domingo, 7 de marzo de 2021

Sobrinita

Sobrinita


Autor: Jano

Cuando abrió la puerta de la habitación,su sobrina Circe, sin más ropa que una exigua camiseta que apenas le cubría la cintura y dejando a la vista su culo, moreno por el sol, amplio y respingón que mostraba sin tener conciencia de su presencia. Le sorprendió lo que estaba haciendo: montada a horcajadas sobre el brazo del sillón , se movía adelante y atrás frotándose sobre él, con un movimiento que no dejaba lugar a dudas sobre su intención.

Excitado por el espectáculo y a la vez irritado por tan desvergonzada actitud, airadamente se dirigió a la jovencísima Circe exigiéndole que parara. Ella pareció no oírle y siguió con el vaivén. En vista de que no le hacía caso,
él, bruscamente, sacó rápidamente su cinturón que chasqueó en el aire y, sin explicaciones ni avisos, lo abatió sobre las expuestas nalgas, dejando rojas señales alargadas sobre ellas.

Ella, al primer cintazo, trató de eludir el castigo sin éxito. La mano de su tío la sujetó fuertemente al sillón; mientras, no cesaba de descargar un latigazo tras otro sobre aquel corazón de sandía en que se estaba convirtiendo el culo de
la joven.

El cinturón cruzaba el aire con un silbido amenazador antes de estrellarse ora sobre un lado, ora sobre el otro, alternando.

Las protestas y gritos de Adela fueron dando lugar a suaves gemidos cada vez que el cinturón hacía impacto en sus carnes.

Aparentemente, con la intención de evadirse del castigo,su cuerpo volvió a moverse de forma convulsiva de atrás hacia adelante frotando su entrepierna contra el brazo del sillón. Al observar aquella maniobra, su tío aumentó la fuerza y frecuencia de los azotes, ante lo cual, ella, por toda respuesta, incrementó la velocidad de sus movimientos.

La escena pareció quedar suspendida en el tiempo.

El tío, más excitado que enfadado con ella, sin embargo, no paraba de descargar golpes sobre aquél culo al que no dejaba de mirar como hipnotizado.

En tanto, Circe se aferraba al brazo del sillón, incluso con las uñas clavadas en él sin dejar de frotarse. El resto del cuerpo subía y bajaba al ritmo de los azotes.

Ninguno de los dos parecía prestar atención al tiempo transcurrido desde que empezara el castigo.

Repentinamente, ella cayó desplomada sobre el sillón. Asustado, su tío dejó de golpear pensando que se habría desmayado; cuando intentó levantarla, Adela se le abrazó con fuera al cuello mientras le besaba apasionadamente en los labios.

Lo que sucedió a continuación, pertenece a la intimidad de sobrina y tío.

RUTH, RECIBE UNA AZOTAINA DEL DIRECTOR

—¡Levántate! —Cuando ella se levanta, cruzo la habitación. Mi paso es lento y digno. Me siento en el sofá haciendo que los muelles crujan ru...