montañas de artículos, miraba hacia arriba y podía sentir que flotaría para tocar la punta del último paquete. Quiso olvidar esas ilusiones para no caer en la tentación y la ilusión de tener un pañal en sus manos, pero en ese momento, llegaron a su nariz los diversos olores de los paquetes, y más cuando la madre de su amiga fue poniendo paquetes de toallitas húmedas en el carrito, las cuales también liberaron olor infantil. Nicole vio que mindy olía los paquetes de toallitas húmedas como diversión, y ella también lo hizo, disfrutándolo, respirándolo como si fuese una obsesión, y dejó el sobre en su lugar cuando se iniciaban a retirar, al ver que todo estaba completo en los requerimientos para el cuidado del familiar de mindy. Nicole vio por última vez los tipos de pañales que había ahí, para niños y niñas, colores azules, blancos, morados, rosas, verdes pistache, con diversas texturas, tallas, en fin, y volvió a irse tomada de la mano con mindy. Retornaron tranquilamente y llegaron a la casa de mindy. Las dos niñas guardaron las cosas compradas en su lugar. Nicole vio que la prima de su amiga era una pequeña de cuatro años, quien tenían usando pañales todo el tiempo, debido a que la tía de mindy no se los había retirado aún. Pasó una hora, en la que las dos amigas jugaron como nunca en el cuarto de mindy, entreteniéndose con las muñecas y algunos peluches, en la comidita con frituras y golosinas, cuidándolas como si fuesen sus hijos. Cuando bajaron para llenar las botellas con más agua de limón en la cocina, vieron que la madre de mindy le estaba cambiando el pañal a la pequeña bebé en el sillón, limpiándole con toallitas húmedas su piel, retirándole el calzón Huggies, el cual se hallaba totalmente orinado y no aguantaría más. La mirada de Nicole se puso seria, como si sintiera odio por la niña, teniendo esa voz en su mente que le decía de nuevo: “¿qué se sentirá tener uno puesto? ¿Te lo vas a perder o te lo vas a poner? Ella lo disfruta y tú no”. Al beber su vaso con agua de limón, volvió a fijar su vista en la niña que fue puesta en su nuevo pañal de los que le compraron, admirando las maneras en que le cruzaban por las piernas y el grosor que tenía. Una fuerte inquietud le estaba dominando su mente, se estaba haciendo más fuerte cada vez con solo escuchar los ruidos de los elementos infantiles siendo guardados en sus estuches hasta el nuevo cambio. Ella se fue con su amiga de nuevo al cuarto, obligando a su mente a centrarse en el juego para continuarlo sin problemas. Y así fue, las dos amigas jugaron con los peluches y las muñecas, las que tenían en una pequeña mesa con galletas y Sabritas en ambiente de fiesta. MEDIA HORA DESPUÉS… El juego de las dos tomó un ritmo más cuidador, a Nicole se le había pasado el efecto de la incógnita por los productos de bebés, por lo que pudo jugar normalmente, siendo la madre de dos conejos de peluche y mindy la madre de dos barbies. -¿Qué te parece si les ponemos talco para que huelan rico?-. Preguntó mindy a Nicole, sintiendo que sus barbies y todos los juguetes olían a polvo y tela. A Nicole se le hizo raro el tener que echarles ese polvo a los juguetes, pero tras pensarlo unos segundos sonriente, aceptó. Al ver a mindy levantarse para ir por el talco de su primita, ella se mantuvo ahí hincada en su lado de la mesa sobándose el rostro y sus ojos, diciéndose a sí misma: “contrólate, contrólate, que no te afecte, que no te afecte”… Así se mantuvo hasta que su amiga volvió con la gran botella de talco en las manos, agitándola y abriendo la tapa para utilizarlo. Mindy empezó a rociar a sus muñecas con el polvo en todas partes, cuando acabó se la dio a Nicole. Ella sintió los disparos de fragancias en su nariz, las cuales las sentía como besos en su ser. E hizo lo mismo con sus conejos de peluche. Jugaban y jugaban, pero mientras mindy se hallaba inmersa en el juego, haciendo interactuar a sus muñecas, comiendo las golosinas de la mesa fingiendo que los juguetes lo hacían, Nicole se hallaba imaginándose usar el talco en ella misma, recordaba la manera en que se había visualizado a sí misma tendida en la cama, con una niñera o su madre quien le ponía un pañal a ella, preparándola como toda una bebita… Nicole sentía que el talco olía a aceite, a jabones, un perfume delicioso que le derretía la nariz, la hacía sentirse inocente, sumisa, provocándole que todo ese sentimiento le obligara a querer disfrutar como las veces anteriores y terminar en fuertes gemidos tendida en su cama o en la alfombra. Cuando quiso seguir en el juego, su amiga se puso a apretar la botella con talco haciendo que saliesen grandes nubes olorosas, riéndose, y Nicole tratando de reírse con ella solo quería respirar la fragancia. Nicole empezó a sudar, teniendo en su mente imágenes de pañales abiertos y que le hablaban diciéndole que se pusiera uno. Ella se dio una última oportunidad para olvidar el tema cuando se sentía excitada con el tema, pero luego recordó en un vistazo en el supermercado, que había paquetes de pañales en ventas en unidades y en pares bastante baratos, incluso, su madre no estaba en casa. Eso le detonó la idea más fuerte en su mente. No pudo soportarlo más. Inmediatamente se puso de pie, decidida a tener un pañal en su cuerpo, y le dijo a su amiga: -ah, mindy, me voy a retirar ahora mismo, creo que no podré quedarme hasta tarde, pues tengo que ir a casa para doblar mi ropa y limpiar el agua de mis peces-. Mindy le sonrió, solamente se puso de pie y acompañó a nicole hasta la puerta. Se despidieron y la joven aspirante a ABDL se fue corriendo de la casa de su amiga lo más rápido que pudo, rendida en sus luchas mentales contra lo que no quería confirmar que le gustaba. Nicole corrió calles y cuadras sin cansarse, rebasando a muchos chicos de su edad en bicicleta, quienes la veían y se enamoraban de ella a morir. La chica llegó hasta el supermercado donde estuvo con su amiga, dirigiéndose sin pensarlo al área de bebés. En la zona de pañales, estuvo viendo los precios de los paquetes que tenían un par, y se hallaban baratos. Tomó un par color blanco con princesas rosas, de talla jumbo para ella, pues no quería tener problemas con las cintas. Llevó una botella de talco y un sobre de toallitas húmedas. Contó su dinero en su bolsa de mano, apreciando que tenía la suerte de que le alcanzaría para los tres productos. Y se fue a la caja para pagar. Al tenerlos en la bolsa del supermercado, se fue corriendo a su casa para no perder tiempo. Cuando estuvo en casa, subió a su cuarto, calculando el tiempo que le quedaba libre antes que su madre volviera, por lo que tendría cuatro horas más para estar en pañales, incluso, usar los dos para no dejar pruebas. Se encerró en su cuarto, llegando a la orilla de su cama, donde se despojó los zapatos, las calcetas, su blusa, su mallón, sintiendo el calor en su cuerpo, la excitación por el momento. Quedándose en su calzón blanco, se detuvo a palpar sus pañales y los elementos nuevos. Al abrir el paquete de dos pañales, enseguida los olfateó, respirando sus fragancias, besándolos, abrazándolos, sabiendo y reconociendo que no podría luchar contra sus impulsos. Por fin tenía pañales en sus manos, por fin se pondría uno. Abrió la botella de talco y volvió a sentir los aromas a bebé, a niña, muriéndose por las ganas. Así que no perdió más tiempo, se acostó, hizo a un lado la ropa que se quitó y se despojó lentamente su calzón de tela. Levantó sus piernas, midiendo la altura de las cintas en su cintura; bajó las piernas y se roció mucho talco en su vagina, frotándose lentamente, disfrutando de las cosquillas que corrían por todo su cuerpo al acariciarse, y procedió a cerrar el pañal lentamente, muriéndose por el sonido de las cintas al despegarlas. Cuando estuvo por fin con su pañal puesto, se puso de pie, caminando al espejo para verse ella misma, para saber si en la realidad se veía a cómo se había imaginado en las fantasías. Al estar ahí, lo comprobó todo. Su joven cuerpo era hermoso con su pañal bien colocado. Dio muchas vueltas modelándolo para ella misma, viendo que se miraba bien la parte delantera y la trasera, de perfil, agachada. Hizo sus posiciones de gimnasia, poniéndose a gatas, parándose de manos, hasta que volvió a acostarse en su cama, para pensar lo que haría en ese momento y lo que pasaría después siendo ella así como era: “me he puesto pañal, tengo un pañal de bebés, desde ahora mismo me declaro loca por los pañales, los amo con locura, eso nadie lo puede negar, los necesitaré en todo momento, para estar a solas en mi casa, para ir a la escuela, para todo, y gozaré todo, y cuando digo todo, es todo”… Justamente ahí quiso relajarse para empezar con usar el pañal, por lo que respiró lentamente hasta dejar de sudar, y reunió las ganas de hacer pipí que se le juntaron desde la escuela y en la casa de su amiga mindy, al mismo tiempo que pensaba: “Oh amiga linda, mi mindy, si tan solo pudieras verme en este momento, tengo un pañal puesto”… Y entonces, sintió que el pipí se juntó, y entonces, poniendo su mano sobre la parte frontal, empezó a orinar lentamente, sintiendo los chorritos que se deslizaban por su piel, mojando sus pompas, absorbiéndose en todas las partes blancas. Con su mano sentía lo calientito de todo, y al terminar, quiso terminar como siempre la acción para bajar sus ganas de todo; metió sus manos en el pañal, abriendo sus piernas, sintiendo que el talco se había desvanecido, y frotó su piel, comenzando a masturbarse. El pañal hacía ruidos por los movimientos de su mano, la cual sacaba y hundía con sus dedos, teniéndolos resbalosos, sintiendo el rozar de toda la capa de algodón que cubría sus ingles. Así lo hizo, cuando sintió que casi no podía respirar por las fuertes cosquillas corriendo por todo su cuerpo, contuvo sus últimas cosquillas, y las liberó en un fuerte orgasmo, que le hizo brincar sobre la cama como pez fuera del agua, sacudir sus piernas, sacar su mano del pañal, toser, mirar hacia todos lados… Se quedó boca abajo en la cama, pensando en todo lo ocurrido. Tocó por otros momentos más su pañal, sentándose, mirando cómo la pipí se esparcía por las partes secas que no llegó de enfrente y en sus pompas, reconociendo que sí eran buenos en la absorción. Quiso quedarse el resto de las horas en su casa sola con ese pañal cargado de pipí, para ver televisión y seguir pensando en detalles emocionantes que le hicieran volver a masturbarse de otras maneras. Cuando faltaba media hora para que su madre volviera, se fue al baño para quitarse el pañal. Se dio una ducha, lavando bien su cuerpo, y al salir, metió el producto absorbente en una bolsa de plástico color negra, haciéndolo bolita, y se deshizo de él en la basura, hundiéndola hasta el fondo, sabiendo que su madre nunca lo vería, pues la basura la recogerían en dos horas. Guardó el pañal que sobró en una caja fuerte que tenía en una esquina, junto con las toallitas húmedas y la botella con talco, cerrándola bien con su candado, guardando su llave en su alcancía que podía abrir por abajo. De todo lo que hizo, no quedó ninguna prueba. Su madre llegó, le dio muchos abrazos, la felicitó por todo lo bien hecho y se fueron al cine para ver una película. Mientras Nicole iba sentada al lado de su madre, iba pensando en todo lo que hizo, reconociendo que su otra personalidad había nacido, y que se dejaría llevar por la ocasión, pero sobre todo, reconociendo el día que tuvo con dos palabras:

El gusto de Nicole por llevar pañales 2

Una tarde en que Nicole llegó de la escuela, su madre se retiró de nuevo en el auto después de asegurarse que la jovencilla se quedara con todo lo necesario para estar por tres horas en su casa bien resguardada. Cuando la chica cerró la puerta, se fue directo a su cuarto para despojarse el uniforme escolar. En la habitación se preparó para desvestirse, y con habilidad se despojó los botones de la falda larga, dejándola caer, alzando seguido sus piernas para hacerla a un lado con los pies de una patada. Caminó con pasos sexis hacia el espejo, sintiéndose la niña más linda del mundo, y sin duda alguna lo era, pues ella cuidaba todo lo que había en ella, para no caer nunca en manos del descuido corporal. Contempló su reflejo, admirando su bonito short que llevaba, y también se lo despojó, haciéndolo a un lado con sus pies; seguido vio su bonito calzón rosa con muchas estampas bordadas de princesas sonrientes, dando muchas vueltas, para no perderse ningún detalle de ella misma. Con solo mirar los colores de sus prendas mientras modelaba, le vinieron a su mente los recuerdos que le molestaron durante las clases de matemáticas en la escuela. Esos pensamientos le incomodaron en todo momento, pues su mente le revelaba ilustraciones hermosas de ella misma portando pañales desechables de los bebés. Ella no había tenido contacto con los pañales desde nunca, solo en la imaginación curiosa muy mínima, pero hacía horas en esos momentos se le hicieron fuertes, tanto, que no comprendió mucho de lo que el profesor explicó llenando el pizarrón, deseando tener un momento de privacidad en el baño o en otro sitio para masturbarse mucho mas fuerte, así como lo había hecho aquella noche en que tuvo una pijamada hacía dos días, en la que se cansó con solo estar probando lo rico que se sentía al correrle los calambres por todo el cuerpo. Le seguían llegando preguntas de: ¿Cómo me veré yo misma con pañales? ¿Me quedarán? ¿Existirán pañales para niñas grandes? Tras sentir que no habrían muchas respuestas cuerdas para sus infantiles preguntas en ese momento de desesperación, decidió olvidarlas, y terminar de cambiarse para estar cómoda en casa. Al estar vestida con un mallón blanco y una blusa verde, bajó al comedor para abrir los recipientes con la comida que su madre le había dejado para ella. Estando ahí, abrió todos al mismo tiempo, admirando que habían verduras hervidas, tortillas calientes y dos filetes de pescado empanizados con un bultito de mayonesa en la orilla. Su estómago rugió como un león, pues no había comido nada desde las nueve de la mañana en que salían a la merienda en la escuela. Encendió la televisión y puso su canal favorito en donde presentaban siempre las caricaturas de princesas y animaciones cómicas que eran sus favoritas. Fue por un plato para servirse, y al tener la alacena abierta, vio los platos en el rincón donde ella comía cuando era pequeña, por lo que se le vinieron de nuevo los recuerdos de lo infantil, lo tierno, y sin pensarlo, los cogió todos, la cucharita con forma de helado, el plato con divisiones con el pato Donald y el vaso con la forma de una oruga sonriente. Los enjuagó en el fregadero y se sirvió la comida. Masticando las verduras y el pescado, vio en la tele el primer comercial donde anunciaban pañales para bebés, viéndolos bastante atractivos, pues los objetos absorbentes eran color rosa y con las imágenes de hermosas princesas de sus cuentos favoritos. Ella sonrió en ese momento mirando sus verduras, luego alzó la mirada hacia la televisión, cuando otro comercial apareció anunciando otros pañales comunes, para niños y niñas, llevando cintas y siendo bastante cómodos por las narraciones que daba la voz anunciante. Nicole sentía que esas imágenes de movimiento cuando el pequeño corría de un lado a otro y la cámara enfocaba el pañal que se ajustaba bien a sus piernas y por detrás, rápidamente pensaba en ella misma cuando se hallaba viéndose en el espejo hacía momentos, pues los colores blancos y rosas le detallaban a su divino ser con un pañal puesto, caminando y corriendo exactamente igual que el niño o niña del comercial; incluso podía escuchar la misma voz de la mujer del comercial, hablando de ella, como si de artículos absorbentes para niñas grandes se tratase. Creando ella misma las palabras de su propio comercial, ella las repetía en su mente mientras comía pacíficamente: “estos pañales para niñas grandes, se ajustan bien a su cintura, son cómodos, llevan barreras anti escurrimientos y son bastante gruesos. Las cintas pegan como nunca y mantienen la piel limpia y seca de la niña, permitiendo que los olores no los perciban las personas alrededor de ella, sin que sepan que se ha hecho pipí o popó”… Nicole sintió que su mente nunca se había puesto tan creativa, ni ella misma pensó estarse planteando ese tipo de ideas en esos momentos. Así que cuando decidió que no estaría perdiendo el tiempo sin vivirlo ni disfrutarlo, aunque fuese una imitación de sensación, dejó la cuchara en el plato infantil, y se levantó de la silla. Ahí de pie se bajó el mallón que se puso y se sintió mucho más fresca que nunca. Al ver su calzón blanco, lo despegó un poco de su piel, imaginándose traer el pañal que había inventado en su mente, volviendo a escuchar las palabras que había ideado para su propio comercial. Se sentó en la mesa para continuar comiendo, mientras respondía los mensajes que su madre le enviaba a su celular: ¿CÓMO ESTÁS MI PRECIOSA HIJA?... -“Aquí estoy, mami, comiendo como una tierna bebita”… Cuando dejó el celular en la mesa, se preguntó: ¿Cuándo será el día en que ponga un pañal acostada en mi cama en estos momentos a solas?

El gusto de Nicole por llevar pañales 1

Era una hermosa niña de doce años, con cabello corto color marrón que quería dejar crecer mucho, para verse como las princesas de los cuentos de hadas; era caucásica y delgada con estatura promedio. Amaba los colores rosa, morados y todo lo que tuviera tonos infantiles y tiernos, detalles que resaltaban a su pequeña edad. Apasionada por el estudio y las matemáticas. De grande, la pequeña soñaba con ser una gran instructora de física en las escuelas, visiones que lograba precisar gracias a los programas televisivos de comedia que nunca se perdía en la televisión. Una noche de lluvia, Nicole se hallaba con sus amigas más cercanas del colegio. Desde la tarde habían visto muchas películas. Cenaron muchas rebanadas de pizza hasta que quedaron bastante llenas. A la hora en que se fueron todas, la madre de Nicole limpió la sala y la pequeña se fue a preparar a su cuarto para dormir. La chiquilla cerró su puerta para cambiarse y ponerse su pijama. Poco a poco se fue despeinando. Alborotó sus cabellos y se quitó rápidamente sus mallas moradas que tenía puestas hasta quedarse en un bonito calzón color rosa que tenía figuritas de sus princesas favoritas. Se quitó la blusa rosa, quedándose en puro calzón y sus calcetines rayados al estilo de una cebra. Se acostó en su cama para reposar lo satisfecha que se hallaba por haber comido muchas rebanadas de pizza, abandonando por momentos la dieta fuerte que su madre le hacía seguir a diario. Se sobó la barriga, se acarició sus mejillas y disfrutó las frescuras del clima que llegaban desde afuera gracias a la fuerte lluvia. Continuamente, se puso de pie y sacó de su cómoda su hermoso pijama. Se puso su pantalón de tela color rosa y una camisa pequeña color blanco. Arrojó los calcetines lejos de la cama y se encaminó hacia el baño en su cuarto, para lavarse sus dientes. Cuando terminó de perfumarse mucho, se dirigió de nuevo a su cama y preparó a todos los peluches que dormirían con ella. Se acostó cubriéndose, dispuesta a descansar. Seguido entró su madre, para darle su beso de buenas noches y apagarle la luz. Cuando eso ocurrió, Nicole se mantuvo observando la lluvia, recordando las conversaciones que tuvo con sus amigas, las cuales habían dicho temas muy aventurados, como lo que les ocurriría a ellas cuando se volvieran más grandes en edad. Una de sus amigas dijo que pronto tendrían que usar toallas sanitarias cuando comenzaran a tener menstruaciones, y tendrían que ser más lindas para los chicos. A Nicole le gustaron esos temas, se imaginaba mucho a ella misma teniendo novios, solo que a su edad esos temas le causaban mucha gracia. Pero lo que sí le emocionaba en exceso y sin control, era el tener que usar toallas sanitarias para evitar las manchas de las menstruaciones. Se preguntaba qué se sentía tener una tela con algodón entre sus piernas, sintiéndola mucho al caminar y sentarse… De pronto, Nicole empezó a estallar en emoción, tanto, que ni cuenta se dio cuando se quedó profundamente dormida. En su mente se había quedado la idea de usar toallas sanitarias, y esas acciones que pronto llegarían, le produjeron sueños en donde ella se hallaba poniéndose una toallita sobre su calzón, despegándole las cintillas para ajustarlo bien; seguido subía su calzón, centrando bien la toallita hasta cubrir su vagina. Nicole sentía la sensación de tenerla puesta, le gustaba tocarla y frotarla con su mano derecha, sintiendo esas ricas cosquillas que invadían su cuerpo completo, haciéndola respirar intensamente… ¡Hasta que despertó! Vio en la oscuridad de su cuarto todo tranquilo. La lluvia había cesado y su ventilador en el techo hacía su ruido particular. Entonces, aún sentía esas cosquillas en todo su cuerpo, y recordando de dónde provenían, con su mano empezó a frotar sus piernas, empezando a masturbarse de nuevo, por la idea de desear tener una toalla sanitaria ajustado a su calzón. Se masturbó y se masturbó, frotando con su mano derecha e introduciendo sus pequeños dedos, lo hizo y lo hizo… hasta que se cansó, sudando mucho, detallando en su mente una gran meta: ¡Quiero cosas que absorban, toallas sanitarias y pañales!

Tengo que cuidar de mi sobrina






Cuando me dijeron que tendría que hacerme cargo de Alma, (mi sobrina de 12 años) no sabía que pensar, hasta entonces siempre había sido un hombre soltero, acostumbrado a la soledad y no sabía que tan preparado estaba para manejar una adolescente durante un largo período de tiempo.

Sus padres iban a salir de viaje al Africa, en una de esas misiones de rescate con las que soñabamos cuando teniamos todos la edad de mi sobrina, (mi hermano su esposa y yo fuimos amigos desde el colegio), en las que al parecer salvábamos a todas las personas con hambre y azotadas por la violencia. Yo me rendí hace años al notar que muchas personas no quieren ser rescatadas y me dediqué a ayudar en otras formas, menos lejanas y un poco más seguras.

Mi hermano y su esposa se  graduaron como médicos y toda la vida quisieron ser parte de médicos sin fronteras. Con Alma en una edad en la que necesitaba una supervisión permanente, y visto que tal vez pasaran varios años allí, decidieron dejarla conmigo mientras terminaba el colegio.

Mi relación con ella siempre fué buena, aunque esporádica, la veía menos de lo que me gustaría aunque siempre había sido una chica tranquila y poco problemática. más bien demasiado tranquila para ser adolescente. Poco la conocía yo.

El día en que llegó a casa todo se desarrolló con tranquilidad, ella se veía calmada, incluso orgullosa de que sus papás se fueran en esa misión, recuerdo mucho la conversación que sostuvimos los cuatro.

Bueno Alma - dijo su mamá - ya estás instalada, tal como querías (hasta aquí yo no sabía que había sido idea suya quedarse conmigo en lugar de acompañarlos) ahora quiero que te queden claras varias cosas: primero, tu tío tiene total autoridad sobre ti, le harás caso en todo lo que te pida incluso aunque no te guste entendido?; "si mamá" - fue su respuesta además el tiene el derecho de castigarte como lo considere apropiado entendido? -ella se sonrojó un poco, cosa que me llamó la atención, antes de contestar- sí mamá.

Luego acordamos las reglas de casa:  a casa directo del colegio, en cama a las 10 de la noche todos los días, no salir sin permiso y en caso de salir, debería estar en casa a mas tardar a las 8 de la noche entre semana o a las 9 los fines de semana. Además debería siempre tener buenas claificaciones, obedecer siempre lo que le pidiera y ser respetuosa en todo momento.

Una última cosa - dijo mi hermano- quiero que tu tío apruebe siempre tu forma de vestir, si él dice que no debes ponerte algo, es su decisión, no quiero más jeans de esos a media nalga, ¿Entendido? - ella se sonrojó visiblemente y su expresión fue de rebeldía, pero luego me miro y simplemente dijo - si señor.

Después de la charla, salimos para el aeropuerto nos despedimos en la entrada del muelle internacional y esperé con ella a que el avión despegara, ella me abrazó y lloró un poco, como era de esperar.

De regreso a casa ella estaba muy excitada, hablando conmigo sobre todas las cosas divertidas que podríamos hacer y sobre como sería la primera vez que ella estaría lejos de sus papás.

No te hagas muchas ilusiones - le dije medio en serio medio en broma - yo puedo ser mas estricto que tu papá. Ella se quedó mirándome muy seria, justo a los ojos con sus ojos verdes (o lo que podía pues yo iba manejando) luego sonrió y dijo "si tito".

Al llegar a casa ella fue a acabar de deshacer la maleta y después vino a verme : tito puedo hablar contigo?

-Claro nena siéntate- le dije señalandole una silla de la sala

-Quiero hacerte una pregunta-

-adelante- dije sorprendido por la seriedad del tono para una niña de 12 años

-¿Como piensas castigarme?-

La pregunta me tomó totalmente por sorpresa realmente no lo había considerado hasta ese emomento. Creo que en realidad esperaba que no fuese necesario.

-No lo he decidido aún, ¿Como crees que debería hacerlo?

Ella bajo la vista a sus manos, se veía nerviosa, como reuniendo el valor para decirme algo.

- La verdad es que de los castigos de papá y mamá no funcionan, como ellos dijeron que podías darme cualquier castigo, creo que deberías darme nalgadas cuando lo consideres necesario-

Esa era la última declaración que yo me esperaba de mi sobrina. me quedé callado durante un momento y entonces todas las piezas comenzaron a encajar. ella tenía curiosidad por ese tipo de castigos que nunca le habían dado, así que convenció a sus papás de dejarla conmigo, esperando convencerme de que yo los usara (por eso se sonrojó cuando su mamá dijo eso), y esperaba que la tomará en serio.

- ¿Como crees que funciona eso?  aventuré

Eso pareció quitarle un peso de encima, se nota que lo había pensado mucho. - bueno, pues tu eres mi tito cierto? así que si consideras que yo me he portado mal, puedes decidir castigarme con unas nalgadas o unos correazos o lo que sea, y yo no puedo decir nada al respecto, cuando tu creas apropiado y como tu lo creas apropiado, como dijo mamá 

- ¿Es decir que no vas a protestar?

-Seguramente si, y seguramente te pediré que no lo hagas, pero igual es tu decisión y yo no la puedo cambiar.

- ¿Tienes claro que va a dolerte el culete? y que no va a ser divertido

-¡Claro! - dijo soltando una carcajada- no sería castigo de otra forma

Yo me quede pensando un mamento, por un lado no me gustaba la sensación a trampa que todo esto me daba, y por otro quería que ella supiera en lo que se metía.

-Déjame aclarar esto, para castigarte, tú crees que yo estoy en mi derecho de darte una zurra cuando y como yo quiera si lo considero adecuado y tu vas a obedecerme?

-Sí tito- dijo ella con firmeza

- Muy bien pues, acordado -ella sonríó de oreja a oreja.

- Pero creo que es justo que tu sepas a lo que te comprometes

Me levanté y tomé una silla del comedor y la traje a la sala sentándome en ella

- Ponte de pié y ven aquí. 

 Ella trago saliva pero obedeció

- Pon las manos en tu cabeza

Ella obedeció mientras me miraba con los ojos muy abiertos como yo comenzaba a desabrocharle el pantalón 

-¿Tito, no, que haces?

- ¿Cuándo y como yo lo considere apropiado recuerdas?

Ella trago saliva pero no dijo nada. Al bajarle los pantalones a las rodillas la deje allí mirandome un momento con solo sus braguitas rosas puestas.

-Una zurra bien dada es siempre con el culete al aire, - le dije, mientras procedía a bajarle tambien los braguitas.

Ella hizo ademán de moverse hacia a trás pero la sujete de la cadera y la acerqué, sus mejillas estaban rojas lo que contrastaba con sus ojos verdes y su largo cabello castaño

-Ponte en mis rodillas -le dije, cosa que ella hizo de inmediato para tratar de cubrirse al estar acostada, lo que no sirvió de mucho cuando la acomodé sobre mis rodillas con el culete bien alto 

- Ahora voy a decirte como funciona, tus manos deben estar siempre al frente, si tratas de cubrirte voy a hacer más duro tu castigo, no debes tratar de levantarte tampoco entendido? - si tito- fue su respuesta

En ese momento coloque mi mano derecha sobre sus nalguitas desnudas, - como no has hecho nada aún, este no va a ser el peor castigo que recibirías, será el mínimo. Si quieres ensayar como puede ser peor sólo debes romper las reglas y lo sabrás. 
Este es un castigo, por lo tanto no voy a detenerme aunque me lo pidas hasta que esté convencido de que entendiste el mensaje entendido? - ella paso saliva " si tito".

Entonces levante mi mano derecha y comencé el castigo dándole fuerte desde el principio plasss plassss plasss plassss primero en una nalga y luego en la otra.

aaayyyyyyyyyyyy ooooooowwwww fueron sus reacciones desde el comienzo del castigo, a las pocas nalgadas ya estaba empezando a patalear y despues de cerca de un minuto parecía un nadador en una competencia.

Vas a obedecerme en todo lo que te diga plasss plassss plasssplasss plassss plasssplasss plassss plasss

SSSSSSSSSSSSSSIIIIIIIIII LO PROMEEEEEEEETOOOOO AAAAAAAYYYYYY OOOOWWWWW

SI QUE??? plasss plassss plasss plasss plassss plasss

SIIII TITOOO AAAYAYAYYYYYY NO MAAAAAAAAAASSSSS

A esta altura sus brazos también trataban de agarrar algo en frente y ella sacudía su culito de lado a lado como tratando de esquivar las nalgadas

plasss plassss plasss plasss plassss plasssplasss plassss plasss plasss plassss plasss vas a cumplir todas las reglas !!

AAAAAAYYYYYYYYYY AAAAAAAAUUUUUUUUUUU AYAYAYAYAYYYYYYY SIIIIII TITOOO

Finalmente una de sus manos fue a cubrir su adolorido culo para tratar de detener el castigo, empezando a llorar.

Yo simplemente le sujeté la mano a la espalda y comence a azotarle fuerte el punto en donde las nalgas se unen a las piernas, el sitio en el que se sienta

plasss plassss plasss Te advertí  plasss plassss plasss que no plasss plassss plasss pusieras plasss plassss plasss las manos plasss plassss plasss plasss plassss plasss plasss plassss plasss

Esto tuvo una reacción inmediata que fué un solo grito de dolor y un incremento en el pataleo

PERDOOOOOOOOOOOOOOOOOONNNNNNNNNNN

NO MAAAAAAAAS  POR FAVOOOOORRRRRR PERDOONNNNNNN SERE BUENAAAAAAAAA BWAAAAAAAAAAA BWAAAAAA

El castigo siguió hasta que conté 300 nalgadas.

Casi como un resorte, ella se levanto de mis rodillas llevó las manos a la cola y comenzo a bailar haciendo círculos y saltando mientras cambiaba el peso de un pie al otro.

Toda noción de modestia había desaparecido en función del ardor de su culito, a juzgar por el espectáculo que estaba ofreciendo

Luego de un momento me levanté, la tomé del brazo y la lleve a una esquina de la sala

- Pon las manos en la cabeza y quedate en esa posición hasta que te lo diga

Ella estaba llorando tan fuerte aún que la única respuesta fué un asentimiento de cabeza. Yo me senté en la sala, observando el resultado de mi labor y esperando, que con esta experiencia, ella renunciaría al acuerdo de arreglar la disciplina con palizas. Lo que sucede es que nunca he sido muy bueno para juzgar el pensamiento de los adolescentes.

Una hora despues, cuando ella había dejado de llorar, fui a decirle que podía moverse.

- Puedes irte - le dije. Su reacción fue darse vuelta y lanzárseme al cuello en un enorme abrazo.

Empezó a llorar nuevamente, así que le devolví el abrazo esperando que se calmara.

- Gracias tito - me dijo al recuperar el habla - gracias por mostrarme un castigo de verdad y por aceptar encargarte de mi. Te prometo que me voy a portar bien y a obedecerte en todo. Ahora se como me vas a castigar si me porto mal.

Allá iban mis esperanzas de rescindir el acuerdo.

- Puedo preguntarte algo tito? - dijo

- Claro nena

- En serio puede ser peor?

- Si nena, mucho peor, aún no has probado ni la correa ni el cepillo ni otras muchas posibilidades

ella abrió los ojos con asombro - en serio usarías esas cosas?

- cuando y como yo lo considere - le recordé

- si tito, fue su respuesta

-ojalá no necesitemos ensayarlos le dije, como tratando de tranquilizarla

- Sí... ojalá - fue su respuesta

Aún quedaba mucho camino por delante con ella

Los azotes de Bennett 5

Bennett, ¿por qué sigues jugando X-Box? Te dije que abandonaras el juego hace 30 minutos.  Le dije a Bennett. Estoy furioso. Le dije a Benne...