viernes, 30 de diciembre de 2022
Guía para papás de los niños Cap 2
Una guía para papás de los niños Cap 1
jueves, 29 de diciembre de 2022
Carla y Bruno, unos mellizos que mojan la cama
Carla y Bruno, unos mellizos que mojan la cama
Este es el cuento de los dos hermanos llamados Bruno y Carla, quienes tenían diez años de edad.
Los dos llevaban muchos días mojando la cama donde dormían juntos por las noches, incluso también se orinaban en las siestas que tomaban por las tardes en casa, cuando terminaban de comer y las tareas escolares.
Carla y Bruno tenían a sus dos padres cansados, pues los dos adultos, tenían que turnarse para poder lavar a tiempo y a diario las sábanas húmedas de sus niños, y por estar cansados y necesitar tiempo para lavar sábanas, una mañana decidieron por que sus dos hijos usaran pañales para estar en casa y para dormir.
Fue así que a la siguiente mañana, a primera hora, el padre de los dos niños salió en su a comprar unos pañales y el resto de utensilios. Fue al supermercado, y llegando al lugar, primero echó al carrito de compras las cosas que hacían falta para su casa. Mientras lo hacía, se encontró con unos familiares, por lo que se dilataron veinte minutos conversando en los pasillos donde vendían productos de limpieza. Seguido que terminaron, se dieron un abrazo y cada quien continuó con sus respectivas compras.
Luego el padre de los mellizos con problemas nocturnos, se dirigió al área de los pañales desechables. Tomó dos paquetes de pañales para niños preadolescentes, los cuales identificó bien por llevar en el empaque a un niño de la edad de sus dos hijos portando los pañales; también llevó una caja completa con lo necesario para el momento de limpieza.
Cuando llegó, todos hicieron tareas y limpiaron la casa.
Cuando acabaron, entonces se fueron a comer, la mamá de los niños sirvió en la mesa la comida para el día, y los cuatro miembros de la familia comieron tranquilamente, viendo en la televisión sus series favoritas, las que eran de acción y superhéroes.
Al final, los mellizos sabían que era hora de su siesta, y también hora de tener que afrontarse a la pesadilla que se presentaba al despertar: el mojar la cama. Así que sus dos papás, se convirtieron en héroes, como los de las series de acción, cuando les dijeron que les pondrían pañal desechable para que así no tuvieran accidentes mientras dormían.
Carla y Bruno se miraron sorprendidos, pues nunca habían usado pañales desde los tres años, tampoco se había tocado el tema en casa, ni era algo tan popular en sus vidas en todo sentido; sí que era raro que estuviesen de vuelta esos productos, era como tener un bebé real en la familia.
Los dos se sintieron nerviosos mientras iban en camino al cuarto donde dormían, pero luego con el deseo de que no amaneciese húmedo su colchón, aceptaron ser puestos en pañales por sus dos padres.
Primero fue el turno de Carla, quien se quedó esperando que su madre llegase con las bolsas del supermercado en la mano. La niña se sentía nerviosa, pero a gusto con la idea que al final de la siesta que duraría una hora y media, su cama estaría seca y no tendría que ser regañada por sus padres.
Así que en ese momento, se sentó en la cama, mientras su madre abría los elementos que compraron. Seguido ella le empezó a retirar los zapatos, las mallas se las dejó puestas. Luego le subió el vestido hasta el pecho, para que no estorbara en el área principal. Carla sentía cómoda el inicio del proceso, a lo que no ponía ninguna resistencia.
Su hermano Bruno esperaba su turno al lado, casi enfrente de la cama, con una sonrisita picaresca en su rostro, como que si el uso de los pañales fuese algo que estuvo esperando desde hace mucho tiempo.
La madre de los chicos que mojaban mucho la cama le dijo a su niña
─Levanta un poco la cintura─. Dijo ella con dulzura. Carla entonces le hizo caso, permitiendo que su madre le retirase su pantalón malla, quedándose en braguitas que llevaba para ese día, el cual eran de color rosa con flores.
La señora dobló el pantalón y lo puso encima de la almohada, pensando que si iban a dormir una siesta, entonces podrían quedarse con pañal. Y como no podían ponerle el pañal encima de las braguitas, la señora le retiró este, poniéndolo en su forma, pues se había enrollado al pasar por las piernas de su chica.
Así fue que Carla se quedó desnuda, conservando únicamente su vestido. Se mantuvo con las piernas flexionadas hacia los lados, mientras su madre sacaba un pañal del nuevo paquete. Cuando estuvo listo, ella le limpió su culete con las toallitas húmedas, liberando restos de suciedad; seguido, le sostuvo sus piernas sobre su pecho con una mano y con la otra le empezó a tallar crema para evitar las rozaduras en su culo, deslizando bien sus dedos entre sus líneas; ya que con el dormir por esa tarde podrían sudar mucho y eso causarles irritación en esa piel. Luego le roció su vagina con mucho talco para bebés, esparciéndolo con sus manos, dándole un ligero masaje para que disfrutase ese momento, y Carla bien lo representó con una sonrisita y cerrando sus hermosos ojos. Con ese procedimiento, Carla pudo reconocer que usar pañales para los dos momentos de sus vidas, como la siesta y la noche, no era tan problemático ni traumatizante.
La señora le puso el pañal bajo las nalgas de su hija y subió para cubrir su bonita vagina.
A Carla le abrocharon las cintas adhesivas en la cintura, haciendo que se viese divina con su pañal. La niña se levantó y empezó a dar unos cuantos pasos apreciando la comodidad del producto; también se fue a ver al espejo, encontrándose admirable, pensando que ahora era otra chica que usaba mejores cosas que simples braguitas; los pañales le hacían verse como otra maravilla cuando los traía puestos. Así que para proceder a iniciar su descanso, se acostó en la cama que compartía con Bruno, tomando el papel de público en ese proceso de colocación de pañal, viendo que su hermano de la misma edad se acostaba como lo hizo ella, mientras que su madre sacaba otro pañal de la bolsa.
A Bruno también le retiraron los zapatos que llevaba en ese día, para poder retirarle la ropa; seguido le bajaron el pantalón, dejándolo en calzoncillos y su camiseta. Su madre igual se la subió hasta el pecho, y le despojó el calzoncillo con un desliz entre las piernas.
Bruno quedó desnudo, su piel era bonita y blaca, igual que Carla. El proceso fue el mismo, solo que cuando la madre de los dos niños estaba limpiándole sus nalguitas a Bruno, Carla y ella pudieron ver que el pene del chico se estaba poniendo erecto, y la piel del chiquillo se ponía erizada.
Bruno sí que estaba sintiendo mucha verguenza el momento, se estaba llenando de excitación, no por usar pañal, sino porque su hermana y su madre lo estuviesen viendo desnudo de nuevo, algo que no había sucedido desde hacía algunos años en sus cortas vidas.
Pero que a Bruno le ocurriese una bonita erección notable no le importó a la madre de los dos, ella ignoró eso y continuó en ponerle crema en su culillo y luego mucho talco en su pene, el cual se puso un poco menos erecto al terminar de ubicarle el pañal bajo sus nalgas, para cerrarlo con las cintas al subirle la parte frontal.
Cuando por fin los dos estuvieron con sus pañales puestos, su mamá guardó los elementos comprados para sus accidentes dentro de la cómoda. Los dos niños se prepararon para dormir tranquilos, llevando el pañal a la vista para ese momento, pues ya no podían llevar puesto el pantalon de pijama.
Se durmieron cómodos por toda una hora y media.
Afuera el ambiente se puso nublado, las nubes corrían de un lado a otro en señal que iba a caer una fuerte lluvia.
Bruno se despertó con los ojos hinchados de dormirse ese tiempo, observando el cielo por su ventana, recordando que había ropa que sacar del patio donde la ponían a secarse. Así que al ver a Carla aun dormida, supo que tendría que ir a moverla él mismo. Rápido puso salida de su cama y en esos movimientos se había olvidado del pañal que le pusieron, se le había olvidado el remedio, pero al ver a Carla a su culo por dormir boca abajo y verse a sí mismo con el suyo puesto, vio que se había mojado como siempre: entre sus piernas tenía la parte frontal del pañal totalmente amarilla, más grande de lo normal; efectivamente el pañal había evitado una gran mancha en las sábanas y el colchón.
Bruno se sintió feliz por la ayuda del pañal, la gran ventaja que representaba usarlo para dormir. Entonces se apresuró a salir de su cuarto para sacar la ropa del hilo. Se echó un brinco por encima de Carla y fue con pasos rápidos al jardín.
Su patio era amplio y lo rodeaba una barrera de madera alta, por la que ninguna persona de afuera podría verle su bonito pañal lleno de pipí.
Bruno retiró la ropa del hilo, llevándola hasta la sala. Echó el bulto de prendas sobre los sillones y al hacerlo, su cuerpo le hizo sentir una necesidad normal en su cuerpo: le dieron ganas de hacer caca. La comida de ese día había hecho fluir a lo demás en sus interiores, por lo que en cuestión de segundos mantuvo el gran segmento de caca en su recto. Rápidamente pensó en ir al baño, pero al ver el pañal que llevaba puesto, analizó que los bebés hacían uso de él cuando tenían ganas como las suyas, unas ganas urgentes de ensuciarse.
¡Así que se dio voto aprobatorio en ese momento! Se quedó de pie en una posición cómoda y con reunir sus fuerzas, empezó a empujar fuerte para vivir una mal oliente experiencia.
Empujó lento, lento; luego fuerte…
Con el ir depositando todo en el pañal, escuchaba cómo tronaba todo, su caca crujía como una bolsa plástica, y vaya que sí, por el plástico que constituía el forro de su pañal, que ahora por la nueva carga sucia que ya olía mucho, se tornaba con una mancha marrón en su culillo.
Al final de hacerse caca, tomó un poco de aire, pues el empujar contra la presión del pañal alrededor de sus nalgas era agotador. Con su mano palpó su culillo, sintiendo la masa calientita de suciedad que se esparcía al picarla más con sus dedos, pues había sido un poco espesa.
Como era la primera vez haciéndose caca en un pañal a su edad de diez años, pensó que no podría estar mucho tiempo así con todo eso en sus nalguitas, porque podrían ocurrirle rozaduras o desbordársele más por las entrepiernas.
Por lo que puso camino hacia el cuarto de sus papás, los que también estaban tomando una siesta. Con cada paso que iba dando, el pañal en sus nalguitaa se hacía más pesado, se le hizo una bola que se columpiaba de un lado a otro, y en la piel de sus entrepiernas sentía la caca batírsele como si tuviese puré de patatas.
Al llegar, los dos adultos estaban acostados durmiendo pacíficamente, y Bruno se acercó a orillas de la cama, quedando frente a su madre. Le dio tres piquetes en su brazo para llamarle la atención. La mujer abrió los ojos rápido, viendo a su hijito de pie ante ella, con el amarillo pañal que colgaba mucho entre sus piernas, reconociendo que ya era hora de quitárselo.
Pero de pronto, un olor fuerte a pañal sucio le llegó a sus narices, encontrando lo obvio del momento, reflejado también en el rostro de Bruno.
─¿Te hiciste caca en el pañal, verdad?─. Dijo ella, mirando a su hijo seriamente, pero con el olor tenía su repuesta, y la pregunta quedó innecesaria. Bruno solo afirmó con la cabeza para responder.
Seguido la mujer se puso de pie, sintiéndose molesta por que su hijo se hizo caca en el pañal y no en el baño. Ella le llevó de vuelta al cuarto donde dormían, y luego de despertar a Carla de su siesta, Bruno se acostó de nuevo en la cama boca arriba; al hacer eso el niño sintió que la gran mancha se recorrió hacia sus entrepiernas, incluso llegando hasta sus testículos, pues la presión de su peso hacía moverse más la gran bola de caca en sus nalgas hacia todo lugar.
─¿Te hiciste caca en tu pañal, Bruno? ¡Eso es increíble!─. Admiró Carla, sonriente, viendo que su madre le abría las cintas frontales.
Bruno no dijo nada, únicamente se quedó sonriente como siempre, aguardando ser limpiado. Fue cuándo le bajaron la cubierta frontal, revelando la gran suciedad que sí llegó hasta sus testículos. Su señora madre entonces le empezó a limpiar con papel higiénico la mayor parte de sus entrepiernas, con cuidado.
Carla estaba encantada de ver a su hermano de edad así de sucio, con toda esa popó embarrada en sus nalguitas, encontrando agradable la escena, a pesar que oliese mal.
Cuando le limpiaron las entrepiernas a Bruno, su madre le levantó las piernas sobre su pecho como era para poner un pañal nuevo, pues en esa zona aún había mucha caca que quitar, a lo que con papel higiénico continuó limpiándole.
Varios minutos después, Bruno quedó libre de caca en su piel, a lo que su madre terminó por limpiarle con toallitas húmedas, para asegurarse que no oliese a eso cuando se pusiese su calzoncillo limpio.
La madre de los dos niños hizo bola el pañal sucio de Bruno, el cual llevaba los papeles y toallitas usados en el proceso. Carla fue a tirar el pañal de su hermano, mientras Bruno se quedó vistiéndose sin pañal, solamente con su calzoncillo, el que llevaba desde la mañana y un pantalón corto.
Carla echó el pañal sucio a la basura, excitada e inspirada en su hermano, sintiendo que su vagina se empezaba a humedecer. Su infantil excitación le hizo empujar y empujar hasta que le dieron ganas de hacerse popó en el pañal que usó para su siesta, por lo que reconociendo que si Bruno pudo hacerse encima, oler así de sucio con toda la gran carga y bola en su culo, también ella podría. Así que ahí mismo en su jardín, donde estaba el bote de basura, sacó lo contenido en su pañal y lo que su cuerpo ya no quería tener dentro. Su popó también fue mucha, la que le borró la pequeña línea que se dibujaba en sus nalguitas a pesar de estar seca por no haberse mojado mucho en su siesta.
Cuando terminó, se sentía en una atmósfera de olor a popó, y se fue caminando en retorno a donde estaba su madre, quien no tuvo otra opción que limpiarle su culo y su vagina, cuidando que no hallasen manchas de nada para que no oliesen mal, no tuviesen rozaduras.
El proceso con Carla en su limpieza fue el mismo, donde Bruno también le vio desnudo con toda la bola de suciedad aplastada en el algodón del pañal.
Al final de todo, la familia de cuatro integrantes salió de paseo. Los mellizon no llevaron pañales bajo la ropa, pues no querían que las personas pudiesen apreciarles el bulto entre sus piernas o en sus traseros cuando se agachaban a jugar, o si corrían, como siempre les gustaba hacer.
Su señora madre les indicó con fuerza que no quería que se siguieran haciendo popó en el pañal, pues esos fueron comprados con la finalidad de evitar que mojasen la cama en sus siestas y por la noche. Pero algo había ocurrido en la mente de Bruno y Carla, pues en los momentos que se hicieron popó por primera vez, en sus mentes se produjo una rara sensación, una emoción, una excitación tan grande que les hacía afirmarse a los dos, incluso lo habraron, que para la noche y los demás días que venían, cuando tuviesen el pañal puesto, se cagarían encima, la popó olía muy bien, mezclada con los accesorios para bebés.
Fue como un foco que se encendió dentro de su ser, pero igual un foco sin botón para poder apagarlo.
Fue así que los dos hermanos que mojaban la cama terminaron en pañales, un remedio repentino pero que se apreciaba, iba a durar mucho tiempo en ellos, ya que el remedio para dejar de mojar la cama no sería tan rápido de dejar, y el de hacerse popó encima, tampoco.
jueves, 8 de diciembre de 2022
Iván pasa por encima de la rodillas de su papá
Mentiría si dijera que no me avisaron. No deberías darle un teléfono a un niño de 12 años,
me dijeron bastantes personas. Pero aun así decidí darle uno a Iván.
Pero, ¿cómo rompió Iván su teléfono? ¿Se le cayó del bolsillo cuando estaba jugando? ¿O simplemente lo olvidó en alguna parte?
No. Desearía que ese fuera el caso y pudiera encogerme de hombros como el descuido de un niño. ¿Quieres saber cómo sucedió? Quería filmar algo que llamó un video de desafío. Intentó lanzar su teléfono al aire y atraparlo. Presumiblemente para mostrárselo a sus amigos para ganar influencia entre sus compañeros de clase. Aparentemente, ese tipo de cosas es lo que hace que un niño de 12 años sea genial.
Por esta razón, no puedo simplemente encogerme de hombros. Creo que Iván debería saber que no debe lanzar un teléfono al aire. No creo que sea mucho pedirle.
Estoy listo papi,
escucho una pequeña voz aguda que anuncia desde otra habitación. Es Iván anunciando que está listo para sus azotes. Camino a su habitación y abro la puerta. Veo a un niño llorando de pie junto a su cama. Ha hecho lo que le dije que hiciera. Hizo su cama y colocó su paleta allí, lista para que papá la usara en el trasero de su hijo travieso. Y el niño travieso también está listo. Iván está parado al lado de su cama solo con sus calzoncillos de dibujos animados ajustados. Sus manos están por encima de su cabeza. Su otra ropa está cuidadosamente doblada sobre su mesa.
Es tan dulce ver a un niño listo para ser azotado usando solo unos calzoncillos. Iván sabe que para esta parte todo lo demás debe salir. Incluso calcetines o un reloj. Pero la ropa interior no durará mucho más.
Papi, por favor, no tienes que darme nalgadas,
solloza Iván.
Lo miro con severidad. ¿De verdad piensas eso?
Iván duda por un momento y mira hacia abajo a sus pies. No...
Camino hasta su cama y me siento. Agarro el brazo de Iván y tiro de él a mi lado. Agarro la cinturilla de sus calzoncillos y los tiro lentamente hacia abajo como si estuviera abriendo un regalo de Navidad. Debo admitir que me gusta esta parte. Le he enseñado a Iván a quedarse quieto mientras lo desnudan completamente. Muestra al chico que está a cargo.
Iván también es bastante modesto. No le gusta que nadie lo vea desnudo, especialmente para una azotaina. Por lo tanto, obligarlo a pararse desnudo con las manos sobre la cabeza hace que los castigos sean menos divertidos para él y, por lo tanto, más efectivos.
Puedo ver que Iván está resistiendo el impulso de cubrir su diminuto pene mientras le tiro los calzoncillos más allá de las rodillas. Así que nada lo cubre más. Pero Iván todavía tiene las manos sobre la cabeza como un buen chico.
Cuando su ropa interior toca el suelo, también sabe exactamente qué hacer. Se agacha, las recoge, las dobla cuidadosamente y las pone encima de la otra ropa. Luego camina hacia mí y vuelve a poner sus manos sobre la cabeza.
Es hora de sermonear al niño desnudo travieso. Completamente expuesto, nada cubriendo sus partes más íntimas.
Entonces, ¿sabes lo que va a pasar?
Pregunto.
Voy a ser azotado,
responde sollozando Iván.
¿Y sabes por qué te van a pegar?
Yo... rompí mi teléfono.
¿Y fue un accidente?
No papi.
Iván responde tímidamente.
Así es. Rompiste tu teléfono haciendo cosas que sabes que no deberías haber hecho. Y por eso, recibirás una azotaina,
digo, tratando de sonar estricto. Iván solo mira hacia abajo.
Tienes dos opciones. 100 golpes con la mano o 80 con el remo.
Iván me mira confundido y se queda en silencio. Puedo decir que su pequeño cerebro está calculando cuál será peor. Odia el remo. Y eso es genial. Su miedo al remo ha hecho que su comportamiento mejore últimamente. Claramente lo piensa dos veces antes de hacer algo travieso debido a su miedo a ser azotado. Pero incluso los niños que mejor se portan necesitan que se les recuerde cómo comportarse de vez en cuando.
Iván le teme al remo por una simple razón: creo que las nalgadas deben doler. Preferiría darle menos golpes más duros que seguir azotándolo. No sirve de nada dar golpecitos ligeros, eso es simplemente incómodo para los dos.
Iván todavía no ha dicho nada, así que rompo el silencio. Si no te decides podemos empezar con la mano y luego pasar al remo.
¡No!
Iván grita. Por favor. Quizás la mano pero...
Me río. Puede ser 200 también.
¡No! ¡Por favor!
Iván solloza.
Entonces, ¿el 100 es bueno?
...sí.
Maravilloso. Entonces empecemos.
Iván se inclina sobre mi regazo y lo acomodo mejor. Su hermoso trasero color ciruela está sobre mi rodilla derecha, esperando mi mano. No lo inmovilizo con mis rodillas, él sabe que tiene que quedarse quieto. Si no lo hace, no me detendré en 100.
Ha pasado un tiempo desde que he dado una buena nalgada a la antigua sobre la rodilla. Por lo general, no le doy a Iván la opción de elegir su castigo y solo prefiero el remo. El remo funciona muy bien en el trasero de Iván. Pero estoy seguro de que puedo dar azotes efectivos solo con mi mano.
Miro por última vez al niño sobre mi rodilla antes de comenzar.
Levanto la mano y empiezo a dar golpes duros y rápidos. Primero me concentro en su mejilla izquierda, contando los golpes en voz alta.
Uno dos tres...
Iván ya está llorando y después de solo tres golpes necesito parar. Ha apretado las mejillas. Lo amenazo con darle más manotazos si no se relaja como un buen chico. A regañadientes relaja su culo y los azotes pueden continuar.
¡Sigo dando palmadas e Iván sigue sollozando y llorando con la parada ocasional de papá!
¡ Por favor!
y ¡Ay, ay, ay!
mezclado
Pero se queda quieto y mantiene las mejillas relajadas. Después de unas palmadas en una mejilla empiezo a concentrarme en la otra. El trasero blanco de Iván está empezando a volverse de un hermoso tono rosado.
Me encanta esto. Un niño travieso sobre mi rodilla. Pero mi parte favorita es el momento en que mi mano entra en contacto con su carne desnuda. La forma en que se mueve su trasero regordete. Pero el sonido que hace también es fantástico. Simplemente no tengo las palabras para describirlo.
...76, 77, 78, 79 ...
Continúo azotando al chico travieso, entregando golpes duros uno tras otro hasta que he dado los 100 golpes que prometí.
Muevo mi mano y le digo a Iván que se levante. Se pone de pie y se frota el trasero dolorido.
Me mira con la cara llena de mocos y lágrimas.
lo siento papi
él dice.
Lo sé que lo sientes, Iván. Y sé que lo harás mejor la próxima vez, ¿verdad?
Respondo e Iván asiente con la cabeza antes de caminar hacia la esquina de su habitación. Ya sabe que tendrá que hacer la esquina.
Espero que se acuerde de actuar mejor. Me gustan los azotes, pero no quiero hacerlo a menos que sea realmente necesario. Pero si se ha ganado una azotaina, no dudaré en azotarlo tan fuerte como sea necesario.
Y si se trata de ello, tantas veces como sea necesario.
lunes, 5 de diciembre de 2022
Azotes de cumpleaños 🎂
domingo, 11 de septiembre de 2022
Visita al salón de bronceado
El niño de 11 años le dio otro tirón a su maleta para despegarla de la alfombra y luego resopló dramáticamente haciendo que su madre, Nancy, girara y pusiera los ojos en blanco.
Sé que no quieres estar aquí, pero necesitas cambiar tu actitud. ¡Hay tantas cosas divertidas que puedes hacer en el hotel! ¿Por qué no te acomodas y bajas a la piscina?
Andy arrojó su maleta en su cama y luego se dejó caer en la cama de al lado aterrizando sobre su estómago. Su madre miró a su hijo y suspiró. Él era tan dramático. Había obtenido ese rasgo de su padre, al igual que su cabello castaño y ojos verdes. Sin embargo, la actitud obstinada, eso había venido de ella. Probablemente por eso siempre parecían chocar cabezas.
Extrañaba mucho a su padre. Había muerto en un accidente automovilístico cuando Andy tenía solo un año. Cuán diferente podría haber sido su actitud con él todavía alrededor.
Sacudiéndose ese pensamiento de la cabeza, Nancy se dio la vuelta y recogió los folletos del hotel que estaban en el escritorio para que los revisaran. Había bastantes cosas en las que un niño estaría interesado aquí. Por qué lo había traído, había pensado que serían unas lindas vacaciones lejos de casa y que lo ayudarían a salir de esta etapa de rebeldía de jovencitos por la que estaba pasando.
Hizo una pausa en uno de los folletos del hotel. Sesiones de bronceado complementarias para adultos jóvenes. La parte posterior continuó describiendo cuán beneficiosas eran las sesiones de bronceado para niños y adultos jóvenes. Cómo fue grandioso ajustar las actitudes que eran amargas o malhumoradas.
Caminando hacia la cama, la madre del joven golpeó ligeramente el trasero que estaba en el aire y colocó los folletos al lado del niño, el que tenía el salón de bronceado en la parte superior. Creo que sería una buena idea que hicieras tu primera salida. ¿Por qué no vas al solón de bronceado? Es solo para niños y tal vez te ayude a deshacerte de esta actitud.
Andy se dio la vuelta y agarró los pedazos de papel. ¿Tengo que?
Sí, toma tu toalla y vete. Parece que necesito escribirte una nota. Espera un segundo.
Suspirando de nuevo, el chico se levantó de la cama y caminó hacia el baño agarrando una toalla y luego tomó el folleto de arriba para saber a dónde ir. Te veré más tarde entonces.
Luego abrió la puerta y caminó hacia el pasillo dejando atrás a su madre. Sin embargo, antes de irse, su madre lo recibió en la puerta y le entregó una nota sellada para que no pudiera abrirla sin que se diera cuenta. Volvió a poner los ojos en blanco y metió la nota en su bolsillo mientras salía de la habitación. Agradecido de estar lejos de su mamá.
Mirando la hoja de papel, Andy caminó por el pasillo para tomar el elevador de regreso al piso principal. Tal vez este salón de bronceado lo haría lucir mejor cuando pasara el rato junto a la piscina. Se perdió por completo la parte de atrás sobre los adolescentes rebeldes y se concentró en las fotos de adolescentes sonrientes. Le parecía extraño que tuvieran los ojos húmedos y las mejillas llenas de manchas, pero apartó la extraña sensación.
Siguiendo las instrucciones impresas en el papel, llegó al frente del salón de bronceado en poco tiempo. El letrero sobre la puerta tenía la palabra Tanning en letras grandes y la ventana estaba oscurecida para que no pudieras ver el interior. Le hizo sentir curiosidad por lo que había dentro.
Tan pronto como entró, la puerta se cerró detrás de él y creyó oír que se cerraba. Probablemente eso no era una buena señal, pero lo ignoró y caminó hacia el mostrador hacia la señora sonriente.
¡Hola, joven hombre! ¿Qué te gustaría hoy? ¿Tus padres te enviaron con una nota?
El chico rebuscó en su bolsillo y le entregó la nota. Supongo que me gustaría una sesión de bronceado. Suficiente para lucir bien en la piscina.
La señora asintió y sonrió con picardía. Estoy seguro de que lo harías.
Luego abrió la nota y la leyó con una ceja levantada.
Bueno, tu madre te ha dado permiso para que estés aquí. También dijo que le gustaría que tuvieras una sesión con dos extras de tu elección.
Buscó un papel detrás del escritorio que tenía una lista de opciones adicionales que normalmente elegían los padres. Le entregó la lista al cuerpo que tenía delante y observó con diversión mientras intentaba descifrar la lista algo codificada.
Opciones adicionales
- Comprobaciones periódicas de temperatura
- Limpieza
- Limpieza con secador
- limpieza bucal
- Envoltura extra acolchada
- Lavado
- Depilación
- Meditación
El chico levantó la vista de la lista. ¿Qué es la envoltura extra acolchada?
La mujer sonrió con un brillo en los ojos. Oh, es bastante agradable. Si fuera yo, elegiría eso.
Ligeramente molesto porque la mujer realmente no respondió a su pregunta, volvió a mirar la lista. Realmente no sabía qué era nada de esto, pero se encogió de hombros y pensó que lo adivinaría y tal vez regresaría para probar algo más ya que todo esto era gratis.
Volvió a mirar a la mujer. Supongo que los controles de temperatura regulares y la envoltura acolchada. ¿Es como una envoltura corporal?
La mujer tomó el pedazo de papel y asintió levemente. Supongo que se puede decir que es algo así.
Luego conectó sus opciones en la computadora junto con una sesión básica. El último joven está terminando y terminará pronto. Mientras tanto, necesitaré sus datos básicos. Nombre, edad, altura, peso, ¿por qué crees que tu mamá te envió aquí?
Andy le dio a la señora la información que ella le pidió y respondió a la última pregunta encogiéndose de hombros y repitiendo lo que su madre le había dicho. Que tal vez ayudaría a su actitud.
Asintiendo, la mujer anotó la información y anotó la cuenta con una gran N. Muy bien, espere unos minutos en las sillas de allí y luego comenzamos. Una buena oportunidad para sentarse.
Los ojos de la mujer brillaron de nuevo mientras revisaba la pantalla de un monitor que Andy no podía ver.
Pasaron diez minutos y sonó un zumbador en la computadora principal. Alegremente, la mujer sonrió cuando se abrió una puerta y lo que parecía una escalera mecánica en movimiento estaba en el piso que conducía a la nueva habitación.
Parece que está listo para ti. ¡Solo da un paso adelante en la escalera mecánica y te llevará adentro!
Extrañado, el niño tomó su toalla y se dirigió a la puerta. Sin embargo, la dama lo detuvo y le tendió la mano. No necesitarás eso allí. Lo pondré detrás del mostrador para que lo tomes cuando salgas.
De nuevo el chico se encogió de hombros. Era la toalla del hotel después de todo, no veía por qué importaba. Sin embargo, fue genial ver este tipo de tecnología. Le entregó la toalla y luego atravesó la puerta.
Tan pronto como estuvo dentro, la puerta detrás de él se cerró y el suelo comenzó a moverse bastante rápido hacia el centro de la habitación. Estaba oscuro adentro excepto por un punto de luz en el centro. No estaba tan seguro de esto ahora, pero pensó que lo soportaría. ¿Qué era lo peor que podía pasar?
En poco tiempo, el niño estaba en el centro de la luz brillante. Cuando llegó allí, trató de mirar a su alrededor, pero antes de que pudiera obtener sus barras, dos grandes brazos con grandes manos humanas aparecieron desde el techo. Lo agarraron por debajo de las axilas y lo levantaron un par de pies en el aire.
¿Que demonios?
Pataleó y trató de liberarse, pero los brazos eran demasiado fuertes.
Una voz femenina mecánica se quejó de él. Ahora, eso es terriblemente travieso tratando de escapar. Estás en la máquina de bronceado y no hay escapatoria. Se le ha asignado un bronceado regular, con la mano y diez con el cepillo, y dos extras de control de temperatura regular y una venda acolchada adicional. Si intentas escapar de nuevo, eso significará extras.
Sin más ceremonia, otra mano vino del techo y en poco tiempo sacó los zapatos del niño y los tiró a un contenedor. Detrás de él estaban las manos y los calzoncillos del niño, por lo que ahora estaba desnudo, excepto por los calcetines.
Completamente asustado ahora, Andy pateó sus piernas y trató de liberarse de los brazos. Sin embargo, todo lo que obtuvo fue un golpe rápido en el trasero de la gran mano que le había quitado los pantalones. La mano era tan grande que un golpe había cubierto todo su trasero e incluso la parte superior de sus muslos. Le hizo sentirse como un niño pequeño otra vez cuando todo era mucho más grande que él.
No, no, deja eso ahora. Necesitas una prueba de salud rápida y luego obtendrás tu bronceado en un trasero ya golpeado. Nunca es bueno empezar así.
¡Déjame ir! Quiero volver a mi habitación ahora. ¡Esto no es lo que quería!
La voz desde arriba que el chico juró que podía escuchar sonreía mientras respondía. Tal vez no sea lo que querías, pero obviamente se necesita desesperadamente. Ahora compórtate.
Andy no quería otro golpe, por lo que cedió ante la lucha, pero prometió lanzarse como un loco contra la puerta tan pronto como lo derribaran. Sin embargo, se preguntó qué quería decir la máquina con chequeo médico.
No pasó mucho tiempo antes de que se enterara. La mano volvió con un estetoscopio para escuchar su corazón. Cuando se consideró que estaba bien, las manos lo inclinaron ligeramente y la mano volvió a acariciar su trasero dándole un pequeño y suave golpe que solo escoció levemente en su trasero ya golpeado.
Lo que sucedió a continuación, aunque realmente lo sorprendió, sus mejillas estaban separadas y algo vendido y viscoso fue insertado en su agujero inferior.
Después de unos minutos, se eliminó y la voz anunció que se completó el primer control temporal y se consideró que estaba sano para continuar.
Luego, el niño se enderezó nuevamente y se puso de pie donde inmediatamente trató de correr hacia la puerta. Sin embargo, el piso comenzó a moverlo en la dirección opuesta y todo lo que logró fue desgastarse.
La voz parecía cansada cuando lo llamó niño travieso y lo levantó bajo sus axilas una vez más. La gran mano bajó y golpeó su trasero dos veces haciendo que el niño gritara. Luego lo volvieron a colocar y sus manos inmediatamente fueron a su trasero. Estaba caliente al tacto y bastante dolorido.
No podía pensar mucho en eso antes de que lo llevaran a toda prisa en el convocador a otra luz brillante, pero dentro de esta había lo que parecía una silla grande y lo que parecía un regazo.
Antes de que pudiera pensar en algo, fue levantado por dos manos y colocado sobre dicho regazo. Luego le colocaron una mano en el lomo, lo que le impidió escapar. Esto fue humillante y lo hizo sentir tan pequeño. Sus pies no tocaban el suelo y sus manos también lo hacían sentir como un niño de tres años.
Y no se le pasó por alto que estaba en la posición perfecta para recibir una nalgada. ¿Era esto lo que había significado revivir un bronceado? Maldijo en su cabeza porque de alguna manera sabía que si lo hubiera hecho en voz alta le causaría más dolor en el trasero.
La gran mano se posó en su trasero. Era frío para su trasero ya caliente y lo hizo estremecerse. Suavemente palmeó su trasero y la voz comenzó a hablar de nuevo.
Tu madre te envió aquí porque necesitas un ajuste de actitud. La nota que escribió decía que usted ha estado respondiendo y que, en general, tiene una mala actitud. Recibirá un bronceado y, con suerte, eso frenará este comportamiento. Puede patear y llorar todo lo que quiera, pero no puede tratar de escapar. ¿Comprendido?
Para puntuar la declaración, la mano dejó su trasero y volvió con un gran golpe. Le hizo gritar el reconocimiento requerido de que entendía.
Después de unas cuantas palmaditas más suaves para preparar el trasero, la mano se elevó más alto y luego golpeó hacia abajo con un poderoso golpe que señalaba el comienzo de los azotes. La gran mano que cubría todo su trasero volvió a bajar diez veces más haciéndolo gritar en pai, comenzar a llorar en serio y patear sus pequeñas piernas. Su trasero estaba en llamas por los azotes.
No podía creer cuánto dolía esto. Su madre lo había azotado antes, pero nunca así. Eso fue más un golpe ocasional aquí y allá, nada como esto. Nunca desnudó el trasero y toda su mano no cabía en todo su trasero.
Los azotes continuaron así durante bastante tiempo hasta que la mano se movió un poco más abajo en su parte inferior, por lo que no solo quería que le golpeara el trasero, sino que estaba golpeando los lugares donde se sentaba y la parte superior de los muslos. Justo donde tocaría la silla cuando se sentara, haciendo el mayor bien.
Los gritos de Andy subieron una octava y las lágrimas rodaron libremente por sus mejillas. Si antes había pensado que le dolía el trasero, esto era algo nuevo. Sus muslos se sentían como lava, ¡estaba tan dolorido!
Eventualmente, los golpes se ralentizaron hasta convertirse en unas palmaditas lentas en el trasero del chico. Hacía tiempo que sus pies habían dejado de patalear por lo exhausto y derrotado que estaba. Estuvo tanto tiempo en su dolorido trasero que no notó que la mano ya no golpeaba, sino que ahora estaba acariciando suavemente su espalda tratando de calmarlo.
Cuando su llanto se calmó, se dio cuenta de lo que estaba pasando y de que ya no le golpeaban el trasero. Aunque no permanecería así por mucho tiempo.
La voz de arriba tenía planes para ese trasero adolorido. Lo hiciste bien, pero ahora me temo que debemos pasar a la maleza.
La mano que estaba acariciando su espalda se retiró al vacío y regresó con un cepillo de pelo de madera muy grande. Uno que era lo suficientemente grande como para golpear la entidad de su trasero, como lo había hecho la mano. La mano apoyó el dorso en su trasero. El frío lo hizo retroceder y comenzar a llorar incluso antes de que cayera el primer golpe.
Sin más palabras ni de la voz ni de Andy, el cepillo se alejó de las mejillas calientes del chico y volvió con un sonoro golpe.
El casi adolescente no creía que pudiera soportar más. Su trasero simplemente iba a ser golpeado y no tendría fondo por el resto de su vida. No había forma de que, con todo este dolor, pudiera permanecer unido.
Pero lo hizo y otros nueve horribles golpes llovieron sobre el dolorido trasero rojo de la maleza. Cuando terminó, la mano se retiró una vez más y volvió sin el cepillo. Comenzó a acariciarle la espalda y el trasero de nuevo tratando de calmarlo.
Una vez que el niño se calmó lo suficiente como para sollozar en silencio y tener un ligero hipo, sintió que la mano le abría las mejillas y el mismo objeto frío y viscoso de antes se insertaba en su ano.
La voz anunció que el control de temperatura
estaba completo y normal y luego retiró el termómetro de su trasero.
Luego, las manos se movieron y lo levantaron por debajo de las axilas y lo pusieron de pie. Sus manos inmediatamente fueron a su trasero para tratar de quitar el fuego, pero pronto descubrió que eso no ayudó y en realidad empeoró las cosas. Así que hizo un pequeño baile de azotes y saltó de un pie al otro.
Sin embargo, no pudo hacerlo por mucho tiempo, ya que el suelo lo movió hacia adelante una vez más hacia otro foco que tenía una mesa de metal en el centro. Tan pronto como llegó, las manos lo levantaron para que su dolorido trasero quedara sobre la mesa fría y dura.
Obviamente se estremeció y se retorció sobre la mesa. Los traseros calientes recién azotados nunca se sentían bien cuando se colocaban sobre superficies duras.
Antes de que pudiera pensar demasiado en lo que estaba pasando, una mano bajó y lo empujó para que quedara acostado boca arriba sobre la mesa y luego lo agarró de los tobillos para que sus pies se levantaran en el aire.
Aplicar la envoltura de relleno extra alrededor de la parte inferior bronceada.
Luego, una mano colocó un pañal grueso debajo de las nalgas del niño, mientras que otra mano tomó un poco de crema y la frotó sobre las nalgas y la raja. No fue para nada relajante, sino que hormigueó y mantuvo las terminaciones nerviosas en llamas. Suficiente para hacer que se formaran más lágrimas en sus ojos.
Necesita un recordatorio de este bronceado y no calmante. Esa crema permanecerá activa durante 24 horas.
Otra mano bajó y frotó una crema más calmante en su área frontal. Una vez que todo se frotó, se retiró y regresó con un poco de talco para bebés que roció generosamente por toda el área del pañal.
Ahora bien preparadas, las piernas del niño se volvieron a colocar sobre la mesa y se pasó el pañal a través de sus piernas y se lo sujetó de forma segura a través de sus caderas.
Luego lo levantaron y lo colocaron de nuevo sobre sus pies. Recién abofeteada y en pañal. Nunca se había sentido más como un niño pequeño que en este momento. Bueno, tal vez hace unos minutos cuando su trasero estaba siendo azotado, pero eso no venía al caso.
Las manos regresaron con sus zapatos y pantalones. Lo levantó como su mano al principio y reemplazó sus pantalones primero y luego sus zapatos. Obviamente no necesitaba su ropa interior por lo que una mano le entregó una bolsa de plástico transparente con ellos dentro.
Tan pronto como pudo pensar en su trasero recién acolchado, el piso en movimiento lo llevó rápidamente a la salida. Antes de que pudiera salir, una de las manos bajó y lo golpeó en el trasero empujándolo fuera de la puerta. Dejando al chico parado allí en el vestíbulo confundido por lo que acababa de suceder.
Al darse cuenta de que la gente podía ver su rostro recién lloroso y su trasero con pañales gruesos, rápidamente empujó la bolsa con su ropa interior dentro de su bolsillo y se retiró al ascensor que estaba convenientemente ubicado.
Para su decepción y desmembramiento, pasó a estar lleno de gente. Algunos que le dieron miradas de complicidad y un niño que no pudo contener la risa hasta que su madre le dio una mirada varonil y una pequeña palmada en el trasero.
Muy rápido cuando llegaron a su piso prácticamente salió corriendo del ascensor y se dirigió a su habitación que compartía con su madre. Llamó a la puerta y cuando se abrió se encontró con su madre sonriendo.
Entonces, ¿cómo estuvo tu viaje al salón de bronceado?
Encontrando una nueva habitación
Una vez más, Steve miró hacia el edificio y luego suspiró. ¿Mamá?
La madre de Steve, Penny, miró a su hijo y negó con la cabeza. Por millonésima vez no. Este es nuestro nuevo hogar. Ahora entra y encuentra una habitación que te guste y luego ven a ayudarme a mover cajas.
El joven suspiró de nuevo, pero luego abrió la puerta y comenzó a caminar hacia la puerta principal. Esperaba que hubiera una habitación decente en este lugar. Iba a ser un adolescente pronto y iba a necesitar un gran lugar para estirarse. Con ese pensamiento, el chico de cabello castaño abrió la puerta principal y se quedó allí, asombrado o horrorizado. No pudo averiguar cuál.
Era una casa muy antigua cubierta de telarañas y parecía francamente embrujada. El joven miró hacia la escalera que era bastante grande e impresionante, pero no pudo superar las décadas de mugre y suciedad que la cubrían. Haciendo una mueca, Steve se acercó a las escaleras y comenzó a subir.
En lo alto de las escaleras había tres puertas a la derecha y cuatro más al otro lado. Decidiendo tomar primero el lado derecho, Steve caminó por el pasillo y abrió la primera puerta. Era demasiado pequeño para él, así que pasó al siguiente. Atravesó así el pasillo hasta que abrió la puerta del fondo, no era una habitación, sino una pequeña escalera estrecha. Probablemente fue una escalera de servicio cuando esta casa todavía los tenía.
Dejando de lado la precaución, el joven subió las escaleras y se encontró con otro largo pasillo. Esta vez solo había dos puertas. El curioso Steve fue al más alejado y encontró una habitación antigua muy grande con una cama vieja adentro. Esto era todo, esta era su nueva habitación.
Al entrar, Steve notó que había otro mueble. Una silla cerca del lado de la habitación junto a una puerta. Era una de esas viejas sillas de mimbre que no tenían reposabrazos. Caminó hacia él y limpió parte del polvo. Parecía bien usado, pero en buen estado. Podría usarlo como su nueva silla de escritorio.
Dejando ese pensamiento para más tarde, Steve abrió la puerta y vio que adentro había un baño de buen tamaño. Parecía que tenía un lavabo, inodoro por supuesto y una bañera bastante grande. Muy conveniente. Esta era definitivamente su nueva habitación.
Cerró la puerta del baño y luego se acercó a la ventana de la habitación. Fue una gran vista. Vio a su mamá afuera con el camión de mudanzas diciéndoles a los muchachos de mudanzas dónde llevar las cajas y decidió que debía bajar y ayudarla. Antes de que pudiera dar la vuelta, la puerta de la habitación se cerró de golpe haciéndolo saltar y darse la vuelta.
Steve no podía creer lo que le mostraban sus ojos de once años. Allí estaba una figura alta y resplandeciente. Comenzó a moverse hacia Steve y el joven comenzó a buscar una ruta de escape, pero en su pánico no pudo encontrarla.
La figura no dijo una palabra mientras lo agarraba por la parte superior del brazo y comenzaba a arrastrarlo hacia la silla que ahora estaba repentinamente en medio de la habitación. Como saliendo de su conmoción, Steve luchó y trató de desalojar la mano de las cosas brillantes de su brazo. Sin embargo, parecía ser un punto discutible, la criatura era demasiado fuerte para él.
En poco tiempo, Steve se encontró de pie frente a la criatura que estaba sentada en la silla con una mirada determinada en su rostro. Desde tan cerca podía decir que se trataba de un hombre y ciertamente un fantasma. No solo brillaba, sino que podía ver ligeramente a través de él. Sin embargo, no tuvo más tiempo para estudiar al hombre cuando Steve encontró sus pantalones y ropa interior en sus tobillos.
El niño se horrorizó y movió las manos para cubrirse. ¿Qué diablos le iba a hacer este tipo?
Luego, Steve fue arrojado sin ceremonias sobre el regazo del hombre y se movió a lo que sería la posición perfecta para azotar. Steve horrorizado finalmente se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Este hombre fantasma lo iba a azotar.
Con ese pensamiento comenzó a forcejear, tratando de bajarse del regazo del hombre fantasma, pero la mano en su espalda evitó cualquiera de esas tonterías. Luego se levantó una mano y un gran golpe resonó en la habitación.
Steve nunca había sido azotado antes, ni siquiera una pequeña bofetada de su madre. ¡Esto fue discordante y DOLIO! El niño gritó de dolor y pensó que lo había preparado para la próxima bofetada, pero estaba equivocado. Muy mal.
El siguiente azote dolió aún más que el primero. Y los justos seguían viniendo. Mejilla izquierda, mejilla derecha y derecha en el centro. Una y otra vez. No pasó mucho tiempo antes de que el niño estuviera llorando a mares y pateando sus piernas.
Su trasero se estaba volviendo cada vez más y más rojo por segundos, pero luego el hombre dejó de azotarlo. Fue muy repentino. Simplemente apoyó una mano fantasmal en el trasero del chico y esperó a que se calmara un poco.
Cuando el llanto se calmó un poco, el hombre comenzó a acariciar el trasero desnudo frente a él. Quiero que vayas al baño y me traigas el cepillo para el cabello que está en el mostrador. Me temo que has sido muy travieso y necesitas una buena dosis del cepillo.
Incapaz de recuperar el aliento, Steve de repente se sintió de pie. Su cabeza estaba acelerada, pero sus manos fueron inmediatamente a su trasero tratando de apagar el fuego que ahora estaba allí. Eso fue inmediatamente detenido por el fantasma que abofeteó sus manos. Arbusto. Ahora. Y ni siquiera pienses en correr. La puerta está cerrada.
Steve asintió obedientemente. Pero que hice?
El fantasma se estiró y golpeó su trasero. Sabes. Ahora deja de holgazanear.
Le dio la vuelta al niño y lo golpeó de nuevo llevándolo al baño.
Andando con los pantalones todavía alrededor de los tobillos, Steve entró en el baño e inmediatamente vio el cepillo que había pasado por alto antes. Era un cepillo pesado de madera al que le faltaban bastantes cerdas. Obviamente, este cepillo ya no se usaba para cepillar el cabello... se iba a usar en su trasero. Con ese pensamiento, Steve caminó hacia el fantasma en la silla. Su destino estaba sellado y él lo sabía. Le entregó el cepillo al hombre y lo volcó sobre el regazo de espera. Sin más discusiones, el cepillo descendió sobre su trasero una y otra vez. Si había pensado que le dolía la mano, esto era insoportable.
Una y otra vez, el fantasma golpeaba haciendo que el fondo se pusiera aún más rojo que antes. Sin embargo, esta vez el fantasma se estaba enfocando en los lugares para sentarse y la parte superior de los muslos de los niños. Ellos también necesitaban atención después de todo.
Pasan muchos minutos y luego cesan las bofetadas. Sin embargo, el chico no lo supo hasta unos minutos después. ¡Su trasero estaba en llamas!
Con dulzura, el fantasma frotó la espalda de los niños. Ahora, ahora, no hay necesidad de ser tan dramático. Ha tenido azotes mucho peores, joven, y los tendrá mucho peores en el futuro. Tranquilízate ahora.
Steve sintió que su cabeza daba vueltas una vez más y se encontró de nuevo en pie. Quería frotarse el trasero, pero recordó la última vez que lo intentó y se contuvo. En cambio, se limpió los mocos de la nariz y se secó las lágrimas de los ojos. Volvió a mirar al fantasma que lo escaneaba de pies a cabeza.
Te ves diferente desde la última vez que nos vimos. Has crecido. Ahora ve a la esquina y piensa en tu actitud durante diez minutos. La casa no está tan mal. Y luego ve a ayudar a tu madre a mudarse. Nos encontraremos pronto, estoy seguro, así podré darte otra paliza cuando te portes mal.
Luego, el fantasma le dio la vuelta al niño y lo envió a la esquina con un golpe.
Steve obedeció y se quedó en la esquina durante el tiempo asignado pensando en lo que había dicho el fantasma. Iba a haber una próxima vez.
¿Quién era él?
Tan pronto como sus pantalones estuvieron de vuelta sobre su trasero, Steve se volvió y vio que la silla estaba donde estaba para empezar. Qué encuentro tan extraño. Iba a tener que hablar con su mamá y para cretino este no iba a ser su cuarto.
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