Al llegar la noche, mi tía subió como siempre a la habitación para ponerme la braguita puesto que mi primo siempre la llevaba puesta antes de que yo le viera. Él además llevaba varios días sin mojarse por lo que estaba muy contento mientras que yo retrocedía. El caso fue que mi tía apareció con un paquete de pañales de bebé.
Yo: ¿Pero no me vas a poner los de siempre? Esos pañales son de bebé.
Mi tía: no quiero que te vuelva a pasar como ayer y se te salga todo el pipí. Estos aguantan mucho más si te sale mucho.
Yo me resigné y me tumbé en la cama enfadado. Me quitó los pantalones y cuando me iba a quitar los calzoncillos apareció María que quería ver cómo me los ponía. Me sujetó por los laterales de la ropa interior y me la quitó dejándome con mis partes íntimas al aire. Me puso crema y como de costumbre se me puso dura la pirulina. Mi tía me cogió por los tobillos y me levantó por detrás para ponerme el pañal por debajo del culete. Aprovechó está posición para espolvorear talco y esparcirlo por la zona del ano y también por la zona de los huevitos. Esperó a que me bajara la pirulina y me la puso hacia abajo. Al acabar María preguntó: "¿Por qué le pones la pirulina con la punta hacía abajo?
Yo me sonrojé mucho y mi tía respondió: " pues porque si hace pipí, para que fluya hacia abajo y no hacia arriba y se salga". A la niña pareció gustarle la respuesta y se fueron de la habitación para dejarnos dormir.