lunes, 1 de febrero de 2021

El gusto de Nicole por llevar pañales 6

Pasaron largos días y varios meses en los que Nicole no pudo tocar el pañal que le sobró la última vez que se hizo encima y se metió los grumos de popó hasta el fondo de su vagina. Ella no estaba arrepentida por todo eso, se sentía la chica más afortunada de tener un gusto así. Incluso había perdido el pañal porque uno de esos días, su madre se había puesto a limpiar su cuarto con ella, tiraron las cosas viejas y dentro de las cajas tuvo que echar el último pañal para que no se diera cuenta. Desde esa vez, Nicole no pudo tener tiempo a solas en casa porque sus primas se volvieron sus mejores compañías y peor aún, la delincuencia estaba rondando sus calles y los guardias de su colonia habían recomendado que no se quedasen niños solos en casa. Así que casi siete meses después del último pañal que Nicole se puso, ella no los olvidó, la sensación que emergía de su vagina era totalmente buena como para dejarlos, por lo que solo se mantuvo pensándolos e imaginándose en tenerlos puestos. También no perdía la oportunidad de masturbarse de vez en cuando, sobre todo cuando iba al baño en casa y al terminar de hacer popó en el excusado, como era obvio que tenía que tardar haciéndolo, se recostaba en el retrete y abría un poco las piernas, introduciendo sus dedos de la mano derecha para que los calambres comenzaran a erizarle la piel, era algo tan rico. En esos momentos pensaba que podría hacerse encima usando uno de sus calzones de niña, pero la comodidad de los pañales le indicaban que debía esperarlos para gozar mejor. Igual admitía que la sensación de hacer popó y masturbarse, era placentero. En uno de esos días libres de Nicole, ella iba caminando por las calles de la ciudad donde vivía al lado de sus padres. Los tres iban por el centro y les gustaba ver las cosas que estaban de oferta y las tiendas donde podían comprarse algunas prendas nuevas. Su cuerpo a los doce años ya empezaba a tener forma: sus pompas se hacían grandes un poquito y adquirían bonita apreciación, sus piernas también y sus pechos ya iban en camino a ser como frutos deliciosos. Los que la veían caminar pensaban todo eso, el rastro de su perfume de niña era como feromonas para los chicos mayores, quienes no se perdían de fantasear con esos detalles. En ese momento la hermosa chica no pensaba en los pañales, sus pasos eran tan normales y sensuales. Sus padres hablaban de lo suyo y la chica iba observando que a lo lejos iba caminando lo que le activaría una extraña locura que no la dejaría en paz: Nicole vio que una niña de seis años estaba usando pañales. Ella lo pudo saber y reconocer como oficial porque la niña pequeña que iba delante suyo estaba usando como vestimenta unas mallas de tela que le transparentaban la piel de sus piernas, y no llevaba calzón de tela, solo el blanco pañal que parecía estar húmedo por tener algunas descargas. Nicole se puso roja al ver eso, era como si la estuvieran viendo desnuda a ella, sus pechos enseguida se pusieron macizos y la piel de todo su cuerpo igual se puso como de gallina; la sensación era rica, por lo que igual sentía que su pelvis empezaba a vibrar. Los padres de Nicole veían lo suyo y hablaban sus cosas personales mientras su hija iba adelante muriéndose de celos por una niña crecidita que usaba pañales. A Nicole no le importaba pensar si la niña pequeña usaba pañales por enfermedad, o por si tenía escapes, lo que tenía en su mente como dominación eran los celos, celos gigantescos que le hicieron morderse las uñas de sus manos y sentirse como una total loca paranoica. Justo así se preguntó: ¡¿Cómo rayos una asquerosa niña usa pañales a esa edad? Yo no use pañales a los seis, justo ahora me tengo que suicidar para tenerlos en mi vida solo por minutos… no es justo!! Al estar llena de toda esa envidia, justo afirmaba que sería capaz de perder el juicio mental y la paz social e ir a arrebatarle ese pañal a la niña, por lo que mejor se serenó, y puso un poco los pies en la tierra, era mejor usar pañales comprados por sus mismos padres. Seguido, llena de toda esa envidia y excitación, afirmó que los obtendría en ese mismo día. Con eso en la mente, Nicole era como las anteriores veces, esa relajación y excitación hacían que su vagina ya estuviera húmeda y suficientemente lubricada como para que a su edad, se pudiera meter toda una zanahoria hasta el fondo. La hermosa chica podía sentir que su calzón femenino estaba un poco húmedo, pero ante el mundo nadie podía ver ninguna gotita en su pantalón en la zona de la pelvis. Así que solo se fue con sus padres, caminando lento, y cuando dejó de ver a la niña pequeña, entonces decidió que en ese mismo día, sería como ella pensaba, si lo que iba a hacer tendría resultados. Dos horas después… Nicole y sus padres ingresaron a un restaurante para comer una rica comida china. Se sentaron y conversaron tranquilos. Nicole se sentía igualmente caliente, sus mejillas no dejaban de estar así y tampoco se podía quitar la imagen de la niña que usaba pañales en público sin problema alguno. Por lo que siendo lo más paciente, esa seguridad hacia que sus ganas de ir al baño fuesen aumentando; podía sentir la popó que se formó por lo que comió en la mañana poco a poco ir descendiendo, ella solo detenía la marcha... Hora y media después… Nicole y sus padres comieron sus platillos. Habían pedido un buffet y los tres estaban totalmente satisfechos. Pagaron la cuenta y se fueron caminando hacia la salida del restaurante. Mientras iban pasando por las otras mesas, la mente de Nicole estaba llena de chicos y chicas como ella que usaban pañales en todo momento. A los chicos que vio sentados con sus familias en el mismo restaurante se los había comido vivos en su mente, visionándolos desnudos, sin nada de ropa y en espera de ser puestos en sus pañales, así como le iban a hacer a ella en ese día. Eso le hizo palpitar más su vagina, como si tuviera al corazón entre las piernas. Seguido se fueron en ruta al auto. “¡Es el momento!” Pensó Nicole, porque iban en camino a casa y en la calle donde estaban, no había mucha gente, era el lugar perfecto para fingirlo a la perfección. Nicole estaba perdida en su mente, no había poder humano que la detuviera de hacer lo que iba a hacer, la excitación que sentía era suficiente como para que los calambres en su pelvis se produjeran con cada paso lleno de tanas imaginaciones y sucias escenas. Así que solo fingió ajustar las agujetas de sus zapatos, se detuvo un poco y esperó que sus padres se apartaran cinco pasos más, y cuando estuvo lista, entonces la chica se hizo ahí inclinada como si amarrara sus zapatos. Al sentir que la primera bolita de popó salía, eso le calentó y entonces la liberó toda. Igual los chorritos de pipí emergieron resbalando por su pantalón color rosa. Las manchas, olores le llegaron y la pusieron caliente. Su madre se dio la vuelta y le vio cerrando los ojos, haciendo presión con la cara y al ver la humedad en las piernas de su hija, comprendió que había tenido un accidente. ─¡Hija, te hiciste pipí!─. Reaccionó ella, acercándose. Los dos adultos se aproximaron a la chica de doce años que se quedó de pie con la cara perdida, como hipnotizada, quien solamente se abstenía de meterse la mano en medio de las piernas. ─¡Te hiciste popó!─. Reaccionó su padre. Con el olor en el aire, Nicole afirmó con un rostro fingido lleno de pena, no quería mirarlos a los ojos y entonces, su madre le dijo: ─¡¡Eres una niña cochina, ya estás grande, no seas asquerosa!!─. Seguido le dio una pequeña bofetada en la mejilla. Nicole aterrizó en la tierra, en el planeta tierra, extrañamente su nube mágica y maravillosa se le había hecho lluvia, la había bañado de realidad y entonces comprendió a sus padres quienes le veían furiosos. ─¡¡Súbete al auto, y llegando a casa te me bañas con agua fría, por sucia, no tienes juicio!!─. Repuso la madre de Nicole. Su padre no dijo nada, únicamente fue al lado de su hija viendo que no hubiese personas que vieran el hecho. Nicole caminó hacia el auto, dejando un rastro de pipí en el suelo y las huellas de sus zapatos. En sus pompas ya se apreciaba la mancha de la popó que colgaba de su calzón, faltaban movimientos más fuertes para que comenzara a escurrirse un poco. La madre de Nicole puso muchos papeles higiénicos que ella cargaba en su bolsa para que su chica se sentara, y Nicole se sentó en esos papeles, los que no sirvieron para que el asiento de atrás no se manchara. Los dos adultos se fueron a su casa con el olor de popó invadiendo el auto. Nicole ya ni pensaba en los pañales, solo afirmaba que comportarse así de caliente con esos temas tendría que ser en su intimidad. Al llegar a casa… Nicole salió con cuidado del auto. Sus pompa estaban totalmente batidas y su madre le dio camino para que ingresara primero hasta el baño. Nicole caminó rápido, para que nadie más la viera y en el baño, la chica se desvistió totalmente, hasta quedarse en el calzón femenino que le sostenía la apestosa bola café, que bien parecía cartón remojado con agua. Nicole se deslizó el calzón de tela por sus piernas, viendo que todo se salía y caía al lado de sus pies, a pesar de la pena que vivió con sus padres, le había gustado la emoción, pero eran cosas que quería afirmar en otros momentos. Seguido lavó bien sus piernas y su vagina, retirando las manchas. También fue así con sus pompas, tallándolas bien con la fibra y usando mucho jabón. Su calzón sucio lo desechó a la basura. Los padres de Nicole ayudaron en limpiar el asiento de atrás del auto, y así de molestos, le indicaron a su hija que estaba castigada con lavar su ropa ella misma por dos meses enteros. Nicole comprendió algo: después de haber hecho aquello, su amor y pasión hacia los pañales, serían cosa de ella misma, sus padres no tendrían que pasar eso de nuevo ni con el más mínimo detalle posible…

RUTH, RECIBE UNA AZOTAINA DEL DIRECTOR

—¡Levántate! —Cuando ella se levanta, cruzo la habitación. Mi paso es lento y digno. Me siento en el sofá haciendo que los muelles crujan ru...