Una de veronica
Un dia fui a ver a una amiga que estaba en cama, enferma. Por supuesto, elegi la hora adecuada, unos minutos antes de que el practicante llegara por el barrio. Llamé a la puerta y su mamá me acompañó hasta la habitación. El gesto de Paquita, mi amiga fue confuso, le alegraba tener por fin algo de compañia, pero por otra parte estaba esperando al practicante y cabia el riesgo de tener testigos no deseados durante la inyeccion. Yo sabia que ella trataria de que yo no la viese, y ella sabia que yo trataria por todos los medios de verla. Un par de minutos despues, llegó su hermano Javier, dos años mayores que nosotras. Estuvimos charlando, contandole las cosas del colegio, le llevé los deberes... hasta que sono el timbre, y se oyo la voz de tenor del practicante dando las buenas tardes y preguntando quien era el enfermo. La puerta del dormitorio estaba abierta y daba al salon, como todas, era un piso pequeño. En el salon, una mesa en el centro,servia para que el practicante preparase todo; mi amiga no veia los preparativos, pero los intuía; yo, sien embargo, me acerque discretamenta hacia la puerta y miré; me excitaba la idea de ver a Paquita recibiendo su inyeccion, asi en primera fila, y sin tener que ser yo pinchada tambien. Cuando el practicante y la mamá de mi amiga se dirigieron hacia la habitacion, habilmente me coloque dentro de ella, buscando no estorbar y por supuesto tener una excelente perspectiva. La respuesta inmediata de Paqui fue de descargar tanta rabia contenida, miedo al dolor y verguenza de ser vista. Se nego a retirar las mantas y sabanas de la cama aferrandose a ellas fuertemente. PRimero palabras tranquilizadoras del practicante, luego amenazantes de la madre, y por fin... Paquita se vió en pocos segundos sobre las rodillas de su madre, su hermano sujetandole las manos y ¡Yo! las piernas. Si tenia miedo a la humillación, no pudo hacer nada mas para poner las cosas peor. Bueno si, despues de despedir al practicante, la mama de Paqui que aun no estaba dentro de la cama, regreso y con zapatilla en mano le sacudió unos fuertes zapatillazos que le hicieron bailar posesamente.
Estaba profundamente excita por todo lo vivido, pero aun quedaba algo mas. Mas tranquilas, charlando, entró Javier en la habitación y nos dijo que su madre habia salido, y que fueramos a su habitación: Los vecinos del piso de debajo, un matrimonio con tres niños y dos niñas, eran muy rigidos con la educación, y en cuanto el padre llegaba del trabajo, les enviaban a dormir. La verdad es que tratar de que 5 crios se metan en la cama sin sueño y no hagan ruido es utopico, pero el padre debia de ser un soñador o un cabezota, y trataba, segun nos conto Javi, que a base de correazos se callasen. La situacion de la habitacion de Javi era ideal, pues coincidia con una de las habitaciones, justo encima, y con frecuencia, con un recipiente de yogur vacio, se dedicaba a escuchar. Asi que ali estabamos los tres, tumbados en el suelo, tarro de yogur en la oreja, escuchando lo que pasaba en el piso de abajo: Voces, griterio, carreras, amenazas... y el sublimante chasquido de la correa sobre la piel...mmmmmm... y llantos, llantos, llantos...silencio.