domingo, 24 de enero de 2021

El castigo de René 6

René se había mantenido usando sus pañales como siempre, no podía usar el baño para nada y cada que le daban ganas de hacer pipí y popó tenía que hacerlo en su pañal, así como se encontraba en el nuevo día, cuando sus hermanos se encontraban retirándose para la escuela en el auto con sus padres.

Era temprano y las ganas de ensuciarse le daban fuertes, puesto que como al dormir todo su cuerpo se relajaba, al primer movimiento rápido todo su sistema se activaba y liberaba de todo. Por lo que René se encontraba hincado en el colchón de su cama pensando en quitarse el pañal que tenía a plena vista, le acompañaba solo una camiseta blanca. Quería quitarse y ponerse el pañal seco después de correr al baño, pero no quería que su madre le amenazara más fuerte con otras cosas. Pero algo bueno estaba sucediendo con ese momento, pues René sentía que los pañales puestos por sus padres comenzaban a gustarle, algo en su interior estaba retirando las agonías que le causaba que ellos se lo pusieran con todo su cuerpo desnudo, o al menos, esa idea tenía en el momento en que decidía si se hacía encima o no.

Pero para no dilatarse ni hacer que su vejiga explotara por retener la pipí toda la noche, comenzó a mojarse en el pañal, observando que toda la capa de algodón que le cubría su pene se tornaba amarilla y se escurría por el cruce entre sus piernas, llegando hasta sus pompas. El pañal se colgó un poco por el peso. En ese instante en que se estaba terminando de orinar, las ganas de hacer popó se vinieron fuera, dejando salir un pequeño grumo a presión que el joven no pudo retener, así que se apresuró a ensuciarse con el resto.

René pujó con fuerza, sacando un bulto de popó grande, el que borró la forma de sus líneas traseras; también sintió los aromas de lo que estaba haciendo, pero ya no podía detenerlo, siempre que empujaba una pequeña porción fuera de su cuerpo, tenía que dejarlo salir todo en otro tirón.
Cuando terminó, el pañal le colgaba lleno de pipí por enfrente, por detrás con una mancha un poco color marrón por la mezcla de su orina con la popó, la que tiñó el algodón blanco de esa apariencia.
René afirmó que se sentía bien, tenía que reconocer que era delicioso mojarse y hacerse popó en el pañal, era bueno sentir la pipi calientita absorbida por el algodón y que rozara con la piel de sus pompas, era placentero y por su edad, le producían sensaciones de quererse masturbar en ese momento, pero no quería que su madre observara el momento en que se daba placer antes de un cambio sucio.

Así que se mantuvo ahí hincado en su cama por largos minutos.

Llegó un momento en que las rodillas le dolían, seguía respirando sus aromas a sucio que se mezclaban con el talco húmedo en su piel, era una mezcla agradable, pero el dolor en sus rodillas le hizo pensar que debía tomar otra posición, a lo que lentamente se fue poniendo de frente y se recostó en su cama, poniendo su cabeza en la almohada, sintiendo rico el alivio de estirar los pies, y también lo rico que se sentía la popó en el pañal, que se iba batiendo en esa área hacia los lados.

El despeje de sus ganas de ensuciarse le hizo tener sueño de nuevo, a lo que el joven que ya se adaptaba a los pañales, se quedó dormido boca arriba con el pañal sucio…

Tiempo después…

Rene ni cuenta se dio cuando su madre ya estaba en su cuarto preparando las cosas para cambiarle el pañal apestoso. Ella se aproximó a su joven, observándole dormir como todo un joven en desarrollo, pero tierno en la apariencia; le gustó verle sus piernas, con pocos bellos y al mismo color que las de ella; en ese momento se acordó cuando su joven estaba más chico y realmente usaba pañales para dormir, teniendo que llegar a cambiarle de esa forma.
Seguido Cas le dio unas caricias en la pierna desnuda, provocando que su joven abriera lo ojos:
─Buenos días, mi Renito. Vamos a cambiar ese sucio pañalito─. Dijo ella.
Rene se sorprendió, se quiso mover y cuando lo hizo, recordó que se había hecho popó y se sentó, apreciando que todo se le había movido hasta la parte de sus entrepiernas.
─Acuéstate porque si no se te va a seguir batiendo todo─. Comentó ella.
Rene se sintió incómodo por la situación, se lamentaba haber caído en la ventaja de usar sus pañales, pero eran tan ricos que le costaba negarse. Seguido se recostó ante su madre con las piernas un poco hacia los lados, permitiendo que ella le subiera la camiseta hasta el pecho, dejando a la vista el sucio pañal que ya dejaba ver manchas en las barreras anti escurrimientos.

Cas se aseguró que todo estuviera cerca de ella y entonces, procedió a abrir las cintas del pañal de su joven, abrió una, luego otra, hasta  finalmente las cuatro. Con cuidado bajó la cubierta frontal y expuso todo lo sucio, viendo que unas pocas manchas habían ensuciado el pene de su hijo.
─Pobrecito mi niño, vamos a tener que limpiarle mucho su colita y al señor pajarito─. Comentó Cas con ternura.
Como siempre hacia, puso una música en su celular en estilo de cuna, para amenizar el cambio de su joven bebé.

Con papel higiénico le limpió primero las entrepiernas, retirando la mayor cantidad de manchas grandes. Rene iba viendo que los trozos de papel iban con mucha suciedad, reconociendo que sería mejor si lo hiciera en el baño de forma normal. Seguido levantó sus piernas sobre su pecho, viéndose igual a un bebé pero súper gigante, con todo el trasero embarrado de popó.
─Pero que sucio quedó mi Renito, toda la popó le ha causado mal olor, pero que feo huele este niño que tiene quince años, que ya va para los dieciséis y todavía tiene que pedir usar pañales para hacerse ahí…
Casandra se rio al decir eso. Rene se encontraba molesto por sentir las manos de su madre limpiarle sus pompas con papel, las que pasaba por sus líneas, retirando con firmeza los grumos que parecían estar pegados.

Seguido Cas retiró la mayor parte con toallitas húmedas, dejando bien limpia su piel, asegurándose que no quedase nada visible por la zona del ano de su joven.
─Bien, listo mi Renito, pero eso no es todo, vamos a darte una ducha antes de dejarte listo para que hagas lo que quieras en tu mañana, toma en cuenta que aun vienen los demás procesos a tu vida─. Dijo Cas.
Ella dio acceso a su joven para que se pusiera de pie. Rene se levantó, y su madre le retiró la camiseta, dejándole totalmente desnudo, con su pene que se ondeaba por hallarse casi flácido por tanta caricia en esa zona.
─Por cierto, ¿ya pensaste en qué edad tienes? Acuérdate que ayer te dije que quería para estos días una respuesta a eso─. Preguntó Cas.
─Estoy en eso─. Respondió René.

Su madre le dio un guiño de ojo, y seguido René se fue hacia el baño caminando así desnudo. Cas se quedó haciendo bola el pañal lleno de popó y luego se lo llevó hasta el contenedor de la calle, pues en ese gran bote era donde desecharían los pañales sucios de su joven.

René se recostó en la tina, abriéndole a la llave caliente. 

Cas volvió para darle el baño a su querido Renito. Como era de siempre, ella le lavó el cabello, las piernas, y cuando le lavó su pene, le retrajo su prepucio para tallarle bien. René sentía rico ese instante, todo lo resbaladizo del jabón y las manos de su madre le provocaban una dura erección que no podía evitar ni ocultar a los ojos de su madre, pero no tenía escapatoria. Después que le lavaron su cuerpo entero, estaban en el área del retrete para terminar de escurrirle el agua y el teléfono de Cas sonó; ella le dijo a su joven chico que se fuera caminando al cuarto con la toalla envuelta, a lo que René afirmó con pasos veloces, sintiendo que se resbalaba por las gotitas y el suelo de mosaicos de toda la casa.

Cuando Rene llegó a su cuarto infantilizado, se quedó sentado en la cama y pensó en retirarse las ganas de masturbarse antes que llegara su madre, por lo que echó la toalla blanca a un lado y con solo imaginarse a su querido amigo Jordi en pañales como él, con un pene tan afeitado como el suyo, no tardó en eyacular, expulsando su semen ante sus pies.

─¡Uf!─. Se expresó el cuándo terminó de sentir los calambres recorrerle todo el cuerpo fresco.

Inmediatamente se puso a limpiarse las manchas con el papel que quedó en su cama. Lo bueno que su madre no vio nada de eso. Se sentó en la cama a esperar, escuchando que en su ciudad los autos circulaban y las personas que llevaban a sus hijitos al preescolar ya iban en camino a esos lugares; lo podía reconocer por los ruidos de los vendedores para niños y las cancioncitas que ponían en las entradas de esos colegios cercanos a su casa. Igual se preguntaba cuál de todos esos niñitos usaba pañales ante de irse al preescolar, tener que ensuciarse encima y ser cambiado por su madre en posiciones olorosas…

Como ritual de siempre, llegó Cas y le puso el pañal…

Luego se fueron a la sala, y Cas le mostró los materiales para ese día:
─Bien, quiero que este día te pongas a pintar, aquí tienes hojas y muchos crayones. Igual este libro con imágenes grandes─.

René aceptó la idea y se sentó en la mesa para pintar las cosas que su madre le dio.

Justo en ese momento, le volvieron a llegar las ideas para pensar la edad que debía mostrar, y vagamente, por primera opción, pensó en decir que tenía cinco años. Así que en una hoja blanca, hizo un dibujo de un número 5 con ojos y sonriente, al cual pintó, llevándose un largo rato. Luego le escribió con lo que sería una letra de niño pequeño, lo cual decía: mami tengo 5 añitos.

Cas volvió y entonces René tenía lista la hoja, bien pintada aunque a pesar de ser consciente de que le faltaba más práctica en el pintado con crayola, se le habían ido unos trazos y se había salido de las líneas. El joven le mostró el dibujo a su madre:
─¡Pero que hermoso, mi Renito! ¡Pintas muy bonito! Eres talentoso, lo vamos a pegar en el refrigerador como tu primer dibujo!─. Dijo Cas con mucha felicidad.
Ella llevó el dibujo al lugar y lo pegó con un imán libre.
Rene afirmó que todo era absurdo, pero también bonito, los mimos de su madre volvieron así como le gustaba disfrutarlos hacía tiempo cuando realmente estaba chico, y todo se daba al natural, nada forzado como en el presente. Luego se puso a pintar los dibujos en el gran libro que media un metro por metro.

Casandra se sentía feliz. Por esa mañana se terminó de maquillar y ponerse atractiva para irse al trabajo con su esposo, a manejar la fábrica de los pañales con los que surtían a todo el mundo, y con los que estaban castigando a su joven chico. Como vio que la dinámica del dibujo funcionó y que su joven ya tenía una edad para mostrar su lado infantil, entonces procedió a ordenar la limpieza del lugar que se volvería la sede de guardería de su chico. El lugar era un bonito establecimiento donde querían poner la fábrica desde un inicio, pero luego encontraron un lugar más adecuado en la ciudad y optaron por ese.

Cas hizo las llamadas y pidió que limpiaran el lugar para poner en él muchos juegos, libros de escuelas de secundaria y después de preparatoria, útiles escolares, una zona para cambiar pañales y liberaran de escombros un sitio que querían para poner su auto por las mañanas. Bien que podría haber todo eso, pues ese segundo establecimiento sin uso, era del tamaño de un balneario, y vaya que también tenía alberca vacía llena de basura de los árboles.

Su plan estaba funcionando, su joven Renito ya tendría dónde pasar los momentos siendo como quería ser con total libertad, siendo instruido sin abandonar la escuela, puesto que para ese castigo de llevar pañales todo el tiempo, le había comprado un paquete de escolaridad privada, incorporada a la red de educación mundial.

Se enorgullecía por poner a su joven en su lugar, puesto que no le agradó la idea de que su amado hijo estuviera optando por robar cosas a ellos mismos, y con el tiempo desarrollar peores hábitos, cuando ellos como padres le podían dar hasta lo que no pudieran…

LA VISITA DEL SR SPENCER 2

  El sonido del timbre resonó por la gran casa suburbana, y se pudo escuchar el ruido de pequeños pies descalzos mientras el niño más cercan...