domingo, 24 de enero de 2021

El castigo de René 10.1


 


Habían pasado varios días en los que Rene siguió usando sus pañales como siempre, siendo cambiado por Valeria y por su madre por las tardes cuando se encontraban en casa. Lo mismo era con Eduardo, el niño estaba más que feliz por tener sus propios pañales a su talla, más chicos de los que usaba su hermano mayor.

Los dos chicos en la casa disfrutaban mucho de esa sensación en la que cuando se hacían pipí, toda esta fluía entre sus piernas, siendo absorbida por el algodón que les cruzaba por las piernas y les envolvía las pompas. También les encantaba sentir cómo se reunía la popó cuando se liberaban de esas ganas. Con los pañales todo era tan rico.  

En lo que era la estancia del joven castigado con pañales, se habían hecho los arreglos finales en todo lo que se volvería la escuela de René, aquel lugar que arreglaron bien para recibir a los alumnos del instituto Benforth.

 


E

n un día común, René y sus hermanos se encontraban en la escuela, con sus profesores personalizados, siendo ellos tres los únicos compañeros de clase. Ya faltaba poco para que salieran. Después se irían al supermercado para surtirse las cosas que les hacían falta en casa.

Rene recibía sus clases de álgebra, era aburrido, se distraía con cualquier cosa dentro de su mente, lo único que escuchaba era la voz de su profesora explicándole números y letras. Sentía ganas de usar el pañal que tenía puesto en ese momento, lo llevaba bajo su ropa normal. Escuchando números y letras, planificó hacerse encima cuando salieran y estuvieran cerca del auto.

Cuando dieron la una de la tarde, los tres chicos se levantaron de estar tomando sus clases, guardaron sus cosas en sus mochilas y se despidieron con un beso de sus profesoras.

─Haces todas tus tareas─. Dijo la profesora que le daba clases a René. La joven mujer echó una mirada a las pompas del chico su alumno, encontrando el detalle de sus redondas formas, comprobando que sí era enserio que traía pañal.

El jovencillo sonrió. Claro que iba a hacer su mejor esfuerzo.

Jimena y Eduardo también se despidieron de sus profesoras con un beso en sus mejillas. Cuando Eduardo quedó de pie, entre sus piernas se apreciaba el bulto que le sobresalía por el pañal que ya estaba bastante húmedo de pipí, pronto querría un cambio. Por ese día, Valeria no estaría así que de los cambios de pañales se tendría que encargar la madre de los tres: Casandra.

Para Rene era sorpresivo que aún no llegaran los chicos que estudiaban en su vieja primaria, los chicos del instituto Benforth, todo estaba listo, solo faltaba que se animaran a llegar.

Los tres hermanos caminaron hacia el auto donde estaba Casandra esperando, ella mandaba mensajes a sus contactos sobre los asuntos en la empresa.

Abordaron el auto y se fueron en camino al supermercado.

Como cualquier familia hablaban y hablaban sobre sus cosas y de repente, se molestaban con bromas.

 

Cuando llegaron…

 

Rene iba con las mismas ganas de dejar salir todo en el pañal.

Al salir del auto, toda la gran masa contenida en su interior se puso lista en su salida. Por una parte, Rene ya estaba acostumbrado a sentir toda la suciedad contenerse en sus pompas, y había perdido la vergüenza de mostrarse desnudo ante su madre. Así que aprovechando que no había personas en el estacionamiento por ese momento, se apartó de la puerta cuando la cerró y puso sus manos en las rodillas, comenzando a pujar con lentitud pero con mucha seguridad. La masa calientita que era su gran tira de popó emergió y se hizo una bola en sus pompas, llegando poco a poco hasta el cruce del algodón entre sus piernas. El olor emergió rápido llegando hasta sus narices. A René se le hizo un gran trasero, inflado y redondo. Él lo sentía bien, le parecía bien, era digno para su vida, hacerse todo encima. Por otro lado, aún no terminaba su castigo.

Cas se aproximó a su joven cuando vio que no caminaba, y por el olor que rodeaba al chico, pudo saber que se había ensuciado.

─Mi Renito se hizo popó… ─Dijo Cas con tono dulce, dándole un beso en su mejilla.

René afirmó.

─Bueno. Abriré la cajuela y te acuestas en el sillón de en medio, ahí te cambio─. Repuso cas.

René hizo eso mismo. Cuando el espacio para el cambio de pañal estuvo listo, se inclinó en el lugar, sintiendo que la bola de suciedad se le iba hasta la parte de enfrente.

Jimena estaba lista para ayudar en el cambio de pañal de su hermano. Puso las toallitas húmedas, el talco y la crema cerca de la mano de su madre. Eduardo tenía una cara de sorpresa, ver como cambiaban a su hermano le producía una rara sensación, pero era bonita, la disfrutaba.

Cas ayudó a su hijo a retirarse la ropa. Le retiró totalmente el pantalón y el calzoncito que el jovencillo estaba usando; éste mismo era uno rayado color naranja, con unas estampas de Lilo y Stich en la parte frontal. Toda la ropa del joven estaba olorosa a suciedad, mucho más el calzón de tela. Antes que Cas retirara las cintas y abriera el pañal, Jimena bajó la tapa de la cajuela para que no se viera mucho lo que estaba pasando.

Rene estaba lleno de pena, pero con el tiempo transcurrido usando pañales, había disminuido mucho el hecho de sentir incomodidad ante sus hermanos, de posar con toda su intimidad abierta llena de suciedades. Así que en ese instante, levantó un poco sus piernas, permitiendo la vista de sus pompas sucias, con su popó batida. Cas tomó los trozos de papel higiénico que Jimena le iba dando y los pasaba por las pompas de su joven, retirando las manchas. Eduardo miraba atento la forma en que el pene de su hermano se iba poniendo de flácido a un poco erecto.

A distancia, alguien que los conocía pudo reconocer bien a Eduardo, quien veía hacia el interior del auto, y comenzó a acercarse…

 

Fueron solo pocos minutos los que Cas estuvo limpiando las pompas de su hermoso joven, cuidando no mancharse las manos al frotar con las toallitas y trozos de papel higiénico.

Poco después, quien se acercaba quiso saludar a Eduardo y lo hizo caminando justo enfrente del auto, viendo al interior: a Eduardo a los ojos, a Jimena en segundos, a Cas con una botella de talco, y a quien era limpiado como un bebé, pues se levantaba un poco para conectar la mirada...

─¡Perdón… perdón… no vi nada!─. Dijo Jordi, corriendo, alejándose del lugar.

Rene se puso a azotar con la mano en el interior de donde estaba acostado boca arriba, aun con las piernas sobre su pecho. No podía creer que su mejor amigo de la escuela le había visto todas sus pompas, ya casi limpias, pero en la posición más comprometedora con el tema de los pañales…

Cas se apresuró a dejar limpio a su precioso joven, si le quedaron manchas en sus pompas de popó no le importó, solamente le subió su calzón y le ayudó a ponerse el pantalón. Ella mismo pensó que el castigo no tendría que ser tan molesto ni más humillante, así que se puso generosa por solo ese momento.

─Vámonos a la casa. Allá si quieres, te das un baño para que se te pase el enojo. Ni llores, joven, porque si querías esto de los pañales, a esto te enfrentabas─. Dijo Cas, recordando el inicio de los tiempos con todo el tema.

René se metió al auto, seguido de sus hermanos.

Con eso que pasó, Eduardo no quería ni hacer uso del pañal que tenía puesto en ese momento.

René se iba cuestionado, ¿Cuántos más tendrían que saber que  ahora usaba pañales? Ahora sería seguro que Jordi no iba a hablarle nunca, nunca jamás...


LA VISITA DEL SR SPENCER 2

  El sonido del timbre resonó por la gran casa suburbana, y se pudo escuchar el ruido de pequeños pies descalzos mientras el niño más cercan...