lunes, 1 de febrero de 2021

El gusto de Nicole por llevar pañales 2

Una tarde en que Nicole llegó de la escuela, su madre se retiró de nuevo en el auto después de asegurarse que la jovencilla se quedara con todo lo necesario para estar por tres horas en su casa bien resguardada. Cuando la chica cerró la puerta, se fue directo a su cuarto para despojarse el uniforme escolar. En la habitación se preparó para desvestirse, y con habilidad se despojó los botones de la falda larga, dejándola caer, alzando seguido sus piernas para hacerla a un lado con los pies de una patada. Caminó con pasos sexis hacia el espejo, sintiéndose la niña más linda del mundo, y sin duda alguna lo era, pues ella cuidaba todo lo que había en ella, para no caer nunca en manos del descuido corporal. Contempló su reflejo, admirando su bonito short que llevaba, y también se lo despojó, haciéndolo a un lado con sus pies; seguido vio su bonito calzón rosa con muchas estampas bordadas de princesas sonrientes, dando muchas vueltas, para no perderse ningún detalle de ella misma. Con solo mirar los colores de sus prendas mientras modelaba, le vinieron a su mente los recuerdos que le molestaron durante las clases de matemáticas en la escuela. Esos pensamientos le incomodaron en todo momento, pues su mente le revelaba ilustraciones hermosas de ella misma portando pañales desechables de los bebés. Ella no había tenido contacto con los pañales desde nunca, solo en la imaginación curiosa muy mínima, pero hacía horas en esos momentos se le hicieron fuertes, tanto, que no comprendió mucho de lo que el profesor explicó llenando el pizarrón, deseando tener un momento de privacidad en el baño o en otro sitio para masturbarse mucho mas fuerte, así como lo había hecho aquella noche en que tuvo una pijamada hacía dos días, en la que se cansó con solo estar probando lo rico que se sentía al correrle los calambres por todo el cuerpo. Le seguían llegando preguntas de: ¿Cómo me veré yo misma con pañales? ¿Me quedarán? ¿Existirán pañales para niñas grandes? Tras sentir que no habrían muchas respuestas cuerdas para sus infantiles preguntas en ese momento de desesperación, decidió olvidarlas, y terminar de cambiarse para estar cómoda en casa. Al estar vestida con un mallón blanco y una blusa verde, bajó al comedor para abrir los recipientes con la comida que su madre le había dejado para ella. Estando ahí, abrió todos al mismo tiempo, admirando que habían verduras hervidas, tortillas calientes y dos filetes de pescado empanizados con un bultito de mayonesa en la orilla. Su estómago rugió como un león, pues no había comido nada desde las nueve de la mañana en que salían a la merienda en la escuela. Encendió la televisión y puso su canal favorito en donde presentaban siempre las caricaturas de princesas y animaciones cómicas que eran sus favoritas. Fue por un plato para servirse, y al tener la alacena abierta, vio los platos en el rincón donde ella comía cuando era pequeña, por lo que se le vinieron de nuevo los recuerdos de lo infantil, lo tierno, y sin pensarlo, los cogió todos, la cucharita con forma de helado, el plato con divisiones con el pato Donald y el vaso con la forma de una oruga sonriente. Los enjuagó en el fregadero y se sirvió la comida. Masticando las verduras y el pescado, vio en la tele el primer comercial donde anunciaban pañales para bebés, viéndolos bastante atractivos, pues los objetos absorbentes eran color rosa y con las imágenes de hermosas princesas de sus cuentos favoritos. Ella sonrió en ese momento mirando sus verduras, luego alzó la mirada hacia la televisión, cuando otro comercial apareció anunciando otros pañales comunes, para niños y niñas, llevando cintas y siendo bastante cómodos por las narraciones que daba la voz anunciante. Nicole sentía que esas imágenes de movimiento cuando el pequeño corría de un lado a otro y la cámara enfocaba el pañal que se ajustaba bien a sus piernas y por detrás, rápidamente pensaba en ella misma cuando se hallaba viéndose en el espejo hacía momentos, pues los colores blancos y rosas le detallaban a su divino ser con un pañal puesto, caminando y corriendo exactamente igual que el niño o niña del comercial; incluso podía escuchar la misma voz de la mujer del comercial, hablando de ella, como si de artículos absorbentes para niñas grandes se tratase. Creando ella misma las palabras de su propio comercial, ella las repetía en su mente mientras comía pacíficamente: “estos pañales para niñas grandes, se ajustan bien a su cintura, son cómodos, llevan barreras anti escurrimientos y son bastante gruesos. Las cintas pegan como nunca y mantienen la piel limpia y seca de la niña, permitiendo que los olores no los perciban las personas alrededor de ella, sin que sepan que se ha hecho pipí o popó”… Nicole sintió que su mente nunca se había puesto tan creativa, ni ella misma pensó estarse planteando ese tipo de ideas en esos momentos. Así que cuando decidió que no estaría perdiendo el tiempo sin vivirlo ni disfrutarlo, aunque fuese una imitación de sensación, dejó la cuchara en el plato infantil, y se levantó de la silla. Ahí de pie se bajó el mallón que se puso y se sintió mucho más fresca que nunca. Al ver su calzón blanco, lo despegó un poco de su piel, imaginándose traer el pañal que había inventado en su mente, volviendo a escuchar las palabras que había ideado para su propio comercial. Se sentó en la mesa para continuar comiendo, mientras respondía los mensajes que su madre le enviaba a su celular: ¿CÓMO ESTÁS MI PRECIOSA HIJA?... -“Aquí estoy, mami, comiendo como una tierna bebita”… Cuando dejó el celular en la mesa, se preguntó: ¿Cuándo será el día en que ponga un pañal acostada en mi cama en estos momentos a solas?

Los azotes de Bennett 5

Bennett, ¿por qué sigues jugando X-Box? Te dije que abandonaras el juego hace 30 minutos.  Le dije a Bennett. Estoy furioso. Le dije a Benne...