Eduardo se quedó pensando en cómo ser tan discreto posible para cuando llegasen sus padres y no notasen que estaba usando pañales para bebés bajo su ropa normal en casa. Le daba muchas vueltas al asunto y no lograba finalizar con una idea central que le hiciera calmarse, ya hasta se había arrepentido de haber pedido el pañal. Pero no se lo quitó.
René se quedó maravillado con la idea que su querido hermanito se había unido a todo el suceso en casa de los pañales, era tan bonito pensar en que quien molestaba mucho ahora era como el en el gusto hacia esos productos absorbentes; pero igual temía por él cuando llegase su madre, ya que la creación de los pañales eran para ventas y problemas de incontinencia y jamás los habían destinado como herramientas de castigo como lo estaban siendo en esos tiempos.
Por ese día se quedaron tranquilos, se mantuvieron viendo la televisión y por ratos, poniendo la consola de videojuegos para entretenerse y emocionándose como siempre. Rene se mantenía asegurándose que su amigo Jordi no estuviese intentando llegar a su casa, hasta había pedido a sus dos hermanos que lo notificaran cuando supieran de algún comentario por su amigo con intenciones de llegar.
Tiempo después…
Diego y Casandra se aproximaron a su casa; los dos iban felices porque habían encontrado la solución perfecta para no dejar tirado todo el remedio que Cas había implementado en su primer hijo. En cuanto apagaron el auto, los tres chicos en casa escucharon esa señal y se asomaron por la ventana, viéndose con ojos llenos de pena con emoción.
Jimena y Eduardo salieron a recibir a sus padres para ayudarlos por si traían algo, pero ellos les negaron. A lo que solamente se abrazaron. Cas no apreció nada en los dos chicos, pues actuaron como siempre y por esos instantes su mente estaba enfocada en su joven.
Diego y Casandra ingresaron a su casa y saludaron a René. El joven camino hacia sus padres vistiendo solamente el pañal y la playera que le pusieron desde la mañana, sin haberlo usado mucho; a su pañal se le apreciaba una mancha amarilla por la parte frontal, pero eso no ameritaba un cambio.
─¿Cómo te la pasaste, mi Renito?─. Preguntó Cas.
─Bien, jugué con Lalo y Jimena con los videojuegos y no hicimos nada grande─. Respondió René.
─Bien, ahora escucha: todo este tiempo que pasamos fuera, nos aseguramos que otra persona me cubra cuando yo no pueda atenderte dentro de este castigo tuyo. Esta persona es una mujer a la que se le pagará por las horas que te esté atendiendo en lo que respecta a cuidarte como el niñito que eres. Necesito volver a mis actividades en la fábrica y por verte no puedo hacerlo─.
Rene se impresionó por procesar la idea, sus ojos se pusieron grandes que casi se le saldrían, se imaginaba haciendo lo mismo para su madre pero ahora para otra mujer.
─¿Quieres decir que ahora otra mujer me cambiará?─. Preguntó el chico, solo para hacerle peso a la idea.
Cas solo afirmó sonriente.
─Pero ya me acostumbré a hacerlo así contigo, no me gustaría que otra persona me vea sin ropa─. Dijo René.
─¿Y por qué te preocupa? Solamente eres un niñito, los niñitos no tienen tanta pena, no te preocupes, todo seguirá igual, solamente otra persona se hará cargo de ti, tu sigue igual─. Respondió Cas.
Ella se dio la vuelta, sonriente porque su idea había rendido buena aceptación. Por un lado se sentía aliviada de dejar de ser quien tuviese que cambiar tantos pañales al día de su joven, al menos así el castigo de René podría seguir.
Rene se fue a sentar con sus hermanos quienes habían escuchado todo. Eduardo hacía gestos de que la idea era buena, le invitaba a sonreír a su hermano mayor, pero para René la solución pesaba mucho y había caído de pronto.
Mas noche…
Todos se preparaban para dormir. Rene se quedó en la sala acomodando todo en su lugar.
Eduardo estaba en su cuarto preparándose para darse una ducha, tenía en sus manos su pijama y su nuevo calzón. Se sentía nervioso por el hecho que aún tenía puesto el pañal, no lo había usado, estaba seco pero no le apetecía mojarlo ni con una gotita. Ya encontraría una forma para usarlos así como su hermano o con un permiso de atenderse él mismo. Sus siguientes acciones para no caer en castigos ni nada de penas por su madre, solamente se quitó el pañal en el baño y se dio su buena ducha, lavando su cabeza con mucho jabón que olía a frutas; igual su esbelto cuerpo. Al final, antes de ponerse toda la ropa se puso el pañal sin talcos ni cremas, pensó que sería mejor tenerlo puesto que dejarlo por ahí…
Jimena se encontraba en su cuarto, también pensaba en los pañales, en todo lo que implicaban las acciones de estar en un cambio, pero lo que más le agradaba a ella, era el hecho de ayudar con el proceso, ella no se lograba visualizar mucho usándolos como sus dos hermanos. En ese día ella se había dado una ducha con anterioridad, por lo que no deseaba darse otra. Únicamente se vistió con la ropa para dormir, se retiró su pantalón corto y su playera rosa, quedándose en su calzón de niña color blanco con amarillo, el que le hacía ver su cuerpo inmaduro pero pronto a dar aspectos de cambio, y se vistió rápido con su pijama.
Durante los últimos momentos sin entrar a la cama, René termino de mojar el pañal en las partes que le faltaban, así lo pudo dejar amarillo de todo el algodón blanco.
Su madre Cas llegó a limpiarle y ponerle listo para dormir. Sin tanto retraso, el joven mismo se retiró la playera y sus calcetas, permitiendo que su madre viese su pañal mojado en todos sus ángulos mientras lo tenía puesto. Cas bien le acomodó a su gusto en la cama y abrió las cintas, al mismo tiempo que René abría sus piernas un poco hacia los lados, teniéndolas colgando de su colchón. Cas le limpió el pene a su hijo, el que estaba oloroso a pipí y manchado con restos de algodón; para hacerlo con más profundidad, le movió el prepucio, y con una toallita nueva, le limpió con varios movimientos, retirando los restos de secreciones hechas por el encierro de la misma piel. René bien permitía que la mano derecha de su madre se moviera en esas áreas; al igual fue cuando ella le limpió sus pompas con otras toallitas húmedas, las que retiraban los olores a pipí.
─¿No vas a hacer popó por esta noche?─. Preguntó Cas.
René negó con la cabeza.
─Bien, te pondré un pañal fresco para esta noche y te me duermes ahora, no quiero que estés perdiendo el tiempo con tu celular. ¿Entendiste?─. Indicó Cas.
René afirmó de nuevo un poco sonriente. Seguido permitió que su madre le rociara más talco en su pene, el que se había puesto flácido por tanta manipulación por la limpieza. Seguido levantó sus piernas sobre su pecho, mostrando sus hermosas pompas a su madre, y ella puso una cantidad de crema para rozaduras en sus dedos, empezando a frotarla en la piel de su joven.
René disfrutaba ese momento, eran tan cómodo y agradable ser limpiado por su madre en esas zonas, pero igual de incómodo por tener la edad en la que eso ya no debería de ser.
Cas le puso otro pañal nuevo bajo sus pompas, cubrió el pene casi erecto de René con la parte frontal y unió las cuatro cintas.
Al final de todo, le dejó otra playera y sin calcetas. René se quedó tranquilamente en su cama hasta que su madre salió, por lo que luego él se levantó para terminar de hablar con Jordi quien le preguntaba si quería ir al cine una de esas tardes libres.
Al día siguiente…
Cas y diego escucharon sonar su despertador pasado de la hora, eran las 8:40 de la mañana, por lo que se les había hecho tarde para el ingreso de sus dos chiquillos. Los dos se vistieron un poco y Cas se fue a hablarle a Jimena y Eduardo. Subió las escaleras casi tropezándose y abrió la puerta de sus dos chiquillos.
─¡¡Arriba, arriba que se me hizo tarde en venir a hablarles!!─. Alzó la voz Cas, dando aplausos para despertar a los dos sin nada de mimos. Jimena enseguida se puso de pie, recodando sus clases y los temas por ver, a los que no había que faltar, lo mismo era para Eduardo.
Cas se acercó a Jimena y le dio sus prendas planchadas del día, ahora les tocaba educación física, por lo que se vestirían con un pantalón deportivo y una playera ligera.
Jimena para no perder tiempo al toca el suelo frio de su cuarto, ahí ante su madre se desvistió hasta quedarse en calzón, y se empezó a poner el uniforme. Eduardo se quedó sentado en la cama, recordando lo que se había dejado para dormir, menos mal que no le causó molestias ni incomodidades.
─¡Eduardo, apresúrate, tienes que vestirte ahora mismo, solamente se irán cambiados, allá comerán algo, pero aquí los visto y los llevo a la escuela!─. Animó Casandra, palmeando a su chiquillo, quien como un robot se iba poniendo de pie, como cuidando sus pasos.
En lo que ella había dicho eso, vio que Jimena ya estaba vestida, solamente faltaba que se lavara la cara y se echara un poquito de crema en sus largos cabellos, pero Eduardo no se movía más.
─¡Eduardo apúrate y…
Dijo Cas a su chiquillo, y por el hecho de interrumpirse, fue porque le bajó el pantalón de pijama al niño, observando un bulto frontal y uno que envolvía sus pompas…
─¿Y ahora tú… ese pañal? ¿Porqué?─. Repuso ella. Entendiendo la dilatación.
Eduardo ni Jimena no dijeron nada.
─Me imagino que ya no aguantaste tú tampoco el querer tener uno puesto, ¿no? Todo lo que le hacía a tu hermano me imagino lo querías, así eres tu con todo lo que les compro a Jimena y René─. Dijo Cas con toda seguridad, sin fallas en su lógica.
Eduardo no dijo nada, solamente movía los ojos razonando, pero tampoco pudo negar eso, a lo que solo sonrió y borró su gesto.
Casandra ya sabía que pasaría, lo tenía previsto, a lo que solo se redujo a seguir con los planes del día. Y repuso:
─Bien, sigamos. Hay que apresurarnos a llegar a la escuela. Al rato hablaremos de esto─.
Jimena se quedó tranquila, y siguió para irse a terminar de cambiar.
Cas no dejó que Eduardo se cambiara solo, ella tomó posesión de él así como con su joven, puesto que era más fácil manejar a un chiquillo de ese tamaño y edad. Ella le recostó rápido en la cama y sin tantos movimientos, debido a la práctica, le retiró su calzón y el pañal, dejándole con su pene expuesto.
Eduardo tenía cierto tiempo sin darse a conocer ante su madre todo desnudo, lo que le causó pena en esos momentos en que ella solo hizo eso, y veía que hacia el pañal bolita. Cas también pudo darse cuenta que el pañal que traía Eduardo era uno viejito, por el algodón seco y deterioros en el algodón.
Eduardo se vistió con su uniforme escolar y se apresuró con Jimena para irse en el auto de su padre.
Apenas se fueron y Cas se fue a atender unos mensajes que le había dejado la persona que cuidaría de su joven de ahora en delante para que se pudiera ir a su puesto laboral en su empresa con toda comodidad. Vio los mensajes y supo ye ya estaba cerca. Por lo que solo se sentó en el sillón a reposar sus pies y terminar de despertar, asimilando lo nuevo que había descubierto de Eduardo.
Mientras tanto René, aún estaba durmiendo, perdido en sus sueños, cómodo como todo un bebé. Su pañal estaba empapado, toda la parte frontal estaba amarilla y sus pompas envueltas por el algodón tenían una mancha apenas notable, pero era un pañal digno de ser retirado.
Poco después…
Cas escuchó ruidos afuera en su acera, comprendiendo que había llegado su reemplazo. Enseguida se encaminó a abrir, y al verle, las dos mujeres se sonrieron:
─¡Amiga Valeria!─.
Las dos mujeres eran amigas desde la secundaria, habían estudiado juntas desde ese nivel, al igual la preparatoria, solo hasta ese día se habían reencontrado. La señora Valeria había estudiado enfermería y tenía muchos diplomados en atención especial, por lo que Cas sabía que era la persona perfecta para sustituirla y ser la cuidadora de su joven.
Seguido las dos se dieron un largo abrazo, y por qué no, otro abrazo, sonrientes. Se alegraron mucho de verse y luego entraron. Mucho antes de tocar el tema central, Cas y Valeria se pusieron a preparar un poco de frutas y huevos revueltos, para celebrar su reencuentro y conversar un poco por toda la fresca mañana…