jueves, 28 de enero de 2021

Un fin de semana en la montaña 2


Los dos permanecimos desnudos de cara a la pared, mostrando a cualquiera que entrara nuestros traseros, rojos y llenos de tiras dejadas ahí por la caña.

Para nuestra desgracia luego de unos 30 minutos entro un amigo de Alejandro, que tenía una cabaña en las faldas de la montaña y que había venido a saludar. Su nombre era Alfonso.

Con el entro un muchacho de unos 12 años, de nombre Rodrigo.

El cual quedo perplejo de la penosa escena que Daniel y yo protagonizábamos.
“Alejandro parece ser que se ha impuesto algo de disciplina por aquí”
“si había que hacerlo, hubo una nota muy desagradable en la boleta de este mes”
“reconozco uno de esos traseros pero el otro de quien es”
“es un amiguito de Daniel, se llama Sebastián”

Los visitantes tomaron asiento en la mesa de la cocina. Hablaron por unos momentos sobre disciplina, sobre el bosque y algunas actividades que tenían planeadas.

“muchachos, ya pueden descansar, vístanse y vayan a jugar fuera”

Los dos estábamos muy cansados, pero nada comparado con la vergüenza que sentía al estar desnudo mostrando ni trasero a gente desconocida. Rápidamente nos vestimos.

Daniel fue con su padre, le dio un beso y nos dispusimos a salir de la cabaña.

“Ricardo ve a jugar con ellos, y pórtense bien, que si no habrá tres parados frente a la pared”

Salimos de la cabaña y nos dirigimos en dirección del estanque.
“Donde vamos”
pregunto Ricardo.
“Vamos a explorar cerca del estanque”

Le contesto Daniel.

Caminamos por unos 15 minutos, buscamos algunas ramas que se asemejaran a espadas o rifles y jugamos por un largo rato. Después de un buen rato, nos sentamos descansar a la horilla del estanque.

“porque los castigaron esta mañana”

“sacamos una mala calificación en matemáticas”

Ricardo bajo la mirada y torció la boca. Luego comenzó a desabotonarse la camisa, para luego seguir con los pantalones cortos que traía. Finalmente se quedo en calzoncillos.

Puso su manos al los costados de su ropa interior y la retiro de un jalón, para después tirarlos donde se encontraba el resto su ropa.

No era raro ver a un chico desnudo, casi todos los días en la escuela mirábamos docenas en las regaderas. Pero nos llamo la atención que las nalgas de Ricardo estaban rojas y lastimadas como las nuestras.

“parece ser que tu papa también te azoto esta mañana”

“no, fue ayer en la noche, le conteste a mi padre y se molesto conmigo”

Luego de que entrara al estanque Daniel y yo lo seguimos.

Unas horas después llegaron Alejandro y Alfonso con una canasta. Seguramente traían un bocadillo.

Los tres salimos del agua nos secamos y permanecimos desnudos durante la comida.

“Alfonso parece ser que ustedes también tuvieron una noche ocupada”

“si había que reiterar la lección de no contestar a los mayores, hoy en la tarde tiene otra cita con el cuero”
“que casualidad, este par de muchachos también tienen la misma cita”

Yo me sentía muy humillado, y al parecer Daniel y Ricardo se sentían de la misma manera. Con los adultos bromeando sobre nuestro doloroso y destino.

Después de comer los tres tomamos el sol por un momento, hablando de la escuela, del último juego de video y finalmente entramos al agua una vez más.

Pasamos gran parte de la tarde jugando en el agua, haciendo pequeñas presas con piedras para atrapar peces, como todos los peces del estanque eran muy pequeños, todos con el tiempo fueron liberados.

El sol comenzó a retirarse, y los adultos nos llamaron, era hora de dejar del agua. Nos esperaron en la horilla sosteniendo toallas para secarnos rápidamente, nos ayudaron a vestirnos, y los 5 tomamos camino a la cabaña de Alejandro.

Una vez ahí, los dos adultos se miraron como si tuvieran un plan entre manos.

“chicos quieren acampar hoy en el patio?”

Los tres accedimos emocionados, la cabaña era muy cómoda, pero estar a la intemperie en una casa de campaña era muy divertido.

Bueno como los tres tienen el mismo futuro decidimos que los tres lo tomaran juntos, luego podemos hacer una fogata y asar malvaviscos y salchichas.

“chicos preparen las tiendas, que después tendremos una seria platica los 5, luego pueden disfrutar el resto de la tarde”.

Seguimos a Daniel dentro de la cabaña, nos llevo hasta el armario de la sala, de donde saco una maleta plástica. Luego al patio, a buscamos un buen lugar, alejado de la casa, pero aun a la vista desde la ventana de la sala y armamos la tienda.

Luego los tres nos deseamos buena suerte y entramos a la cabaña para cumplir con nuestra penitencia.

Yo sabía que había pedido ser castigado como los demás. De hecho mirar a alguien ser castigado y después de ser azotado uno mismo era muy excitante. El único problema era resistir el castigo. Además mi trasero no había terminado de sanar de los antiguos encuentros, por lo que estaba seguro que pronto mis nalgas estarían bajo un intenso dolor.

Daniel y Ricardo no parecían tan asustados, por lo que trate de ser valiente y que mi cara no mostrara el miedo que sentía.

Cuando entramos a la casa, los adultos estaban sentados a la mesa, y sobre ella estaban dos piezas de cuero.

“bueno mi hijo tiene que pasar un momento en mi regazo para el calentamiento, y luego le tocan 25 azotes y 45 minutos frente a la pared”

“los míos tienen en cuenta los 25 cueros, y Sebastián tiene de igual manera un calentamiento por un pequeño percance que tuvo durante la noche”

Alejandro se refería a que durante la noche tuve un orgasmo en la cama, y había dejado mi semilla entre las sabanas. Me había dicho que lo podía hacer, únicamente tenía que ser discreto.

“entonces muchachos, comencemos. Quítense la ropa, dóblenla y déjenla en el sillón, después Alfonso se encargara del calentamiento de su hijo y yo del de Sebastián”

Rápidamente hicimos lo que nos fue ordenado, después Rodrigo camino hacia su padre que estaba sentado y preparado para él. Yo con la mirada al piso camine hasta estar frente a Alejandro.

El espero a que me tirara de estomago en sus rodillas, me puso una mano en las nalgas y la otra a la espalda.

Alfonso rápidamente comenzó con una serie de nalgadas, fuertes y concisas sobre una de las nalgas de su hijo, sentí inmediatamente como mi pene respondía al verlo retorcerse después de cada golpe. El chico tenía unas nalgas preciosas, rosadas y firmes. Después de un par de golpes comenzaron a enrojecerse y las marcas de los dedos de su padre aparecieron finalmente en un rojo intenso.

Aun así el chico gritaba y lloraba, pero su cintura siempre permaneció firme en su lugar.

Creí que si él podía soportarlo yo también lo haría.
Pero antes de que pudiera prepararme, mi castigo comenzó. La mano de Alejandro me pareció mucho más pesada, cada golpe era muy fuerte al igual que el sonido que se dispersaba en el aire.

Al principio cerré mi boca con fuerza para tratar de tomar el castigo en silencio, pero después de la quinta nalgada me fue imposible. Cada nalgada dejaba una capa de ardor en mi piel. Mientras que mi pene se crecía y se forzaba contra la pierna de Alejandro.

Alejandro se detuvo por un momento, me acomodo para que mi pene estuviera libre entre sus piernas, y luego siguió golpeándome aun más fuerte.

Daniel observaba la escena desnudo, su cuerpo también respondía a lo que sus ojos observaban, pero sus manos permanecieron a sus costados.

Después de unos 10 minutos Alfonso se detuvo, su hijo lloraba y temblaba en su regazo, pero permaneció en posición hasta que su padre le ordeno que se levantara. Cuando se puso de pie, llevo sus manos a su trasero tratando de mitigar el dolor.

Aunque mi trasero estaba en llamas no pude evitar levantar la mirada y observar con tanto detenimiento me permitía mi posición, el perfecto trasero de Ricardo. Posteriormente, mi castigo también termino.

Alejandro me permitió levantarme y puso una toalla en mi pene que estaba totalmente erecto.
“Discúlpame no era mi intención”
le susurre, después de que me cubrió.
“No te preocupes, es normal que eso pase, ve al baño, alivia la presión y regresa lo más pronto posible que aun tienes un largo camino por delante”

Cuando me dirigía al baño, tratando de que nadie pudiera ver mi erección pude escuchar como Ricardo le suplicaba a su padre que no lo golpeara esta tarde con el cuero. Pero Alfonso no perdió el tiempo y comenzó a preparar el terreno para castigar a su hijo.

Al igual que Alejandro, que ya tenía a Daniel sobre el descansa brazos del sillón.

Entre al baño y trate de liberar la presión lo más rápido que pude, lo cual no fue difícil porque podía escuchar el cuero en su embestida contra Ricardo y Daniel. La simple imagen de esos firmes traseros siendo azotados sin compasión desencadeno la explosión del mejor orgasmo en mi joven vida.

Rápidamente cubrí mi pene con papel para no dejar un desastre que después podría ocasionarme problemas. Me asegure que todo estuviera en orden, me lave las manos y Salí rápidamente a la sala, solo para encontrarme con los dos chicos gritando y llorando.

Ricardo parecía que no estaba aceptando del todo bien su castigo, ya que pataleaba y se levantaba de la silla donde su padre lo tenía.

“Ricardo, voy a empezar de nuevo y más te vale que ahora si te quedes quieto, no estoy jugando”

Alfonso le dijo a su hijo claramente enojado.

Ricardo se hecho de nuevo sobre la silla y cerró los ojos, durante todo este tiempo Daniel era sometido al cuero pero no se movía tanto, simplemente temblaba y ahogaba sus gritos en el cojín del sillón.

Después de unos momentos el castigo de Daniel termino y rápidamente se encontró llorando en el pecho de su padre, rodeado amorosamente por sus brazos, que aun sostenían el cuero que después se ocuparía de mí.

El castigo de Ricardo había empezado de nuevo y parecía que estaba muy concentrado en quedarse quieto sin importar lo que su padre le hiciera. Apretó los dientes, cerró los ojos y se agarro con fuerza de las patas de la silla.

“papi por favor no puedo más, por favor te juro que no te voy a desobedecer de nuevo”
“Ricardo te faltan 13 azotes mas, y no nos lo estas dejando fácil. Voy a terminar el castigo así que más te vale que te quedes quieto”

Alfonso parecía desesperado, y comenzó a golpear con más fuerza las nalgas de su hijo.
Alejandro permaneció en silencio pero soltó a Daniel y le dijo algo al oído, luego me miro y me hizo una seña con la mano que sostenía el cuero, para que me pusiera en posición.

Yo no quería hacer un circo de la situación así que me convencí a mi mismo de que sin importar lo que Alejandro hiciera con ese cuero, yo lo aceptaría y me mantendría quieto.

Eso obviamente fue más fácil pensarlo que hacerlo ya que el primer azote llevo el dolor como un rayo hasta mi cabeza, los gritos comenzaron a fluir pero se me hizo fácil ahogarlos en el cojín como Daniel lo hacía.

El castigo me parecía eterno, mi cuerpo transpiraba y temblaba involuntariamente, aun así podía escuchar como Ricardo seguía bajo la embestida de su padre.

Conté los golpes hasta el número 16, después de eso me fue imposible concentrarme en quedarme quieto y seguir con la cuenta, así que simplemente esperaba con todas mis fuerzas el último golpe.

Hasta que finalmente Alejandro puso su mano en mi estomago y me llevo a su pecho, me rodeo con sus brazos al igual que a su hijo y me dijo que me quería como si lo fuera.

Después de sollozar por un momento, vi que Ricardo seguía en la penosa situación, su padre estaba empeñado en que su hijo aceptara su castigo y se dejara de quejar, con la diferencia de que ahora Daniel sostenía sus muñecas y le hablaba al oído mientras su padre preparaba el siguiente golpe.

Siguió golpeándolo por un momento.

“Terminamos por hoy muchacho, pero no me quedo para nada feliz de cómo te comportaste hace un momento, quizá tengamos que hablar de esto después. Por ahora quiero tu cara de frente a la pared inmediatamente”

Alfonso estaba claramente enojado, y su rostro transpiraba profusamente.

Daniel ayudo a Ricardo a pararse y luego lo sostuvo mientras los dos se dirigían a la pared de la sala.

“Sebastián a ti también te toca un tiempo frente a la pared, así que andando”

Alejandro me dio una leve palmada en el trasero y camine lentamente en dirección a la pared.

Daniel tenía el trasero muy lastimado al igual que yo, pero el de Ricardo estaba aun peor. Esta vez las marcas de su piel tenían un furioso color morado y seguramente el dolor era extraordinario.

Los tres nos paramos frente a la pared, pero Daniel sostenía a Ricardo que encontró difícil mantenerse en pie.

Después de unos 30 minutos Daniel y yo ya habíamos dejado de llorar, pero Ricardo aun sollozaba.

Los dos adultos hablaban sentados a la mesa.

“chicos lleven a Ricardo a la casa de campaña, ahora les llevare su ropa de dormir”

Detrás de nosotros salió Alfonso, su hijo lo miro por un segundo pero él siguió con su camino.

Entramos a la casa de campaña y recostamos a Ricardo sobre su estomago, se recostó y comenzó a sollozar nuevamente.

Después de un momento, Alejandro se inclino en la entrada de la casa de campaña, le dio a Daniel ropa de cama, y un bote de pomada.

“pónganle esto a Ricardo, luego pónganse ustedes, y duérmanse temprano que mañana tiene que ir con Pedro”

Alejandro le dio un beso en la frente a Daniel cerro la cremallera de la casa de campaña y entro a la cabaña.

Daniel trato de ponerse el pantalón de su pijama pero al parecer le fue muy incomodo porque se lo quito después de un momento, luego entre los dos tomamos algo de pomada y comenzamos a untarla en las nalgas de Ricardo. Su piel estaba hinchada y estaba muy caliente.

No teníamos mucha luz pero seguramente algunos de nuestros golpes comenzaban a ponerse morados.

Nos concentramos en tratar de mitigar el dolor en las nalgas de Ricardo ya que él se había llevado la peor parte.

Sollozo por un momento, y luego se tranquilizo, seguramente la pomada estaba surtiendo efecto.

“gracias”dijo casi como un susurro.

Si no me hubiera sido tan penosa la situación de Ricardo, me hubiera excitado sobre manera el estar masajeando su pequeño y firme trasero.

Los tres dormimos sobre nuestros estómagos, hasta que unos minutos después de la media noche, Ricardo se volteo, inconscientemente disparando el dolor cuando su trasero toco el colchón donde dormíamos.

“aaaaauuuuu”

La queja de Ricardo me despertó, no quería que llorara de nuevo, así que lo voltee sobre su estomago y le puse un poco mas de pomada.

“gracias”

Después de masajear su trasero un momento, mi pene estaba totalmente erecto sin importar que estuviera semi consiente.
Sin querer toque el trasero de Ricardo con mí miembro cuando me acomode de nuevo a su lado.

El al sentirlo no se retiro, todo lo contrario aventó un poco su trasero hacia atrás, haciendo contacto una vez más.

No pude resistirlo y con esta imagen jugué con mi pene hasta que exploto en placer, mi semilla quedo regada en el trasero de Ricardo y en el colchón inflable que nos sostenía.



RUTH, RECIBE UNA AZOTAINA DEL DIRECTOR

—¡Levántate! —Cuando ella se levanta, cruzo la habitación. Mi paso es lento y digno. Me siento en el sofá haciendo que los muelles crujan ru...